Francisco de Paula

Image
02 abr 2017 / 17:23 h - Actualizado: 02 abr 2017 / 17:27 h.
"Cofradías","Cuaresma"

Ustedes me dirán que soy el tonto de las conmemoraciones, pero los que somos de San José Obrero y los que somos amigos de la Orden de Frailes Mínimos no podemos olvidarnos que hoy, aunque sea Domingo de Pasión y don Alberto García Reyes vaya a decir su Pregón, hay una fiesta muy especial en un año singularmente importante. Hoy es dos de abril, y cada año por este día se celebra la fiesta de San Francisco de Paula, un ermitaño italiano que revolucionó la vida en comunidad desde la soledad de su cueva a cientos de conventos donde se practica, hoy todavía, una cuaresma perpetua de ayuno y abstinencia de carne. Son los Mínimos, que en Sevilla siguen estando en la calle Arroyo y que tuvieron conventos en Triana y en la calle Jesús del Gran Poder, donde están los jesuitas y donde se fundó mi hermandad de los Javieres, y donde a veces pienso que debería volver para buscar nuevos caminos. Hoy es San Francisco de Paula, y hace tan sólo unos días se cumplió el DC aniversario de su nacimiento, y lo hemos celebrado sus hijos lo mejor que hemos sabido y podido. 600 años después, su obra sigue viva en el mundo gracias a 150 frailes y otro centenar de monjitas de clausura (unas cuantas de ellas siguen viviendo en Triana). La efemérides de su nacimiento ha pasado desapercibida no... lo siguiente. Hemos perdido el afán de festejar aquello que no lleva incluida procesión, si puede ser extraordinaria. A mí no me importa que no haya salido en procesión, porque sé que mis hermanos de San José Obrero, siempre que puedan lo organizarán para que recorra las calles de su barrio, que sigue siendo el mío. Algún día, sea en abril o en octubre, cuando la Pascua nos lo permita (recuerden que Francisco de Paula murió un Viernes Santo, y por eso siempre cae en Cuaresma, Semana Santa u Octava de Pascua) lo procesionaremos de forma regular, y entonces Sevilla conocerá y reconocerá ese gigante de Paula que siempre bendijo a Sevilla repitiendo aquello de «que te acompañe siempre la Gracia de Jesucristo». ~