La vida del revés

Las dos españas y el sonajero

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23 jun 2019 / 07:15 h - Actualizado: 23 jun 2019 / 07:13 h.
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  • Sonajero encontrado junto al cadáver de Catalina Muñoz. / EFE
    Sonajero encontrado junto al cadáver de Catalina Muñoz. / EFE

Cevico de la Torre es un pueblo ubicado a treinta kilómetros de Palencia. Y, como en muchos pueblos de España, tras el golpe de Estado militar de 1936, un golpe de Estado que llevó al país a una guerra civil brutal, todo se solucionó deteniendo, juzgando injustamente y fusilando a los que no pensaban como el que empuñaba un arma.

Un mes después de producirse la rebelión militar, Catalina Muñoz fue fusilada. Era madre de cuatro hijos. Su marido ya estaba en la cárcel acusado de asesinato y, posiblemente, eso le libró del paredón. Parece ser que había matado a un falangista durante una pelea.

El 22 de septiembre de 1936, a sus 37 años, Catalina recibió varios impactos de bala en el pecho y en la cabeza. En el bolsillo de su mandil llevaba un sonajero de plástico que, ahora, se ha recuperado y ha sido entregado a Martín, el niño que no había cumplido un año el día que murió su madre. Los restos de Catalina fueron recuperados en una fosa común que estaba bajo un parque de columpios de Palencia conocido como La Carcavilla.

La historia es entrañable. Sin duda despierta emociones en cualquiera que la escuche. Pero encierra, al mismo tiempo, odios, venganzas, miedo, injusticia, violencia y dolor. El año 1936, España se convirtió en una trampa mortal para decenas de miles de personas que no habían hecho otra cosa que defender sus ideas y votar democráticamente. Los militares golpistas se encargaron que esa trampa estuviera a pleno rendimiento durante cuarenta años. Y esa es la gran diferencia entre unos muertos y otros. Porque hubo asesinatos en los dos lados, pero unos no pudieron llorarse.

Un anciano de más de ochenta años ha podido recuperar el sonajero que su madre llevaba en un bolsillo el día que la asesinaron, pero es que España entera se hace consciente de la necesidad de acabar, de una vez por todas, con un problema que impide vivir tranquilos a los familiares de los asesinados y abandonados en fosas comunes.

Las dos españas seguirán intactas hasta que no se encuentre una solución a un problema que debería estar resuelto desde que llegó la democracia. Las dos españas seguirán manteniendo el rescoldo de la venganza, de la injusticia y de la violencia mientras haya familias intentando recuperar los restos de sus muertos.