La literatura reúne características misteriosas y produce increíbles efectos. Por supuesto el fenómeno es mucho más complejo de lo tratable en estos escasos 1.700 caracteres y sobre todo lejos de la capacidad de un ganapán de las letrillas como yo. Entre otras maravillas, por ejemplo, provoca en la realidad una avidez de mimetismo especular, lo que en las matemáticas de la teoría del caos se llama un Atractor Extraño y que se materializa en una continua corriente de imitación.
No me refiero aquí a las trabajadas novelas de anticipación que reelaboran literariamente estudios científicos para fabricar interesantes bestsellers; tampoco caben los Libros Inspiradores que desatan hazañas, revoluciones, amoríos y odios pues actúan como causa directa evidente. Ni siquiera englobo a los escritos proféticos que mas bien suelen contar una historia del presente en clave de futuro, y como todo el mundo sabe... todo tiende a la repetición.
Escribo sobre nuestro mundo habitual, sobresaturado de serendipias inexplicables que copian diariamente las mejores y las peores páginas de la literatura universal en la existencia cotidiana en forma de alegrías, dramas, anécdotas o vidas completas; en cualquier caso en similitudes estadísticamente imposibles.
Tal vez la realidad sea una suerte de Biblioteca de Babel, como la descrita por el maestro Borges, en la que todo lo posible y lo imposible está escrito y tan solo espera paciente en su anaquel que alguien lo convierta en vivencia.
Como aplicación práctica de este principio sería buena idea un periódico que anticipara las noticias; que invirtiera el flujo funesto y cruel desde el mundo al papel y que diera algo de esperanza y sensatez a este gallinero político y social en el que simplemente subsistimos.