¿Y esto quién lo paga?

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12 mar 2018 / 22:59 h - Actualizado: 12 mar 2018 / 23:00 h.
"Cofradías","Cuaresma 2018"

La pregunta sigue estando sobre la mesa por mucho que el susto inicial se haya relativizado después de los últimos acontecimientos. Por si alguien anda despistado, me explico brevemente: el Arzobispado –trasciende el pasado martes pero el asunto tiene fecha del 19 de enero– manda a la Hermandad de La Exaltación una «dolorosa» (castiza expresión de factura o cuenta a pagar por la prestación de un servicio) de 600.000 euros por la restauración de las dos capillas que la cofradía del Jueves Santo tiene en propiedad en el remozado templo de Santa Catalina; el miércoles, la cosa pasa del negro al gris plomo cuando desde Palacio se explica que se trata únicamente de una comunicación y no un requerimiento, pero que tenemos que hablar; y, por fin el viernes, la junta de gobierno de la corporación exiliada desde 2004 en la Parroquia de San Román dice esta boca es mía y, por medio de un comunicado, recalca el carácter informativo y no requisitorio de la misiva remitida por la autoridad eclesiástica, al tiempo que, ahora sí, anuncia sin concretar fecha la celebración de un cabildo general informativo que, aunque algo tarde, colma la más que lógica pretensión de un nutrido grupo de hermanos deseosos de saber qué está pasando. La cosa tiene miga porque las hemerotecas se encargaron de recordarnos con la velocidad del rayo que el hermano mayor de Los Caballos, José Manuel Marcos, era, a la postre, el apoderado de la Constructora San José, encargada en sus primeras fases de la restauración de Santa Catalina, que, un año antes, denunció al Arzobispado hispalense por «discrepancias» en los pagos, derivando la cosa en la paralización de las obras al así requerirlo el Juzgado nº 4 de Sevilla. No me negarán que el entuerto más bien parece el argumento de la mejor telenovela de sobremesa. Pero bromas aparte, doy por hecho que la restauración de las capillas de marras se hace con el conocimiento y el consentimiento de la Hermandad de La Exaltación, lo cual no la eximiría del pago de esos trabajos a no ser que, previamente, se hubiera acordado algo distinto. Es como si yo hago reforma en mi cocina o en mi cuarto de baño y después espero a que me lo pague la comunidad de propietarios o a que algún alma caritativa venga a sacarme las castañas del fuego. Las soluciones son tantas como queramos imaginarnos. A ver cómo termina todo esto