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Freedonia

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30 abr 2016 / 19:47 h - Actualizado: 30 abr 2016 / 19:56 h.
"Política"

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Se encapricha mi mente en pensar que el apellido del primer ministro de Gibraltar, Picardo, pertenece a la familia semántica de la palabra pícaro. No se por qué. Sin más base, seguramente, que el parecido físico que mantiene con cierto conocido de mi barrio de fama pendenciero. Pero lo cierto es que acostumbrados a sus shows intermitentes, esta vez –recibimiento de Estado en mi adorada Cádiz– se ha prestado a una bonita manipulación a manos de las autoridades del gremio político este que entiende la izquierda no como una opción de progreso sino de dar por saco al del escaño de enfrente. Que aunque a su lado sea el primo de zumosol, las artimañas electorales permiten quemarle con arte los cataplines cuantas veces sea necesaria. Quizá el virrey de los monos del Peñón lo sabía de sobra (menudo listo es: responder al tema del contrabando que él no fuma) y todo ha sido una chirigota en comandita. Pero chirigota al cabo pues como los morados, por muy cuaresmal que sea su color, no son mucho de la Semana Santa, pensarán que el Carnaval no ha terminado. Así que en la alcaldía han ido de dúo y en la Diputación de comparsa, perfecto carrusel donde esta vez el atuendo de gala diplomático del primer edil gaditano no ha supuesto un disfraz sino la etiqueta oportuna. Aunque si fuese un poquito más por clase y la historia le sonase algo de oído hubiérase dado cuenta de que lo que ha hecho le colocaba el vaquero por debajo de las rodillas. Si saben el chiste de Wenceslao pueden hasta imaginarse la postura. Entre los de Cádiz con esto y los de Cataluña con lo otro, prosigue la profecía guerrista de que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió. Aunque es la voz de otro amante machadiano la que retumba cada vez con más fuerza ante estos pijos de la mugre que han hecho de los antaño desaliñados comunistas unos dandys del vestir. Estos que ante una España sedienta y protestando por la jarra de agua vacía proponen como solución no el llenar la jarra sin romperla una y otra vez. Estos a los que unos pactos con partidos que a cambio de quedarse en la retaguardia de los ocultos mandos del poder les han dado el atril del figuroneo y de las payasadas para llamar la atención y decir aquí estoy yo. Estos a los que con música de Serrat la impaciencia por el resultado de las próximas elecciones les clama desesperadamente: niño, deja ya de joder con la pelota.