Viéndolas venir

Franco y Lorca

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Álvaro Romero @aromerobernal1
05 jun 2019 / 08:33 h - Actualizado: 05 jun 2019 / 08:36 h.
"Viéndolas venir","Federico García Lorca"
  • Franco y Lorca

Hoy es el cumpleaños de Federico García Lorca, el escritor español que ha conseguido más celebridad en la Historia literaria de nuestro país, yo creo que incluso por encima de otros grandes como Cervantes o Lope, y ya es decir. Sobre todo, en el extranjero, que todo hay que decirlo.

Tal día como hoy de 1898, mientras nacía Federico, se desmoronaba definitivamente el imperio español con ese gran teatro del mundo que ya no podía ser calderoniano sino estadounidense, pues más se perdió en Cuba... Y aquella guerra fue el último gran paripé en el que participamos como imperio acartonado. De hecho, aquel gran desastre por el que nuestro país dejaba de pintar verdaderamente en el mundo dio para una Generación que se apellidó Del 98 y que empezó a analizar por primera vez las causas del mal de España, no solo desde un punto de vista militar o político, que también, sino sobre todo desde esa perspectiva profunda que le costó la vida y la cátedra a Unamuno y el azul de su infancia y el corazón helado a Machado.

El año que nació Federico fue probablemente el año en que Francisco Franco tomó su Primera Comunión, pero ya se barruntaba entonces una desgracia endémica que más de un siglo después se ha confirmado. Porque no me dirán que no es doloroso que el día del cumpleaños de Federico, cuyo cadáver tiroteado por los franquistas sigue sin aparecer por ninguna cuneta, tengamos que desayunarnos con la noticia de que el más Supremo de nuestros tribunales haya decidido no solo dejar que el más franquista de los fascistas siga descansando y condecorado en el Valle de los Caídos -él que no cayó en ninguna parte, salvo en su propia cama, qué paradoja, y en cambio nos hizo caer como país-, sino que, casi medio siglo después de muerto ese dictador que provocó tanto retraso en este país, el retraso se siga notando, hasta el punto de que incluso esos jueces tan supremos ignoren que en octubre del 36 el jefe del Estado no era Franco, como escriben, sino Manuel Azaña. Después de tanto para nada, resulta que al fascista mayor de este país que nunca enterró al fascismo, don Francisco -como lo llaman ahora los jueces-, le quieren regalar tres añitos más de cotización.

Lorca, probablemente sin que lo supiera Franco en un primer momento, se convirtió en la víctima más emblemática del franquismo. Lorca representaba y representa la modernidad adelantada, la mirada al diferente, el grito democrático, el espanto de las otras mitades, el lado claro de todas las oscuridades, el amor sin domesticar, la doméstica esperanza en un mundo más solidario. Cuando los franquistas lo asesinaron en su Granada, y muchísimo después, este país alimentó la esperanza de que llegaría el día en que la Justicia movería cadáveres por lo que sus ubicaciones simbolizan, es decir, que enterraría el de Lorca y desenterraría el de Franco. Pero la cosa sigue en las mismas, ya lo ven. Federico solo ha conquistado los manuales de literatura, que no es poco, pues eso significa que la esperanza, pese al inmovilismo cadavérico, continúa viva...

Viva pero agonizante, podríamos añadir como añado yo en este párrafo final. Porque es poco esperanzador que 80 años después de que Antonio Machado cayera en el exilio francés y allí siga bajo una sencilla lápida que nada tiene que ver los mármoles del Valle, precisamente el día del cumpleaños de Federico García Lorca, que no tiene ni lápida ni mármol ni tumba ni cuneta concreta, ese mismo día, la Justicia nos retuerza hasta los manuales de literatura para dictarnos lo que soñaron los franquistas como cierto sin que lo fuera: que Franco era jefe de Estado al poco de provocar su guerra incivil, sin haberla ganado aún, pues la iba a ganar de todas formas, como todo el fascismo europeo sabía entonces y vuelve a saber ahora, ahora que la ha vuelto a ganar.