La vida del revés

Nada de ‘peros’ o el porqué pactar con Vox no es un delito

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09 jul 2019 / 12:00 h - Actualizado: 09 jul 2019 / 12:45 h.
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  • Miembros de Ciudadanos durante la manifestación del ‘Orgullo’ en Madrid. / EFE
    Miembros de Ciudadanos durante la manifestación del ‘Orgullo’ en Madrid. / EFE

Los políticos españoles creen haber descubierto una nueva fórmula para decir una cosa y justo la contraria. Pero en realidad no han inventado nada porque la lleva utilizando el ser humano desde las cavernas; y, por otra parte, el uso que hacen del lenguaje esos políticos es entre patético y vergonzoso.

Ayer, Susana Díaz durante unas declaraciones insistía, primero, en que nadie debe privar a nadie de su derecho a manifestarse libremente; quería dejar claro su rechazo a cualquier tipo de escrache o acoso en cualquier manifestación, pero... Y esta conjunción adversativa que une dos oraciones o sintagmas cuyos significados se contraponen, se restringen o se limitan; es la que convierte lo anterior en pura cosmética.

Susana Díaz decía que nada de privar de libertades y que nada de escraches, pero sugería a la señora Arrimadas que se plantease si es compatible gobernar con Vox y defender, al mismo tiempo, al colectivo LGTBI. Esto dicho pocas horas después de que se produjese un incidente grave en la manifestación del Orgullo Gay de Madrid, tiene una traducción muy sencilla y muy evidente: Arrimadas, esto os pasa por ajuntar a los de Vox. Dejad de hacerlo y os dejarán de marginar. Y, por supuesto, estas declaraciones de la señora Díaz son impresentables.

No hay ‘peros’ posibles. En una democracia cuando se habla de violencia, de falta de libertades o de un claro peligro para el sistema, no hay ‘peros’ posibles.

Más. El ministro Grande-Marlaska metió la pata al declarar, refiriéndose a Vox, que «pactar de una forma descarada y obscena con quien trata de limitar derechos LGTBI» debe tener alguna consecuencia y debe entenderse así por parte del que lo hace o se le podría calificar como irresponsable. Metió la pata porque la única consecuencia que puede tener un pacto político en democracia es el debate de ideas y el voto contrario (como reacción) a una opción llegadas las elecciones. No hay más.

Dicho esto, he de decir que lo que está haciendo Rivera es muy peligroso para su propia formación política. Ciudadanos ha pasado de ser un partido simpático, amable y alternativo, a estar en todos los fregados, en todos los conflictos más feos. Además, tratan de ser protagonistas desde la confrontación. Ir al País Vasco para lograr un titular, quitar los lazos amarillos en algunas instalaciones de poblaciones catalanas o ir al ‘Orgullo’ con la pancarta por delante (Podemos también lo hizo) cuando el acto no debería politizarse de ninguna de las maneras, les convierte en una formación correosa, conflictiva y antipática. ¿Lo pueden hacer? Ya lo creo que sí. Y no pasa porque las urnas pondrán las cosas en su sitio. Rivera debería preguntar a Iglesias sobre cómo le ha ido la arrogancia en política.

Albert Rivera y los suyos niegan algo evidente y es que pacta con la extrema derecha. Se necesitan para gobernar. Y no pasa nada. PP, Vox y PP, son partidos legales a los que votan un buen número de españoles. Gustará poco o muy poco que Vox pueda influir decisivamente en el panorama político nacional (a mí me parece una calamidad como otra cualquiera), pero es que las reglas del juego son las que son desde que llegó la democracia. Si somos demócratas lo somos de verdad.

Vuelvo a mirar la política española para encontrarnos de todo menos el bien de España como objetivo. Y vuelvo a sentir una enorme pena. Veo pandilleros enfrentándose a la salida del instituto. En el descampado de atrás. Es lo que veo; cinco pandillas lideradas por cinco niñatos; y siento terror.