El lenguaje del desprecio

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01 oct 2015 / 19:09 h - Actualizado: 01 oct 2015 / 19:10 h.

Sabino Cuadra es un personaje con aspecto de motero pureta, coleta gris y camisa negra, que exige el respeto que no profesa apoyado de mala gana en la tribuna del Congreso.

Este diputado de Amaiur solicita comprensión con palabras agresivas, con acciones deplorables y con actitud desafiante. Un tipo encarado que pide libertad de ideas mientras arranca con ira dos páginas de la Constitución Española. Este impresentable no retira la ofensa pública ni pide disculpas porque defiende que no existe ataque. Ayer, el presidente de la Cámara Baja, Jesús Posada, lo expulsó del atril no sin antes darle la oportunidad de retractarse. No lo hizo y fuera, pero apercibimiento escaso. Yo, directamente, le hubiera largado a la Carrera de San Jerónimo.

El parlamentario, que defiende ser muy vasco, no cree en las instituciones ni en la Administración ni en España, pero ahí está: chupando de la teta. Con empleo y sueldo de diputado, que por supuesto no rechaza, se dedica a vomitar con rabia las palabras más duras contra los símbolos de un Estado que le permite todo, incluso eso. Probablemente habría que pagarle con la misma moneda oxidada y rancia, es decir, quemando algún banderín abertzale o arrancando algún folio del ideario radical.

El uso del lenguaje del desprecio, tosco e insultante, de determinados políticos que defienden la separación territorial es cada vez más frecuente. Los que dicen representar a los ciudadanos independentistas exigen respeto a base de burlas y afrentas. Unos rompen páginas y otros hacen el indio. La forma es casi tan importante como el fondo. No, es mucho más importante.