Conocí a Diego Cañamero en Osuna, en un mitin del SOC que dieron entre otros Francisco Casero y Diamantino García. Juan Cañamero, el hermano del sindicalista, era un gran amigo mío y vecino durante muchos años de la barriada sevillana de Padre Pío, donde los dos nos acercamos al PTA (Partido de los Trabajadores de Andalucía) para meter el hombro en solucionar los muchos problemas del nuevo barrio. Por Juan Cañamero supe muchas cosas del bravo sindicalista del campo, su capacidad para trabajar por los jornaleros, su entrega total, desinteresada e insobornable. Al no ser de un sindicato dependiente de ningún partido, como el SOC, Diego era un líder creíble al que admiraba. Hoy lo veo en el Congreso de los Diputados y, sin haber dejado de admirarlo, me pregunto cuánto tardará en dejar de ser quien siempre ha sido, con sus aciertos y errores. Si no ha cambiado ya más de lo que parece no tardará en salir pitando del Congreso, en alejarse de Podemos, porque acabará siendo un político más, mintiendo y defraudando a quienes siempre lo hemos visto como alguien muy especial.