Maletines en el fútbol, ¿sí o no?

Image
14 may 2016 / 01:27 h - Actualizado: 14 may 2016 / 01:30 h.
"Fútbol","Derecho para todos"

Haberlos haylos. Así es como afirmaría un reconocido cómico español la existencia de primas por ganar en el fútbol español. Se trata de casos en los que, al final de la competición liguera, y para conseguir sus objetivos, un equipo depende de otro resultado ajeno. Para conseguirlo, basta un aliciente económico al conjunto cuya victoria interesa, y esperar el resultado favorable. Huelga decir que nos movemos en el mundo de las sospechas, no en el de las certezas. Difícilmente alguien reconocerá alguna vez el pago o cobro de primas por ganar, y mucho menos, por perder, así que oficialmente estamos ante una leyenda urbana, que hace de los maletines una fábula tan irreal como la gallardía con la que los posibles protagonistas echan balones fuera y ensalzan la pureza de la competición.

A nivel judicial, no existen demasiadas pautas para determinar la legitimidad de estas prácticas. Así, el máximo exponente lo encontramos en la resolución del Tribunal Internacional de Arbitraje Deportivo, que en 2014 resolvió como ilegal las primas a terceros con motivo de un caso de amaños en la liga turca. Con este verificado precedente, y trasladándonos al plano legislativo nacional, debemos distinguir la normativa en el ámbito deportivo, y en la ley penal ordinaria. El código disciplinario de la Federación Española de Fútbol prohíbe expresamente la recompensa de un tercer club como estímulo para obtener un resultado positivo, extendiendo la prohibición tanto al que da como al que recibe. Con ello queda patente la ilegalidad de los presuntos maletines entre clubes de fútbol, o entre cualesquiera deportistas.

Sin embargo, la citada conducta tan sólo parece vedada al ámbito deportivo, de manera que, a priori, la forma de eludir la ley pasaría por incluir en el complot a terceros particulares, sin vínculos con los clubes y por tanto lejos de la competencia de tribunales deportivos. Es decir, que si el que ofrece el maletín no es el FC Barcelona, sino un aficionado del mismo, independiente del club, no cabría castigar ni la entrega ni la recepción de la prima. ¿Vacío legal? No del todo. A tenor de la ley, esto solo podría perseguirse por el Código Penal español, el cual, al castigar la corrupción entre particulares, hace una tímida mención al ámbito deportivo e impide a particulares alterar fraudulentamente el resultado de una competición profesional. Sin embargo, esto nos deja en un terreno pantanoso al no poderse predicar de las primas su supuesta adulteración del resultado, toda vez que se presume, por defecto, la ambición de victoria de los contendientes, sin que el aliciente económico externo contradiga la competitividad de los equipos. Todo lo más, en mi opinión, la aviva.

En virtud de lo dicho, me permito romper una lanza a favor de los maletines en el fútbol. Aún más, creo que cabría regularizar su práctica para hacerla transparente y ordenada. Para ello, admito varios obstáculos, aunque todos ellos salvables en mi opinión. Por un lado, nos encontramos ante un reproche social generalizado (si bien podo fundado), basado en una ingenua visión de compra de partidos, o de adulteración de la competición por dejar esta posibilidad tan solo a los clubes más pudientes. Sin embargo, la desigualdad económica en nuestra competición es una obviedad, y no por ello se entiende adulterada, ni se persigue el equilibrio financiero. Además, el mismo purista que entienda el aliciente económico como una adulteración de la competición, negaría contradictoriamente que los clubes y sus jugadores disputasen cualquier partido con la mayor ambición profesional posible. Si la prima es determinante para querer ganar, será que lo que realmente está adulterado es la competitividad de los clubes en sus diferentes partidos, porque, así visto, sólo jugarían para vencer los clubes primados, y no el resto. Creo que esto es para repensarlo, todavía más si contamos con que los propios clubes ya ofrecen primas a sus jugadores como incentivo profesional.

El otro principal escollo que ha impedido el reconocimiento público de estas prácticas en nuestra historia reciente es Hacienda. Al resultar ilegal, y hacerse todo a modo de trapicheo, la admisión de recibir primas supondría quedar expuesto ante el fisco, y perder con ello parte del botín. Con la permisividad en este aspecto, dichos montantes serían transparentes y tributables, de modo que redundarían en beneficio de todos, antes de perderse en maletines oscuros con un solo y anónimo beneficiario.

Por tanto, si no es absolutamente perseguible, si no supone (bien entendido) adulterar la competición, y si deja de ser oculta al erario público, podríamos pensar en permitir que los maletines se conviertan en transferencias transparentes, y que los recelos y desconfianzas de finales de temporada dejasen de existir.