Miguel de Tena se busca las habichuelas entre los olivos

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
19 jul 2018 / 21:23 h - Actualizado: 19 jul 2018 / 21:25 h.
"La Gazapera"

El buen cantaor Miguel de Tena, de unas facultades admirables para el cante de línea gaché, vive en La Puebla de Cazalla y está casado con una morisca –hermana del cantaor Rubito Hijo–, pero canta poco en este pueblo. Menos que Manuel Gerena, que ya es decir. Los sabios doctores de La Reunión de Cante Jondo no quieren correr el riesgo de que se le vaya a ocurrir levantar al público con unos fandangos de Vallejo y se líe parda. Por tanto, el cantaor de Rueca (Badajoz) se tiene que buscar la vida y hace su propio festival entre los olivos, en la hacienda San Pedro (Las Bodeguillas), que está en la carretera de Villanueva de San Juan. Allí hay una placita de toros que se llenará esta noche de aficionados de La Puebla y de otros pueblos cercanos para disfrutar del cante de este extremeño.

Miguel de Tena es un cantaor de un poderío impresionante, que recuerda mucho a los que triunfaban hace ochenta años en las plazas de toros de toda España, en la época de la ópera flamenca, cuando Vedrines y Montserrat revolucionaron los espectáculos de flamenco ayudados por Chacón, Cepero, La Niña de los Peines, Vallejo, El Niño de Marchena, El Cojo de Málaga, Ramón Montoya y Manolo de Badajoz. Miles de personas iban a los cosos taurinos para disfrutar del flamenco, hasta que el invento se vino abajo y llegaron los festivales de verano de los pueblos, en los cincuenta. Los flamencólogos despotricaron bastante sobre aquella etapa de esplendor, que fue desde mediados los años veinte hasta mediados los cincuenta del pasado siglo.

Pocos han destacado que, aunque hubiera aspectos negativos en la ópera flamenca, lo cierto es que fue una etapa de tres décadas con unos artistas impresionantes y que se crearon muchos espectáculos importantes, por no entrar en lo que se grabó en discos de pizarra, el formato de la época. Fue también una etapa de conquistas para los artistas del género, que iban contratados de manera legal, algo que no ocurría en los cuartos, tan idealizados por los puristas del mundo jondo. Miguel de Tena hubiera sido primera figura en aquellos años, porque tiene las cualidades precisas, pero hoy es considerado un copista, algo que no le hace justicia, aunque sea cierto que copia de maravilla a Vallejo, El Pena Hijo, Canalejas o Porrina de Badajoz, como otros copian a Mairena, Chacón o Manolo Caracol.

En La Puebla se puede copiar a Mairena o Menese, pero no a Vallejo o Marchena. Y este es el motivo por el que el fino cantaor no entra en los programas moriscos, de un control casi policíaco. Gracias a ese control, algunos moriscos acuden a este festival que Miguel de Tena organiza en el campo, en plena campiña, donde cuando se oculta el sol se ve obligado a competir con mochuelos y cucos. Como la finca está a varios kilómetros de La Puebla, se ponen autobuses para llevar a los aficionados desde el pueblo a la finca, con lo que el ambiente es estupendo. Esto se llama buscarse las habichuelas, en lo que Miguel es un verdadero especialista.

No estará solo el cantor extremeño, sino acompañado por la joven cantaora María Jesús Bernal y la buena bailaora Eli Parrilla, de la localidad cercana de Paradas. Eli es una de las discípulas de la maestra trianera Milagros Mengíbar, quizá la mejor representante actual de la llamada escuela sevillana. Ha tenido muchas discípulas, pero destacaron pronto Eli Parrilla y la malagueña Luisa Palicio. Una de ellas, Eli, estará esta noche en este festival y será interesante verla bailar con bata de cola en un marco tan bello y alejado del ruido de los coches y los chiringuitos.

Miguel de Tena será acompañado a la guitarra por el cordobés Antonio Patrocinio.