Con lo del proceso de golpe de Estado en Cataluña, Rajoy me recuerda a aquellas peleas callejeras de mi infancia en las que alguien te mojaba la oreja en repetidas ocasiones, provocándote, hasta que te hartabas y le rompías la nariz o le arrancabas un puñado de pelos. No me imagino al presidente del Gobierno de España cogiendo de los pelos a Puigdemont, que tiene una buena cabellera, por cierto, porque Rajoy es un buenazo, un menguado. Desde luego hay que verse en su pellejo ante semejante situación y, seguramente, ese temple gallego que parece tener va a evitar al final el temido choque de trenes entre España y esa región tan importante. Da la sensación de tener la situación bien controlada, pero le han mojado ya tantas veces la oreja, en catalán, que no sé qué pensar ya de este buen hombre. El hecho de que se haya reunido con Pedro Sánchez podría tranquilizarnos, aunque Pedrito es más partidario del diálogo que del tirón de pelos. ¿De qué hay que dialogar a estas alturas con estos peligrosos delincuentes, con tantas amenazas, agresiones y ofensas?