Sevilla tiene en su conexión con el Aeropuerto de San Pablo una de sus más acuciantes necesidades, agudizada, aún más si cabe, al hilo de la problemática insistente entre el sector del taxi y los vehículos turismo con conductor (VTC), y los abusos que lamentablemente se registran. Es patente y palmaria la carencia que el ciudadano tiene en cuanto ha de desplazarse a este punto vital de acceso y salida de la ciudad, una instalación que año a año mejora sus cifras pero que cuenta con posibilidades de transporte a todas luces insuficientes. El anuncio por parte de la Junta de iniciar un estudio que impulse la conexión férrea entre el aeródromo hispalense y la estación de Santa Justa –con la aparición estelar de un viaducto– ha de ser, a grandes rasgos, muy aplaudida. Si bien, es igualmente pertinente exigir a las administraciones implicadas, a la sazón, Consistorio, gobierno andaluz y central, la forja de una hoja de ruta común, factible y cercana que más allá de cálculos políticos saque a la ciudad del atolladero que supone tener una única opción, de tráfico rodado, para llegar a San Pablo.