La guerra de las galaxias

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17 dic 2015 / 11:58 h - Actualizado: 17 dic 2015 / 11:58 h.
"Alguien tenía que decirlo","El derbi sevillano","Star Wars"

Mientras el planeta tierra cuenta los segundos para ver el enésimo estreno de Star Wars (aquí siempre fue La guerra de las galaxias), mientras el planeta fútbol anda pendiente del apasionante (?) Mundial de clubes en Japón y de si la campaña pro-Zidane tiene el suficiente éxito como para convencer a Florentino Pérez, el mundo se para a orillas del Guadalquivir: llega el derbi. Un Sevilla-Betis o Betis-Sevilla monopoliza conversaciones y apuestas en el trabajo, rituales invocando a la buena suerte y piques de todo tipo. Para eso Sevilla también es diferente.

La rivalidad entre ambas caras de una misma ciudad llega a cotas que son inimaginables en otros lugares. Sevilla y Betis son dos formas de ver la vida y de afrontarla. Aquí el pulso no sólo se echa para ver qué equipo ha ganado más cosas a lo largo de la historia. Bajo el manto de La Giralda las discusiones y piques llegan a cotas extremas que pueden hasta divertir si se miran desde la suficientes distancia y se emplean con cariño. ¿Quién fue el primero en ganar la Liga? ¿Quién fue el primero en jugar la Champions? ¿Quién tiene más socios? ¿Cuál de los dos equipos acapara más simpatizantes? ¿Qué estadio tiene mayor aforo? ¿Cuántas peñas tiene el Sevilla y cuántas el Betis?

La mayoría son cuestiones superfluas Sevilla extramuros. Pero en la ciudad de los extremos todo nada es irrelevante. No importa que la distancia futbolística entre ambos sea enorme. Un bético cualquiera guasea estos días con la nueva fecha de fundación del Sevilla, 1890 (»La próxima vez diréis que sois del paleolítico superior»). El sevillista, además de recordarle el descuento de 1914 a 1907, dispara preguntándole al verdolaga por el rival que le ha tocado al Betis en Europa. «Es un torneo en el que regalan un paragüero y con equipos de poco nivel», responde el bético. «¿Como la Copa del Rey de 2005?», contragolpea el palangana.

El sevillista, todo hay que decirlo, tiene un comodín para cuando el bético lo acorrala: las copas, las victorias. Pero a un bético nadie es capaz de callarlo, saca todo su arsenal: «Con todo lo que habéis ganado y no tenéis más socios que nosotros». El hincha del Sevilla ahora mismo lo tiene difícil para salir de esa, pero siempre hay alguien capaz de sacar explicaciones para todo: «Lo habéis tenido que casi regalar para superarnos». Y se viene arriba: «Lo llego a saber y me saco el carnet ese que vale 35 euros con derecho a ver un partido, que es más barato que los 45 euros que nos habéis puesto...». «A vosotros no os quieren en muchos sitios y a nosotros sí», saborea el bético. «Para querer al Sevilla ya estamos nosotros», se conforma orgulloso el sevillista.

La vida en Sevilla es lo que ocurre entre Domingo de Ramos y Domingo de Ramos, entre alumbrao y alumbrao y entre el último derbi y el siguiente. Entre pique y pique, entre guasa y guasa. Hasta La Macarena ha bajado del altar, no aguanta más. No son días cualquieras en Sevilla, aquí la guerra de las galaxias se libra en los bares, en la oficina y en twitter. Sevillistas contra béticos. Béticos contra sevillistas. Ninguno sabe, en realidad, que el palangana necesita al bético y el verdolaga al sevillista. Nada sería igual sin uno de ellos. Nada sería igual sin el derbi de Sevilla.