Memorial del Tamarguillo (V)

Sevilla no recibió trato de favor de Franco. Era la única capital de España que en 1973 tenía refugios para miles de familias sin hogar

Image
30 jul 2017 / 23:46 h - Actualizado: 30 jul 2017 / 23:47 h.
"Historia","Hemeroteca El Correo"
  • La Prensa reflejó día a día las realidades ciudadanas. / Hemeroteca Municipal de Sevilla
    La Prensa reflejó día a día las realidades ciudadanas. / Hemeroteca Municipal de Sevilla
  • Memorial del Tamarguillo (V)
  • Los sevillanos vivieron sobresaltados el cierre de calles por peligro de derrumbamiento de edificios. / El Correo
    Los sevillanos vivieron sobresaltados el cierre de calles por peligro de derrumbamiento de edificios. / El Correo
  • Memorial del Tamarguillo (V)
  • Memorial del Tamarguillo (V)
  • La extrema pobreza de los sevillanos no excluyó el sentimiento religioso, como prueban estas míseras habitaciones de corral. / El Correo
    La extrema pobreza de los sevillanos no excluyó el sentimiento religioso, como prueban estas míseras habitaciones de corral. / El Correo

Desde 1940 hasta 1976, se construyeron en Sevilla 115.490 viviendas. De ellas, 44.455 fueron de promoción pública y 71.035 de promoción privada. Pero estos datos esconden varias realidades negativas y comportamientos administrativos insolidarios con Sevilla, como recogemos en nuestro libro «Sevilla en tiempos de La Corchuela» [1967-1980].

Para empezar, adelantamos que de esas 115.490 viviendas construidas entre 1940 y 1976, nada menos que el 73 por ciento [más de 84.000] fueron edificadas después de 1961, es decir, a partir de la primavera de 1962.

Todo el triunfalismo que acompañó al enorme esfuerzo realizado en Sevilla en materia de viviendas por el Gobierno, que fue evidente a partir de la catástrofe del Tamarguillo, tuvo, sin embargo, una contrapartida estadística que dejó bien claro que Sevilla no había recibido trato de excepción respecto a otras capitales. Peor aún, en términos relativos había sido gravemente perjudicada, y no fueron valorados por las autoridades de Madrid, los antecedentes de abandono estatal y la dramática realidad que la situaba como la única capital española con refugios para familias sin vivienda.

En efecto, durante el período de vigencia del I Plan de Desarrollo Económico y social [1964-1967], coincidente con la crisis de viviendas sociales de Sevilla posterior a la riada del Tamarguillo, se construyeron poco más de diecinueve mil viviendas con protección estatal, todo un récord en comparación con épocas anteriores. Teniendo en cuenta los plazos de gestión y construcción, ofrecemos mejor el balance del cuatrienio 1965-1968, contenido en las memorias del Ministerio de la Vivienda.

–Durante el cuatrienio citado se construyeron en España 717.625 viviendas con protección estatal, equivalente a 21,9 viviendas por cada mil habitantes.

–En el mismo periodo de tiempo, en Sevilla se construyeron 19.073 viviendas también con protección estatal, equivalente a 13,4 hogares por cada mil personas.

–Siempre sobre idéntico periodo de tiempo, en las ocho provincias de Andalucía se construyeron 103.633 casas con protección estatal, con un promedio de 15,1 viviendas por cada mil habitantes.

Las anteriores cifras revelan que Sevilla estuvo muy por debajo de la media española y aún de la andaluza. Pero todavía son más expresivos los números referentes a otras ciudades, en valores absolutos y relativos. Por ejemplo:

–En Alicante se construyeron 37.404 viviendas con protección estatal, equivalente a 44,5 nuevos hogares por cada mil habitantes. En Valencia, 63.604 (39,2); en Madrid, 121,761 (37,1); en Vizcaya, 32.259 (34,4); y en Barcelona, 110.594 (31,6).

Hemos seleccionado aquellas provincias donde la Administración Central, siguiendo las directrices sociales de los Planes de Desarrollo, admitió tener en cuenta la solidaridad estatal necesaria motivada por sus fuertes tasas inmigratorias. Sevilla, desde principio de siglo, y más aún en los años cuarenta y cincuenta, tuvo la misma presión inmigratoria, además de sus problemas endémicos de falta de viviendas sociales. Basta conocer las cifras absolutas y relativas antes indicadas para poder afirmar, sin rodeos, que Sevilla no recibió ningún trato de favor por parte del Gobierno tecnócrata del general Franco. Ni tampoco el apoyo que en justicia le pertenecía.

Además, ninguna de las ciudades antes indicada, aunque tuvieran suburbios de chabolas, sufría la lacra social de los refugios. En 1968, en Sevilla todavía estaban abiertos y repletos de personas quince refugios, más La Corchuela que se abriría al año siguiente. En cuanto a suburbios de chabolas, sumaban veintitrés. Dos años después, en 1970, el déficit alcanzó la cifra de 42.764 viviendas. Un escándalo social y político que Sevilla nunca esgrimió ante las autoridades de Madrid.

Del centro de la ciudad desaparecieron edificios vinculados a la primera mitad del siglo XX, incluso de época anterior, que dieron carácter a las plazas del Duque de la Victoria y de la Magdalena –por entonces del General Franco–, a las calles San Vicente y del entorno del barrio del Museo y otras zonas. La pérdida de edificios identificados con la burguesía y la clase media fue similar a la desaparición de antiguos y legendarios corrales de vecinos ocupados por la clase obrera, aunque menos espectacular. Las familias con casas de patios sevillanos fueron abandonando su hábitat del casco antiguo para mudarse a las nuevas viviendas de Los Remedios y otros sectores modernos, muy discretamente. Por el contrario, el abandono de las familias residentes en los corrales de vecinos casi siempre fue acompañado del escándalo de los desahucios por ruina de los edificios y su traslado a los refugios.

Nuevos edificios darían la actual fisonomía del centro de la ciudad, al mismo tiempo que identificarían la periferia. Fueron los casos de las nuevas sedes de la Compañía Sevillana de Electricidad, del Colegio de Médicos, del Colegio de Peritos Aparejadores, de las Facultades y Escuelas Técnicas creadas o ampliadas en la Universidad y un largo etcétera de edificios públicos y privados. En la avenida de Reina Mercedes estas nuevas sedes universitarias lograrían un premio nacional de arquitectura. Al mismo tiempo que eran evidentes los cambios del caserío del casco antiguo y la expansión de la ciudad por la periferia extra murallas, quedaba el vacío humano dejado por personajes fallecidos o retirados de la vida pública y que habían identificado una época básica de la historia local, desde los tiempos de la II República hasta finales de la década de los sesenta. Fueron los casos de Joaquín Romero Murube, Pedro Armero Manjón, Juan Lafita, Manuel Giménez Fernández, Juan Carretero Luca de Tena, Miguel Bermudo Barrera, Norberto Almandoz, José Laguillo Bonilla, José María Piñar y Pickman, Francisco Hohenleiter, varios matadores de toros y artistas flamencos, pintores y escultores, poetas y escritores, arquitectos, empresarios del comercio y la industria, entre otros muchos fallecidos. La desaparición de catedráticos, abogados, médicos, periodistas y escritores, profesionales liberales en general, que dieron personalidad a la vida cultural durante la postguerra, tuvo consecuencias negativas más o menos decisivas en el Ateneo y otras entidades culturales y colegios profesionales. También la ruptura generacional afectó al mundo de la cultura y la enseñanza.

Para algunos observadores críticos de la situación sociopolítica y económica sevillana y nacional, había existido una excesiva prolongación del protagonismo gestor de las generaciones que vivieron los tiempos difíciles de la II República e hicieron la guerra, con efectos negativos sobre las generaciones inmediatas, que no pudieron ejercer el relevo y tomar decisiones en las diversas actividades privadas y públicas con cierta juventud. Fueron unas generaciones de postguerra consideradas injustamente menores de edad, inmaduras, sin experiencias suficientes del inmediato pasado.

Sevilla era la única capital de España que en 1973 tenía refugios para miles de familias sin hogar. La construcción de viviendas sociales desde 1962, pocos meses después de la tragedia provocada por el arroyo Tamarguillo, había cambiado la fisonomía de la ciudad, tanto en el casco antiguo como en la nueva periferia, pero el déficit de alojamientos seguía sumando cifras escandalosas. Junto a la ruina de viviendas por causas de las riadas, de los terremotos de 1964 y 1969 y del envejecimiento natural del caserío en su mayoría decimonónico, agravaron la situación el fuerte crecimiento vegetativo de la población y las inmigraciones de las zonas rurales. Estas circunstancias, unidas a las generales que experimentaba el país en los últimos años del tardofranquismo, convirtieron a Sevilla en una fuente de graves conflictos socio laborales, económicos y políticos. Sevilla, entre los refugios y los problemas sociales, fue tema frecuente en los periódicos de Madrid.

La capital andaluza era un reflejo muy concentrado de la complejidad de la nación en los finales años sesenta y primeros setenta. De manera que, aunque la sociedad viviera sus fiestas primaverales, la Semana Santa, la Feria de Abril, las Cruces de Mayo y la romería del Rocío con participación masiva de casi todas las clases sociales, existían unas realidades sociológicas y políticas conflictivas que daban siempre la cara con dramáticas consecuencias. Pese a la censura, las hemerotecas ofrecen testimonios muy expresivos de la revolución silenciosa que registró la capital, su alfoz y el resto de la provincia, sobre todo la Sierra Norte.

Sólo durante el período 1962-1969, que fue el más activo en promoción de nuevos hogares, la superficie de terrenos adquiridos por el Instituto Nacional de la Vivienda en la capital, sumaron 4.101.603 metros cuadrados, con una inversión de 224.170.798 pesetas. Y en el resto de la provincia, fue de 1.874.341 metros cuadrados, con un coste de 68.610.000 pesetas. A estas inversiones se añadieron 583.941.513 pesetas para la transformación del suelo rústico en urbano y las obras de infraestructuras básicas necesarias.

En la capital fueron adquiridos los Polígonos de San Pablo, con 1.121.952 metros cuadrados y un coste de 72.695.308 pesetas; de la Carretera Amarilla, con 1.292.700 metros cuadrados y un coste de 45.787.591 pesetas; de San Julián, con 40.200 metros cuadrados y un coste de 59.871.587 pesetas; y Sur, con 1.646.751 metros cuadrados y un coste de 45.816.312 pesetas. Salvo el Polígono de la Carretera Amarilla, que fue destinado a la industria, los otros tres se dedicaron a viviendas sociales.

En la provincia se localizaron los polígonos en Arahal (Vereda de Osuna), Camas (El Ceguiñuelo), Carmona (El Cerrillo), Coria del Río (Riopudio), Dos Hermanas (Los Montecillos), Écija (Almorrón), Lebrija (Lomas de Overo), Lora del Río (Las Viñas), Morón de la Frontera (El Rancho), Puebla del Río (Pozo Concejo) y Utrera (El Tinte).

Entre 1940 y finales de 1976, se habían construido en la capital 115.490 viviendas sociales, de ellas el setenta y tres por ciento después de la catástrofe del Tamarguillo en noviembre de 1961. Fueron quince años de frenética batalla de la vivienda social, siempre muy por detrás del déficit acumulado. De las 115.490 viviendas citadas, 44.455 fueron promovidas por el Estado, y 71.035 por el sector inmobiliario privado.

La Obra Sindical del Hogar construyó 7.142 viviendas en los barrios «A», «B», «D» y «E» del Polígono de San Pablo, entre 1965 y 1971. Y poco después, en el barrio «C» del mismo Polígono de San Pablo, una vez liberado de las llamadas «casitas bajas», la citada Obra Sindical del Hogar, con la ayuda financiera del Instituto Nacional de la Vivienda, construyó diez mil viviendas de renta limitada y de tipo social, locales comerciales, edificaciones complementarias y cuatro templos parroquiales siguiendo las directrices del cardenal arzobispo Bueno Monreal, que prestó especial atención a la cobertura espiritual de las nuevas barriadas.

La Obra Sindical del Hogar construyó casi el ochenta por ciento de las viviendas de protección oficial, cerca de catorce mil, entre ellas las correspondientes a los núcleos de Santa Genoveva, Madre de Dios, Nuestra Señora de los Reyes, El Tardón, Ave María, Felipe II, Polígono Norte, Polígono Sur y los seis mil albergues provisionales (1966-1968), Juan XXIII, Nuestra Señora del Rocío y Nuestra Señora de Fátima. La mayoría de estas viviendas fueron edificadas entre 1957 y 1966. Al mismo tiempo se construyeron 3.664 Unidades Vecinales de Absorción (las populares UVA cercanas a Juan XXIII), entre 1968 y 1975.

Por el Real Patronato de Casas Baratas fueron construidas más de nueve mil viviendas en las barriadas de Torreblanca la Nueva, de Tercia, de Pío XII, de los Pájaros, de la Candelaria, de Nuestra Señora del Carmen, de Felipe II, de Nazaret y de la carretera de Alcalá de Guadaíra.

Por el Ayuntamiento y el Patronato Municipal de la Vivienda, se edificaron viviendas en La Barzola, la Candelaria, los Pájaros, el Prado de San Sebastián, el Mercado de Entradores, Sector Sur, Huerta del Rey, La Corza, Nuestra Señora de la Oliva, Pino Montano y otros sectores.

Por la Diputación Provincial y el Gobierno Civil, fueron construidos núcleos de viviendas en Los Remedios, en Nervión, el Barrio de León, el Tiro de Línea, Triana y otras zonas de la ciudad y la provincia.

Luego y además de los pisos construidos con el apoyo del Instituto Nacional de la Vivienda, se crearon decenas de núcleos residenciales por cooperativas formadas en centros oficiales, grandes empresas y particulares, con diversos tipos de ayuda oficial. Fueron, entre otros, los núcleos residenciales de Elcano, Agentes Comerciales, Obras Públicas, Tablada, Santa María del Trabajo y Santiago Apóstol, Hermandades del Trabajo, Instituto Nacional de Previsión, Correos, Transportes Urbanos, Giralda, Asociación de la Prensa, El Plantinar, El Juncal, Rochelambert, Santa Cecilia, San Jacinto, Manuel Arellano, San Vicente de Paúl, Campo de Soria, Sánchez Pizjuán, Pino Flores, Doctor Marañón, Híspalis, Las Avenidas, el Rocío, Haza de Villegas, Santa Ana (Guadaíra y San Pablo), Condes de Bustillo, Bami, Numancia, Romegosa, Macarena-Las Palmillas, San Estanislao, Oscar Carvallo, Lionel Carvallo, El Torrejón, El Cerezo, San Diego, Hispano Aviación, Ramón y Cajal, Nuestra Señora de los Dolores, Renfe, Buenavista, La Rosaleda, Virgen de la Estrella, Guadalquivir-Sevillana de Electricidad, Pineda-Astilleros, Las Naciones, Aramburu, Utrera Molina, Santa Clara, Tabladilla, Alcosa, Hiconsa, Litos, Las Calesas, Zodiaco, Montequinto, Zeus y Olimpia, La Carrasca, Torredamar, El Trébol, El Rosario, Eurohogar, San Carlos, Macarena Norte, Mediterránea, Cruz Campo, Los Granados, Kansas City, Santa Aurelia y muchos más, que enriquecieron el nomenclátor de la ciudad y modificaron las formas de vida familiar de la clases obrera y media.