Emociona ver cada 10 de agosto ondear la bandera andaluza en el mismo punto donde fuese fusilado un hombre justo y bueno. No estaba solo, lo acompañaban algunos que como él, creían en un país construido a base de progreso e igualdad. Su cuerpo aún se encuentra sepultado bajo una de las ocho fosas comunes del cementerio municipal de San Fernando. Este hombre justo y bueno, notario de Coria, historiador, antropólogo, musicólogo, ateneísta, político, pensador, escritor y padre de esa patria andaluza que soñó llena de hombres y mujeres libres se alegraría sabiendo que nunca estuvo más vivo su espíritu ideológico que ochenta y un años después de aquella fecha, imborrable en la memoria sentimental andaluza; quienes acabaron con el hombre no sabían que nunca acabarían con sus ideas. Ochenta y un años desde que lo fusilaron por creer en la libertad de su tierra para crecer y progresar. Luce la bandera de una Andalucía libre como cada 10 de agosto en aquel punto trágico entre Sevilla y Carmona bajo un ventoso cielo machadiano; intacto el anhelo de su creador por devolverle el orgullo a una tierra tan pobre siendo tan rica y tan culta pese a estar llena de analfabetos. Una bandera que ondea en el kilómetro cero del pensamiento andaluz mientras su memoria recuerda los símbolos de la identidad política y emocional de su Andalucía; la libertad, la igualdad y la alegría. La voz flamenca de tierra y sal de Argentina le canta a ese espíritu inmortal como referente y seña de identidad de esta Andalucía libre soñada por Blas Infante, para sí, por España, los pueblos y la Humanidad.