La Pasión

Madre, te sacaré de aquí

Hoy estará Lolillo pegando lances otra vez en Amate, vigilado por el de las canas, soñando que sale de las Tres Mil y que vive en una casa más amplia, con los suyos

10 jun 2018 / 08:44 h - Actualizado: 10 jun 2018 / 08:44 h.
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Yo no sé si Lolillo será torero o todo esto se quedará en un hermoso sueño de lo que pudo ser y no fue. No sé si lo sacarán un día a hombros de las plazas de toros, si alcanzará la sonrisa del triunfo, la miel de la meta. No sé si le prometerá a su madre el mismo luto que El Cordobés le anunció a la madre que lo parió o terminará comprándole esa casa que ya le ha prometido. No sé si Lolillo Soto logrará esas cuatro paredes con cuartos de baño y salones amplios que quiere comprarle a la mujer que le dio la vida. Pero de momento no pierde el tiempo dejándose la vista en la pantalla del móvil, en las luces de la tablet, en los mandos de la Play Station. Lolillo Soto se dedica cada tarde a quitar matojos arrastrando la muleta en un descampado al ladito de Curro Camacho, otro loco romántico, que le dice al oído lo difícil que es ser torero y llegar arriba. Lolilo vive en las Tres Mil Viviendas, con su familia que se busca y rebusca la vida cada vez que sale el sol en un universo de trueques y chatarras.

Pero el sol que quiere Lolillo Soto para su gente tiene que calentar más fuerte, y por eso se empeña en cada tentadero, en cada colleja que le pega Camacho en la nuca, en cada serie de muletazos, en cada lance con un capote que sufre los apretones con los dedos que le pega Soto cuando recoge la tela entre sus manos para dar las verónicas más lentas que se hayan pegado sobre los jaramagos del Parque Amate. Lolo lucha porque quiere devolverle a los suyos los esfuerzos de cada mañana, porque quiere salir de allí. Y que salga la sangre de su sangre. Y está dispuesto a derramarla en el ruedo.

Los grandes sueños sólo se cumplen después de grandes esfuerzos y en pleno siglo XXI conmueve la historia de un joven gitanillo que compone la figura con arte y que parece llevar dentro ese misterio natural que ni se compra ni se vende. Es –otra vez– un trueque, que así se ganan la vida muchas familias humildes. El destino le quitó las comodidades, pero la naturaleza le echó las bendiciones del arte.

Lolilo Soto le quiere comprar una casa a su madre. Y está pegándole naturales al aire de las tardes de junio, subiéndose a los coches que llevan al campo y escuchando a Curro Camacho que lo mismo te aconseja que te agarra por el cuello para acordarse de todas tus castas cuando no te arrimas lo debido. Que esto es muy difícil y el hombre que se puso delante de Comando Gris lo sabe.

Hoy estará Lolillo pegando lances otra vez en Amate, vigilado por el de las canas, soñando que sale de las Tres Mil, viviendo en su mente dentro de una casa amplia y cómoda, con los suyos a buen recaudo y la cabeza del toro de su alternativa allí colgada sobre la chimenea. De momento torea cada día al burel de la vida, que le embiste con genio.