Mil formas de tomarnos el pelo

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02 dic 2017 / 21:20 h - Actualizado: 02 dic 2017 / 21:23 h.
"Opinión"

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Las aerolíneas low cost están perfeccionando de forma sorprendente una estrategia maquiavélica que les permite compensar los precios asequibles con el cobro de determinadas tasas y conceptos absolutamente cuestionables. Ejemplo: una familia de cinco miembros, los padres y tres hijos menores, compran sus billetes de Ryanair por internet y cuando formalizan sus tarjetas de embarque comprueban que los asientos asignados a los cinco pasajeros están todos separados. El menor, un niño de tres años, es colocado a diez filas de distancia de cualquiera de sus padres. Tres años. ¿Estamos locos? ¿Para qué nos piden tan exhaustivo detalle de datos personales? ¿De verdad se tienen en cuenta determinados pormenores como el hecho de que el pasajero no sabe ni de lejos abrocharse el cinturón?

La solución, claro está, consiste en pagar la elección de asiento, y una vez realizado el check-in, a unos precios realmente desproporcionados. Podría tener su lógica que cualquier pasajero pague un plus por elegir la zona del avión de su preferencia. Pero, independientemente de la zona, si expresamos nuestra voluntad de ocupar los asientos que la empresa nos asigne de forma aleatoria, no hay ninguna razón para que una reserva ÚNICA de dos, cuatro o seis plazas no se tramite de forma conjunta. A menos que Ryanair separe de forma deliberada a los grupos para forzar el pago. Una extorsión en toda la extensión de la palabra. No es que el disparate del niño de tres años (que he recogido de una queja real tramitada ante la compañía, por cierto) roce la ilegalidad, es que quien compra cinco billetes juntos es porque quiere cinco billetes razonablemente JUNTOS, salvo fuerza mayor.

Imaginen que el ejemplo cunda en otras actividades: que voy con mi marido al cine y me dan a mí la fila ocho y a él la 14 al otro lado del pasillo. ¿Que quieren estar juntos? ¡Ah! ¡Se siente! ¡Paguen ustedes el suplemento por elección de asiento! Y qué pasaría si en un hotel a cada uno le asignaran la habitación al antojo del establecimiento. No, claro, dirán que dormir ya es una cuestión que afecta a la intimidad... ¿Les parece poco íntimo que al niño de tres años se le caigan los mocos y se los tenga que limpiar el vecino? ¿O que yo tenga que aguantar durante el vuelo los ronquidos de otro que no me corresponda?

Es una artimaña recaudatoria descaradísima, que alguien debería llevar a los tribunales con la seguridad de que la justicia estaría de su parte. Porque a ver: si esa misma familia de cinco miembros se aviene a pasar por el aro y propone a la compañía cambiar sólo al niño pequeño, pagando una plaza que ha quedado libre junto al padre... ¡le contestan que no se puede, que tienen que comprar los cinco juntos porque es una única reserva! De modo que para eso sí se considera una reserva unitaria... Señores, que se les ve el plumero...

La democratización del turismo y los viajes en general no ha hecho sino añadir una nueva modalidad de tomadura de pelo de ésas que venimos soportando... los de siempre. Además de los bancos con sus comisiones abusivas de todo tipo, las compañías telefónicas y sus precios y permanencias que no son pero son, las eléctricas y sus facturas incomprensibles... ahora tenemos los vuelos baratos no tan baratos en los que un día nos van a obligar a pagar hasta por el salvavidas...

¿Hasta cuándo? ¿Cuándo diremos bien alto ya está bien? ¿Nos toman ustedes por tontos? Debe de ser que sí, que lo somos, porque de otro modo no toleraríamos tanto atropello generalizado. Menos mal que aún nos queda la libertad de expresión para poder despotricar contra todos... después de haber pagado los asientos para viajar en el puente.