Malcriados

Image
Juan Luis Pavón juanluispavon1
14 dic 2017 / 22:32 h - Actualizado: 14 dic 2017 / 22:34 h.
"Pasa la vida"

El asesinato de un hombre en una agresión por la espalda, fueran cuales fueran los tirantes que vestía, es un crimen que sería condenado rotunda y unánimemente en cualquier sociedad de acendrados valores democráticos. Con naturalidad, cualquier persona diría en público y en privado que ninguna ideología y ninguna inquina justifican quitarle la vida al prójimo. Y rarísimo sería que alguien osara mofarse en las redes sociales de la víctima o de sus allegados. Quien así se atreviera a comportarse, usara seudónimo o su identidad real, sería objeto de reprobación general y se le quitarían las ganas de otra tentativa provocadora en busca de corifeos.

Los repugnantes insultos a hombres y mujeres que encabezan diversas candidaturas en las elecciones autonómicas catalanas, merecerían de inmediato y a coro el más firme rechazo por parte de todos los representantes de los demás partidos. Es más, éstos ‘competirían’ en demostrar públicamente quién se opone con más claridad a esas bajezas, quién respeta más a los rivales porque también son representantes de la soberanía popular, y quién enfatiza más que en sus filas no quieren a simpatizantes o adláteres con semejante miseria moral.

El clientelismo del ‘pan para hoy, hambre para mañana’ que se ha estilado para comprar la paz social en cualquier ciudad, comarca o región, se toparía con un imponente ‘No en nuestro nombre’ por parte de la mayor parte del vecindario. Esgrimiendo dignidad y altura de miras para evitar que les ofrezcan a ellos y a sus hijos un presente cómodo que encubre un futuro ruinoso. Se manifestarían en contra de que desde las instituciones de gobierno que representan a todos, y con el dinero de todos los contribuyentes, se utilice el desempleo para continuar en el poder. En lugar de utilizar esos fondos y a los funcionarios para reformar y resolver los problemas estructurales de nuestro modelo socioeconómico.

Asómense a estas tres contradicciones de la España actual. Hay más. Todas son vertientes del mismo prisma: ser malcriados. En lugar de asistir a su erradicación, cual viejos vicios de épocas cainitas, están siendo potenciadas, justificadas y normalizadas. En un contexto de muy débil educación en valores desde el ámbito familiar. Por eso adquiere aún mayor importancia la nueva entrega de los prestigiosos análisis sociológicos encargados por la Fundación SM sobre la juventud española. Aumenta a la vez la identificación con la radicalidad y con el consumismo. Crece el talante comprensivo hacia la violencia. Sus referentes sociales son ellos mismos enganchados a la sobreexposición digital, sin tener en cuenta criterios y experiencias que no coincidan con su catálogo de presuntas verdades. La cifra de los que se autorretratan así ha ascendido al 20% de los jóvenes. Si no les parece preocupante, les recuerdo la Ley de Pareto: en cualquier colectivo humano (sobre todo sin bases profundamente democráticas, las que establecen contrapoderes y límites a la discrecionalidad) el 20% puede mandar sobre el 80% restante, beneficiarse del 80% de la riqueza y hacer ver que son la mayoría.