La Sanidad española va camino de convertirse en Santidad, por el calvario que tenemos que padecer los pacientes (nunca vino mejor este nombre) ante el cúmulo de ineptos e impresentables que la dirigen. Los que se salvan son los profesionales, que bastante hacen con lidiar con los medios que tienen.
La enésima monería ha sido la de primar el uso del catalán por encima de otros méritos profesionales para los médicos que quieran ejercer (o estén ejerciendo, que es lo peor) en Baleares.
A los dirigentes isleños parece importarles un pepino si un médico es mejor que otro, si el segundo sabe hablar catalán. O sea que si usted acude al médico en Baleares, los señores que dirigen allí la Sanidad prefieren a un doctor que diga en perfecto catalán «Ho sento, però no tinc ni punyetera idea del que li passa» (disculpen si está mal, pero lo he traducido por Google porque yo no sé catalán y por eso trabajo en la Radio en Sevilla y no de médico en Baleares) a otro que le diga al paciente en castellano: «Pues eso se le cura a usted tomándose una de estas cada seis horas».
Y es que si el Renacimiento fue la era del renacer del hombre, el Gilipollamiento, o época actual, es la era del renacer de los seres que dan nombre a la época. O sea, que puede que nos vayamos a morir, pero bien atendidos en catalán. Gracias a Deu.
Pues si yo fuera médico castellano parlante en Baleares, aprendería al menos a decir en catalán a los dirigentes «vayase vostè a fer-se una autorectoscopia amb el dit mig». Ea.