Los ojos de los béticos

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03 jun 2017 / 07:58 h - Actualizado: 03 jun 2017 / 07:58 h.
"La Azotea"

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Al Real Betis hay que buscarlo en los ojos de sus béticos. Pedro Buenaventura además, albergó en los suyos innumerables lágrimas que le afloraron cada vez que se emocionaba explicándole a quien lo necesitase, que el ser bético es así como una razón de ser, un sentimiento férreo que no atiende a razones. Sobraba todo cuando te hablaba de la grandeza de su Betis, en tantas vivencias llenas de honestidad y fidelidad, curtidas por los muchos años de lealtad a un escudo.

Fue, como dijo Machado, un hombre en el buen sentido de la palabra, bueno. Pocos béticos han llevado tan dentro al Real Betis Balompié como él, dejando desierto con su marcha el sendero verdiblanco de su himno, por donde caminan los béticos que a base de manquepierda, supieron forjarse y andar apiñados como balas de cañón, sin torcerse jamás ante la adversidad, como el junco de Martinez de León, que se dobla pero nunca se quiebra.

Pedro Buenaventura deja huérfana de padre la banda izquierda del Villamarín, el grito del «¡Betis, Betis!» que coreó la grada después de un descenso tinerfeño y el banquillo desde el cual regresó a la vida esa misma tarde, así como la impronta de ser ya un referente para aquellos béticos que a pesar de las muchísimas dificultades, nacen béticos irreductibles.

Se fue un sevillano día de San Fernando quien escribía y regalaba sevillanas verdiblancas por aquello de que se canta lo que se siente. Su Majestad ya no se preguntará más aquello de ¿dónde está mi Betis?; ya que una buena parte se lo ha llevado Pedro en sus ojos y en la buenaventura de su corazón a trece barras.