La protección del lince

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27 feb 2017 / 22:11 h - Actualizado: 27 feb 2017 / 22:12 h.
"Hispalíneas"

El precio justo a pagar por algo es muy es muy difícil de aquilatar. Un director de Doñana decía, hace tiempo, que nunca se encarcelaba al cazador que abatía a un lince dado que, en el valor del delito, no se podía poner otra palabra que «incalculable». En esto se ha avanzado mucho. Ahora ya va a la cárcel gente, como los exalcaldes jerezanos Pedro Pacheco y Pilar Sánchez porque, al no haberse apropiado ni de un euro, sus transgresiones (enchufar a alguien, permitir que se construyera con irregularidades la casa de una hermandad del Rocío, usar –en lo más hondo de la crisis– dinero de una partida distinta para pagar la nómina de los funcionarios)... tienen un coste imposible de calcular. Y, además de tenerlos allí, ni siquiera protestan (yo no he escuchado que lo hagan) aquellos que cobraron su paga del mes o los rocieros que disfrutan de una casa como Dios manda.

También han cambiado las cosas para quienes resulta fácil contabilizarles el coste de sus delitos. Por eso Urdangarin, tras ser condenado a seis años de privación de libertad, puede seguir viviendo libremente en Suiza (o sea, fuera de la Unión Europea) sin que se le imponga fianza y los condenados por apropiación indebida con las tarjetas black o la exconsejera de Valencia del Gürtel eludir la prisión devolviendo, simplemente, el dinero del que se apropiaron (de los absueltos, ni hablamos). En fin, que las cosas ya no son como eran y que, tras muchos esfuerzos y con un amplio consenso social, se ha conseguido –al menos– salvar a una familia de linces: la del linx rampantis caracementum.