Hoy me ha venido a la memoria el libro del genial Goytisolo Paisajes después de la batalla, un mosaico de piezas mezcladas de realidad y ficción, a veces trágicas, a veces cómicas, con contenido social y político, donde no está claro ni cuáles son los mensajes que se nos quieren transmitir. Y me parece una buena forma de describir la situación política en España.
El 26J ha dejado un panorama que, a priori, parecía poco previsible, por mucho que algunos habíamos avisado de que la estrategia del PP era la adecuada y de podía estar ante un sorpasso interruptus. Tras el lunes de resaca, como también forma parte ya de la liturgia, son cada vez más las voces que, diciendo entender el verdadero mensaje oculto tras las urnas, lo interpretan siempre en favor propio. Queda algo claro, también en esto: la nueva política es calcada a la antigua.
Desde mi punto de vista, con un mapa pintado de azul y 137 escaños en su haber, es muy complicado que el próximo Presidente de España no sea del PP –No me atrevo ni a asegurar, ni a descartar que vaya a ser Rajoy–. Como en política también importante la gestión de las expectativas, hay también un perdedor claro, Pablo Iglesias. Y es más que probable que el órdago de izquierdas que ha sido Unidos Podemos empiece a tener que gestionar la enorme dificultad de que sea probable que no dejen a IU constituirse en Grupo Parlamentario propio, como les puede ocurrir también a Compromís, En Marea o En Comú ¿Podrán funcionar con un único portavoz?
En Andalucía resurge fortalecido Moreno Bonilla, a costa de la imagen de una Susana Díaz a quien las urnas le han amanecido huérfanas de buenas noticias, ahora que parecía que se empezaban a cerrar las heridas judiciales.
Y Pedro Sánchez... parece que resiste. Como siempre.