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Insisto

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04 abr 2017 / 22:31 h - Actualizado: 04 abr 2017 / 22:31 h.
"Cofradías"

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Como voz que clama en el desierto. Como arenga que el viento en contrario se lleva sin que a nadie llegue. Lo repito tras dejarlo caer el año pasado, añorando figuras de cofrades que no lo hubieran dejado pasar. Hablo, insisto, del actual monumentito en minúsculas del Jueves Santo (y Madrugada) de la Catedral. Creo que tan solo la hermandad del Silencio ha elevado alguna protesta pero más por motivos de operatividad de su tránsito que por el fondo en sí de la dignidad y la supremacía del culto y adoración al Santísimo que luego se nos pretende recordar que es prioritario. Pónganse juntas tres estampas de dicho Monumento. La de su secular aparato de antaño, gigantesca custodia que arañaba las bóvedas de piedra de las naves, algo teatral quizá en sus materiales, en su blanca aparatosidad de imitados mármoles y estatuas en trampantojo. Pero qué es acaso sino teatro toda liturgia no necesariamente sinónima de falsedad, ahí están los autos sacramentales llenos de doctrina para demostrarlo. Y ahí la representación misma de nuestra Semana Santa o la Eucaristía. Densen luego por condenados si se les pasa en una Función un detallito formal de la misma. La segunda estampa, su sustitución por el más reducido altar de plata de Juan Laureano de Pina ideado como efímero para el Corpus y hoy reciclado en joya permanente de la Catedral, cabecera de la transtornada orientación de espacios y naves de nuestro primer templo para ninguneo del esplendoroso retablo mayor gótico, culpable y reo al parecer de su reja distanciadora cuando para heladoras distancias y lejanías las de las ceremonias actuales. Pero en cualquier caso el arca del Jueves Santo aun mantenía con él un cánon de brillantez acorde con la magnificencia de las piedras de que se tratan. Pero he aquí que hoy, decidido imagino por un cónclave devenido en grupo parroquial desmemoriado, se nos monta –con la complicidad logística de las cofradías– un apañadito altar callejero de Corpus, de inmediato quita y pon, dentro de la Capilla Real. ¿Argumentos manipulables para justificarlos? Todos. Volvamos al primer cenáculo de vasijas de barro y paredes de tierra si se quiere. Pero la parábola de los talentos creo que por aquí también se entrecuela. En fin, para qué seguir si miro alrededor y nadie me escucha. Buena Semana Santa a todos.