La segunda oportunidad

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
18 ene 2018 / 22:55 h - Actualizado: 18 ene 2018 / 22:55 h.
"Pasa la vida"

Algún día dejará de ser insólito. Algún año llegará a considerarse lo normal. Algún siglo será objeto de estudio por qué no lo incardinamos antes en nuestro modelo de sociedad. En la que hay pavor a confesar cualquier tipo de coyuntura aciaga, pues si te ponen el sambenito de fracasado equivale a una cadena perpetua difícilmente revisable en los mentideros del qué dirán. Aún hay una etiqueta peor que ‘fracasado’. La de ‘desgraciado’. Se soporta peor que la mayoría de los insultos.

Por eso es tan saludable y reconstituyente, en estos días de saturación sanitaria por la gripe, que el juez José Lázaro Alarcón haya utilizado la Ley de Segunda Oportunidad para sentenciar que una familia de Dos Hermanas (matrimonio con tres hijos, menores de edad) queda exonerada de pagar 100.000 euros a los bancos. Al demostrarse en el juicio que, tras el traumático trance de haber perdido su casa, embargada cuando no podía devolver la hipoteca al caer en el desempleo, seguía siendo imposible que zanjaran las deudas contraídas para sobrevivir: dícese pagar el alquiler de un piso en el que alojarse, comer más de una vez al día, encender la luz,...

Pesa tanto en todos los niveles sociales el postureo del “todo va bien”, tanto penaliza ser sincero y decir “todo va mal” antes de que el hundimiento sea irremediable, que brillan por su ausencia las convocatorias de Premios a la Segunda Oportunidad. Con multitud de categorías: familia, empresario, jefe, trabajador, estudiante, científico, deportista, artista,... Ahora que está de moda la expresión “volver a la realidad” por culpa del gravoso delirio de Puigdemontilandia versus Tabarnia, entendamos también que en nuestra cotidianeidad colectiva llevamos más centurias que los ‘armaos’ negando la evidencia de que casi nada en la vida sale muy bien a la primera. Casi todos los aciertos, logros, hallazgos, soluciones y acuerdos tienen su origen en fallos, errores, carencias, problemas y dificultades. En segundas, terceras, cuartas... y enésimas oportunidades. Es lo natural. Y, sin embargo, hemos confinado lo natural a la condición de vergonzante, tras expropiarle el atributo de admirable.