Miércoles Santo

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11 abr 2017 / 22:38 h - Actualizado: 11 abr 2017 / 22:41 h.
"Fin de pista"

Se vistió con los nervios –disfrazados de tranquilidad impostada– de siempre. El tacto de la sarga y el brillo de los bordados antiguos; el olor de la plancha nueva; el aire de la huerta vieja y hasta el aceite caliente que esperaba aquellas tortillas de tantos y tantos Miércoles Santos convertían la sobremesa tardía en un rito conocido. Seguramente era el momento de recordar las mismas manos que nos ciñeron esa ropa entre bromas y sonrisas repetidas. Son idénticas caras que ahora reverdecen en el vértigo antiguo de un día irrepetible.

Es Miércoles Santo y el sol amarillo de la primavera plena se convierte en un brocal incierto de lo que un día fuimos. Los rostros se asoman a las fotografías y los marcos de plata. Algunos ya no están; otros ya no visten la túnica pero otros –muy menudos– se ciñen de ilusión a la vez que pensamos en lo que nos da y lo que nos quita la vida que nos dieron. Es Miércoles Santo y esa vida, tantos y tantos años después, se pinta de blanco y morado a la vez que zumban las abejas, se desploma el azahar y sonríen los viejos, sabiendo que el secreto está a salvo.

Es Miércoles Santo y seguramente soy un año más viejo. Es seguro que tengo un año menos y un puesto más cercano Al que me presentaron siendo tan chico. Pero estoy orgulloso de saber que la túnica más menuda de la cofradía –río arriba– se bendice con el amor de sus padres y sus abuelos. Porque es Miércoles Santo...