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Sororidad

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07 feb 2019 / 08:20 h - Actualizado: 06 feb 2019 / 14:23 h.
"Excelencia Literaria"
  • Sororidad

Francisco Javier Merino, ganador de la X edición de Excelencia literaria

«Hoy vas a ser la mujer que te dé la gana ser». Sencillo pero contundente. Es mi verso favorito de la canción “Ella”, una oda al feminismo de verdad (no confundirlo con el feminismo populista) que canta María Nieves Rebolledo, cuyo nombre artístico es Bebe.

Más de una década después de que este himno a la igualdad se diera a conocer, Bebe ha pasado de heroína a villana, pues con motivo del famoso movimiento del 8-M, en el que se convocó una huelga laboral por parte de las mujeres y se celebraron marchas por todo el país, la cantante extremeña concedió una entrevista en la que criticó al «feminismo» que centra su actividad en la lucha contra el hombre, no contra su verdadero enemigo: el machismo. «Ahora parece que está mal nacer hombre, que nos estamos enfrentando a ellos», declaraba la artista.

Las críticas a Bebe no tardaron en circular por las redes sociales, en las que ha cobrado fuerza un término extraño: sororidad, que según la RAE es la «agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo». ¿Qué objetivo? Basta con ver los telediarios. Tras los recientes asesinatos de mujeres que han generado gran alarma social, hemos conocido propuestas tan llamativas como prohibir la circulación de los hombres por la calle durante la noche.

Los hombres también nos sentimos conmocionados ante cada uno de los casos de violencia contra la mujer. Entonces, ¿por qué algunas pretenden convertir la lucha contra el crimen machista en una lucha contra los varones? ¿Qué hemos hecho los hombres para merecernos semejante falacia? Está claro que no compartimos con ninguna de las víctimas la condición de mujer. Sin embargo, compartimos algo mucho más importante: la humanidad. Porque a los asesinos, ¿les falta sororidad o humanidad? La respuesta lo dice todo.

Todavía hay un amplio margen de mejora en todo lo que se refiere a la igualdad y la seguridad de las mujeres, y debemos seguir luchando por un mundo en el que no haya que lamentar delitos de ninguna naturaleza, especialmente contra ellas. Pero para lograrlo hace falta menos sororidad y más humanidad por parte de todos (y de todas).