Silvio y Sevilla de un trago

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13 ago 2015 / 19:34 h - Actualizado: 13 ago 2015 / 19:35 h.
"Música"

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Hubiera cumplido 70 hace casi una semana, pero nos dejó hace 14 años. Me refiero a un grande, al más genuino y auténtico del rock andaluz, al más adorado en Sevilla; al ilustre Silvio, al gran Silvio. Un hombre, hijo de gitana y periodista, defensor de la contracultura, amante del flamenco americano, que se bebía de un trago y de pie el sudor del Guadalquivir y el coñac templado en el Bar ABC, con la mano derecha en la frente y la izquierda en la cintura, agachado: «es que Sevilla... manda guasa».

Así describía la ciudad, en una entrevista histórica que le hizo un día Jesús Quintero, el loco de la colina, aquel que recitó con notas de sangre y alcohol, junto al grupo Sacramento, las ya históricas Swing María y el Rezaré, versión cofrade del tema norteamericano Stand by me. El rey del escenario que se negaba a cantar porque sí, mientras recorría de lado a lado la tarima al calor de unos músicos que hacían el trabajo por él. Silvio Fernández Melgarejo era Sevilla roja y caliente en estado puro.

Silvio representaba sudando en el escenario una generación cargada de arte, de genialidad compartida desde la belleza urbana y el trabajo intenso. Un personaje enfundado en la raya gris del traje planchado, que mezclaba el dulce aroma del artista y el amargo olor del que sobrevivía a base de horas en la calle. El artista al sur de la Gran Bretaña ha aportado para siempre su genialidad a la cultura de un país, España, que cada vez es menos cultural y más cultureta. Ahora está ahí arriba, pasando calor y recitando en el tablado celestial a sus vírgenes sevillanas.