Los medios y los días

Rogelio, ¡tú no!

Image
22 mar 2019 / 09:00 h - Actualizado: 22 mar 2019 / 11:29 h.
"Real Betis","Los medios y los días"
  • Imagen de archivo de Rogelio Sosa.
    Imagen de archivo de Rogelio Sosa.

Se me ha muerto Rogelio Sosa, Rogelio, porque lo de Sosa me enteré mucho después de saber que existía Rogelio, el de la tostá, el de la zurda de caoba, el de los goles desde el córner –hoy llamados goles olímpicos-, el que donde ponía el ojo ponía la calabaza en forma de balón de fútbol, el que dicen que decía que correr era de cobardes, que quien debía correr era el balón, creo que ahora si hubiera dicho eso hubiera jugado poco. Rogelio, el 10 histórico del Betis, al que cuentan que el entrenador Antonio Barrios, el tito Barrios, le decía en sus últimos tiempos como futbolista, cuando el de Coria estaba de suplente y el Betis no daba pie con bola: “Salga usted, Rogelio”. “¿Y qué hago, míster?”. “Haga usted lo que sabe hacer”. Y allá que iba Rogelio y en un rato ordenaba al equipo, se lo echaba a la espalda y las cosas mejoraban.

He podido ver en el campo a dos parejas extraordinarias en el Betis. En los años sesenta a Rogelio con el 10 y a Quino con el 9. Y más tarde a otro 10 de leyenda: Cardeñosa con ese 10 y Gordillo con el 3. Rogelio era el cerebro ejecutor del juego y Quino el cerebro ejecutor del gol y, lo más apasionante para un bético, los dos 10, Rogelio y Cardeñosa, llegaron, triunfaron y se retiraron en el Betis, años y años con ellos, Rogelio hizo feliz mi niñez y adolescencia, Cardeñosa mi juventud. Esas dos parejas geniales se conocían al dedillo uno al otro y a sus formas de jugar lo hemos llamado siempre fútbol-arte. Rogelio, en su arte, llegó a ejercer de delantero centro y hasta marcaba goles de cabeza que eso sí que era raro en él. Lo normal era que lo hiciera de falta directa y de cuando en vez desde el córner.

Rogelio obedecía a sus entrenadores pero solía ir a su bola como todos los creadores artistas de todos los géneros. El delantero centro –Quino- sacaba pues eso, de centro, al iniciar una parte u otra de un partido y se la daba a Rogelio. Pero antes de que lo hiciera yo observaba a Rogelio que miraba al portero contrario y como lo viera adelantado tiraba directamente a puerta desde el centro del campo. La pelota iba por los aires ante la mirada atónita de los que estábamos en la grada, no entraba, pero el portero iba corriendo para atrás, mirando hacia arriba, y el cuero acababa saliendo fuera después de besar el larguero. No sé si hoy con Setién hubiera podido hacer tal genialidad o pasar la pelota a cuarenta metros.

Estas personas no deberían morirse nunca, tú no, Rogelio, deberías haberte quedado aquí porque a pesar de que mantengamos tu recuerdo, eso de saber que estás en Coria nos da aún más vida de la que ya nos diste. Si ahora somos fuertes para aguantar toda la estupidez que los años te van mostrando de la vida, es porque personas como tú nos llenaron de felicidad cuando niños, cuando púberes y de jóvenes.

¡Qué le vamos a hacer! Hay que morirse pero no tan pronto, ¡leche!, hoy 75 años son pocos, y menos enterarse uno hace un momento, de pronto, en un informativo de radio, en la madrugada, cuando se está en la cama creyendo que Rogelio andaba por Coria durmiendo y soñando con su Betis. Nunca olvidaré su forma de correr, tan personal y especial, no era ni lenta ni galopada, y movía los hombros de manera curiosa, cuando era pequeño quise ser Rogelio, soy zurdo como él, jugaba de interior izquierdo, de 10, como él, en el colegio le pasaba balones a mi amigo y compañero Barberán que hacía de Quino. ¿Dónde estará Barberán? ¿Qué hace ahora Quino? Porque tú, Rogelio, por desgracia sé dónde estás, en todas partes y en ninguna pero, sobre todo, en el recuerdo de muchísima gente que gracias a ti fuimos felices y lo seguiremos siendo con tu legado, eso sí, dentro de lo que cabe porque, al margen de lo que vemos, contigo se ha marchado otro trozo de nuestras propias vidas.