El desmantelamiento de 500 nuevos árboles que va a llevar a cabo el Ayuntamiento de Sevilla durante este verano, completa un siniestro plan que va a dejar sin la sombra de 2.500 árboles a la ciudad de Sevilla. La tala de los árboles, que ya se ha empezado a ejecutar sin darle información directa a los vecinos y vecinas de los diferentes barrios, ha levantado ampollas en el sentir de la ciudadanía que ve como las motosierras cercenan árboles con los que muchos de ellos han convivido toda su vida. «La información está en la web», recalcan desde fuentes del Consistorio dirigido por Juan Espadas, el alcalde que llegó a prometer que tras el «arborizoido» (como se denominó en las redes sociales a la tala indiscriminada llevada a cabo por el ex alcalde anterior, Juan Ignacio Zoido) plantaría todos los alcorques vacíos, lo que suponía ampliar el número de árboles en al menos 8.000 nuevos ejemplares. Pasada la euforia electoral, el alcalde socialista ha optado por seguir la senda marcada cuando era el Partido Popular el que ocupaba el sillón de la Alcaldía sevillana: proseguir con la tala.

El director general de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sevilla, Adolfo Fernández Palomares, sostiene que es una cuestión de seguridad pública. Se han caído ramas de gran porte en zonas muy transitadas y quieren evitar una tragedia, apostilla. Pero no ofrece datos ni información a las asociaciones que se las han pedido. Una de ellas es la Asociación Vecinal del Casco Norte de Sevilla La Revuelta, que ha pedido algo tan esencial como el inventario de árboles de la ciudad. «Queremos saber algo tan sencillo como qué árboles hay en Sevilla, donde están y qué tratamientos o mantenimiento reciben», explica David Gómez, uno de sus portavoces, que recalca que «nos dicen siempre que es una información desactualizada y por eso nos la niegan». Sin embargo, como ha reconocido el propio responsable municipal de Medio Ambiente, esa información desactualizada sí se ha dado a investigadores y a algunas políticos que la han pedido. Negarla a la ciudadanía organizada, siendo una información que como el propio Adolfo Fernández Palomares admite en una entrevista con Ecoperiodismo «debería ser pública», no tiene sentido. O sí: evitar las posibles críticas contra el alcalde que tendrá que pasar el examen de las elecciones municipales en unos meses. En efecto, esta semana, apenas una hora después de que los vecinos y organizaciones vecinales del popular barrio del Pumarejo se quejasen del «arboricidio» poniendo carteles de cartón y pintando en el suelo con tiza lemas como «muerto por falta de sombra» junto a dibujos que simulaban las figuras que se marcan en el suelo tras un asesinato, se personaron en la plaza varios coches de la Policía Local que retiraron la cartelería y escoltaron a la cuadrilla de Lipasam (la empresa municipal de limpieza) que borró con agua cualquier huella que dejase constancia del malestar vecinal. «Ha sido una decisión desafortunada», reconocía el director general de Medio Ambiente a la vez que aseguraba que no fue una orden dada desde su departamento, aunque quedaba claro que la orden provenía de responsables del Ayuntamiento.

La cuestión es saber qué les pasa a los 2.500 árboles que están sentenciados a muerte por el equipo de Juan Espadas. Pero esa información se ofrece con cuentagotas. Cuando se solicita el informe técnico que indica el mal estado de todos esos árboles en el Ayuntamiento se niegan a entregar esa información pública. «Puedes comprobar una a una cada ficha del árbol apeado (talado) firmada por un técnico de Parques y Jardines», es la respuesta dada a Ecoperiodismo desde fuentes municipales. El problema es que muchas de esas fichas se cuelgan en la web municipal después de haber talado el árbol. «Eso se debe a que muchas veces el funcionario experto tiene que actuar de urgencia cuando ve en mal estado un árbol», explica Fernández Palomares, y en otras ocasiones «se debe a que el servidor de la web del Ayuntamiento está caído», explicaba esta semana en una entrevista con Ecoperiodismo. Los vecinos sospechan que esas demoras tienen más que ver con evitar que haya una defensa ciudadana de árboles sanos que se quieren cercenar. «Están cortando por lo sano», explicaba Ramiro, un vecino del Pumarejo que aseguraba que entre los árboles cortados nunca había visto caer ni una rama. Lo confirmaba in situ un representante de Ecologistas en Acción de Sevilla, Juan Cuesta, que narraba como en varios de los árboles cortados a pedazos no se apreciaba ningún problema en su interior. Por supuesto, el responsable municipal de Medio Ambiente no le da crédito a estas observaciones: «Los que más saben de arboricultura son nuestros funcionarios y en su criterio es en el que nos basamos para los apeos», afirma.

Sin embargo, estos «expertos» altamente cualificados están llevando a cabo podas en pleno verano, cuando el estrés de esta actuación puede llegar a comprometer la vida de los árboles que no están aún en esa fase 4 por la que el Ayuntamiento condena a muerte a estos seres vivos. En algunos casos estas «podas» no son tales, sino auténticas mutilaciones del árbol que prácticamente lo condenan a muerte. De manera gráfica, el director general de Medio Ambiente explica que «es como una persona que tiene gangrena y se le corta una parte para ver si sobrevive» e insisten en que «las podas se están llevando a cabo para evitar accidentes».

«No le encuentro sentido a estas movilizaciones ciudadanas», apostillaba Fernández Palomares, «ya que los propios vecinos han sido testigos de que se han producido accidentes por caída de ramas y por suerte no hemos tenido fallecidos». Enfrente tiene a las asociaciones vecinales, ecologistas y la Red Sevilla por el Clima, que lamentan que no se les dé información, que nadie explique nada, que se remita a la web para obtener información cuando en realidad hay mucha información que se pide que no está ahí y, en general, que se oculte cuales son los 2.500 árboles que se sentenciaron a muerte tras la llegada de Juan Espadas, de los que quedan 500 por cercenar y que, según la previsión de Medio Ambiente del Ayuntamiento, serán cortados antes de que acabe el verano.

Mientras, tras el arboricidio de Juan Espadas, muchas calles y plazas sevillanas son ahora solares vacíos. Sin sombra. Sin árboles. Sin pájaros. Sin gente. Un modelo de ciudad pensado para que no haya críticas en la calle y en el que el que quiera saber que le están haciendo a su barrio, tendrá que consultarlo en la web del Ayuntamiento. El desmantelamiento de los espacios públicos que lleva a cabo el Ayuntamiento socialista, dejando a pleno sol en verano los lugares de encuentro y reivindicación ciudadana, arrasando árboles y cambiando el mobiliario urbano para hacerlo incómodo, sólo ha avivado el fervor ciudadano, con organizaciones que ya han empezado a establecer contactos entre ellas para impedir que Espadas y Fernández Palomares acaben con la sombra natural esencial en Sevilla.

Todo ha empezado (o proseguido) con 4 olmos que eran unos vecinos más de la céntrica Plaza del Pumarejo. Tenían más de 60 años y han sido talados irremisiblemente. «Si a este hecho se suma la más que cuestionable poda realizada recientemente, la plaza se ha quedado en pleno verano sin la sombra y frescor que la caracterizaba», apuntan la asociación vecinal ‘La Reguerta’.

Esta asociación vecinal «rechaza esta forma de actuar por parte del Ayuntamiento de Sevilla» porque aseguran que «contraviene lo dispuesto en el artículo 19 de la Ordenanza Municipal sobre Arbolado en todos sus elementos esenciales». En concreto se refieren a que la citada ordenanza exige que se realice una motivación individualizada de la necesidad del apeo. «Consultadas las fichas publicadas por el Ayuntamiento en su página web (de forma tardía), resulta que la descripción que se hace de los cuatro árboles es idéntica, es un burdo corta y pega. No existe la individualización exigida», aseguran.

La ordenanza exige también, según critica esta organización ciudadana, «que se acredite la inviabilidad de cualquier otra alternativa». Es decir, la poda es la última y extrema medida, antes hay que descartar el resto de posibles opciones. «El Ayuntamiento se olvida de este requisito poniendo en las resoluciones la coletilla ‘no existiendo otras medidas correctoras posibles se recomienda el apeo’; y no se valoran las alternativas estudiadas, simplemente porque no se hace, como evidencia que en el formulario tipo que realizado por el Ayuntamiento ni siquiera se contemple un catálogo de posibles alternativas», apuntan en una nota de prensa.

La ordenanza exige también que se mantendrá al ciudadano informado sobre las actuaciones de talas y abatimientos de árboles. Pero desde La Reguerta aseguran que «el Ayuntamiento no ha informado al vecindario de tales actuaciones provocando entre el vecindario sensación de inseguridad y menosprecio y transmitiendo nuevamente la falta de planificación y cuidado que nuestro barrio como el resto de Sevilla se merece».

Esa forma de actuar «oscurantista y malintencionada», dicen desde esta organización vecinal, «pone de manifiesto que el Ayuntamiento de Sevilla es de motosierra fácil, que renuncia a las labores de cuidado y prevención de árboles enfermos que permita su recuperación y a una planificación ordenada de sustitución y transición menos agresiva, plantando nuevos ejemplares junto a los dañados». En este sentido, a la pregunta formulada por Ecoperiodismo al director general de Medio Ambiente sobre qué se ha hecho en estos tres años desde que se determinó la tala de 2.500 ejemplares, la respuesta de Fernández palomares fue contundente: «Apear», es decir, cortarlos.

Por so dicen desde la Reguerta que «cortar por lo sano sólo beneficia a las subcontratas encargadas del mantenimiento arbóreo y no al interés general de la no escuchada ciudadanía». Los vecinos y vecinas han rebuscado en la hemeroteca para recordarle al alcalde sus palabras cuando estaba en la oposición: «La prioridad de un gobierno responsable debe ser una conservación adecuada de su arbolado con medidas que garanticen la protección y puesta en valor del patrimonio de la ciudad, así sólo en último caso y cuando está muy justificado se debe recurrir a la tala, ya que no es responsable realizar un deficiente mantenimiento del arbolado para luego tener excusas que justifiquen las talas». La Asociación La Reguerta asegura que «en el tránsito de opositor a alcalde, su conciencia verde se ha ennegrecido insensiblemente». Apuntan que «es un clamor en el mundo técnico, académico y de movimientos sociales ecologistas que las podas agresivas y extemporáneas son las mayores causantes de enfermedad y debilitamiento en los árboles».

Esta organización ciudadana termina pidiendo «que el Ayuntamiento escuche a colectivos sociales y personas expertas y se rediseñe la política hacia el arbolado, estableciendo la paralización del arboricidio programado, nuevas estrategias de poda en calendarios idóneos para las plantas no para los beneficios de las subcontratas, el diseño de una política de prevención y cuidado de enfermedades de los árboles, una valoración técnica independiente que confirme la idoneidad de la tala como último medida, la programación de los procesos de sustitución de árboles enfermos y un calendario de replantación de los árboles talados a fin de que se haga en el más breve plazo idóneo».