Y los sueños, sueños son

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07 ene 2017 / 23:02 h - Actualizado: 07 ene 2017 / 23:03 h.

Por fin. Ya era hora de que la comunidad científica y los famosos y famosillos de toda condición hicieran un favor a media humanidad poniendo al sueño en el lugar que le corresponde. ¿Que por qué lo digo? Pues porque últimamente les ha dado a las «celebrities» por hacer campaña de los beneficios de dormir frente a cualquier otro plan que se nos presente. Actrices con un estado de forma envidiable y cutis de bebé pregonan a los cuatro vientos en las redes y los medios de comunicación que cuando se trata de elegir entre madrugar para hacer ejercicio o seguir durmiendo plácidamente, no hay duda que valga: si reduces el descanso para irte a correr, la carrera te servirá de poco y el día se te hará más cuesta arriba. Por no hablar de que engordarás, tendrás más ansiedad y te arrugarás como una pasa.

Pero quién lo duda, por todos los santos. Qué poquita importancia le hemos dado al reposo en los últimos tiempos. Hemos vivido un periodo tan expansivo en todos los sentidos que sólo se hablaba de hacer deporte, másteres, viajes, fiestas, compras, negocios... y entre tanta actividad programada a ver dónde encontramos tiempo para remolonear entre las sábanas. No se trata de pereza, sino de algo totalmente vinculado al interés general. Que no es por vicio, vamos, es una necesidad.

Pues anda que no sabía yo que levantarse de la cama antes de que el cuerpo te lo pida era malo malísimo. Que el sueño no es una situación de pasividad, sino un estado activo en el que se ponen en marcha mecanismos de suma trascedencia para nuestro equilibrio físico y psicológico, eso dicen los científicos. Los cambios hormonales, bioquímicos, metabólicos y de temperatura que se producen mientras dormimos son absolutamente necesarios para restaurar física y mentalmente nuestro organismo cada día. Así que dormir no es una pérdida de tiempo y no hace falta un encefalograma para demostrarlo.

«Tanto bien como el comer» decían las abuelas de los beneficios del sueño de los niños, y no necesitaban ningún estudio científico que respaldara su afirmación. Hoy sabemos que la privación de sueño afecta a la capacidad de desarrollo y aprendizaje, toma lección de sabiduría popular.

De lo de dormir de noche hay muchas explicaciones. Que la adaptación natural recomendó a los humanos refugiarse en las horas en que eran más vulnerables frente a los depredadores; que también convenía reducir la actividad cuando menos facilidades había para obtener alimento... en fin, que hemos llegado hasta aquí con muchos motivos para recogernos de noche y que hay unas horas que están hechas para estar bien despiertos y otras para compartir con Morfeo y con nadie más.

Es frecuente entre los jóvenes robarle horas al sueño por aquello de que mientras dormimos la vida se detiene, pero, como ocurre con muchos otros mitos de la juventud, se trata de un error garrafal: lo único que se consigue con ello es vivir más cansado y envejecer antes. Menos mal que se han dado cuenta los famosos, porque a los padres no se les hace caso, pero a los «instagramers» sí, y con los ojos cerrados. (Lo cual, para dormir, sigue siendo lo mejor).

Manda narices que se esté convirtiendo en «tendencia» una necesidad fisiológica. «Duerme una hora más», suena una cantinela publicitaria pretendidamente bienintencionada con una recomendación de perogrullo. Si nos tienen que decir eso es que debemos dar una media de horas de sueño por debajo de lo saludable, ya se sabe que aquí somos mucho de aquello de que a quien madruga dios le ayuda. Ea, pues ya lo saben también, que no por mucho madrugar... y si el día amanece feo, mejor que nos coja durmiendo.