Solo fútbol en la final de la Copa del Rey

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19 abr 2018 / 23:45 h - Actualizado: 19 abr 2018 / 23:45 h.
  • Solo fútbol en la final de la Copa del Rey

Mañana sábado disputan la final de la Copa del Rey de fútbol Sevilla y Barça. Un partido que debería ser un espectáculo deportivo de gran magnitud sin que se viese afectado por cuestiones extradeportivas. No parece que vaya a ser así y resulta penoso que los problemas políticos se sigan ventilando en los campos de fútbol o en lugares que deberían quedar al margen. Poco tienen que ver los valores del deporte con eso que se llama procés, con los independentismos o con los que quieren seguir llamando presos políticos a quienes no lo son.

Se volverán a escuchar pitos cuando suene el himno nacional, se escucharán con gran fuerza al hacer acto de presencia el rey Felipe VI, las banderas independentistas ondearán junto a un escaso puñado de las blaugranas. La final de la Copa del Rey de fútbol comenzará mal porque ya está mal planteada, ya ha sido secuestrada por los mismos de siempre.

La ANC y Òmnium Cultural vuelven a la carga sabiendo que la audiencia televisiva será enorme. Muchos llevarán camisetas amarillas en las gradas porque así lo han pedido estas organizaciones. Por su parte, Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça, ha perdido la oportunidad de mantener al club al margen de problemas que van más allá de lo que debería ser un club de fútbol y ha logrado empeorar las cosas con unas declaraciones ambiguas, casi perniciosas.

Es una historia que se repetirá una vez más puesto que los españoles ya hemos tenido que soportar espectáculos lamentables preñados de pitadas, insultos y menosprecio por los símbolos que representan lo que es España.

La politización de este partido es una falta de respeto a los aficionados sevillistas que quieren asistir a un espectáculo deportivo y no a un mitin reivindicativo, quieren que se juegue un partido de fútbol importantísimo para ellos y para su club; a los aficionados de todo el país que entienden que el deporte debería estar a salvo de estos movimientos políticos; a los españoles que siguen sin entender la condena a la que les tiene sometidos una minoría.

Esperemos que el partido se dispute con total normalidad y que el deporte sea el gran vencedor. Otra cosa sería un gran fracaso de todos.

Mañana sábado disputan la final de la Copa del Rey de fútbol Sevilla y Barça. Un partido que debería ser un espectáculo deportivo de gran magnitud sin que se viese afectado por cuestiones extradeportivas. No parece que vaya a ser así y resulta penoso que los problemas políticos se sigan ventilando en los campos de fútbol o en lugares que deberían quedar al margen. Poco tienen que ver los valores del deporte con eso que se llama procés, con los independentismos o con los que quieren seguir llamando presos políticos a quienes no lo son.

Se volverán a escuchar pitos cuando suene el himno nacional, se escucharán con gran fuerza al hacer acto de presencia el rey Felipe VI, las banderas independentistas ondearán junto a un escaso puñado de las blaugranas. La final de la Copa del Rey de fútbol comenzará mal porque ya está mal planteada, ya ha sido secuestrada por los mismos de siempre.

La ANC y Òmnium Cultural vuelven a la carga sabiendo que la audiencia televisiva será enorme. Muchos llevarán camisetas amarillas en las gradas porque así lo han pedido estas organizaciones. Por su parte, Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça, ha perdido la oportunidad de mantener al club al margen de problemas que van más allá de lo que debería ser un club de fútbol y ha logrado empeorar las cosas con unas declaraciones ambiguas, casi perniciosas.

Es una historia que se repetirá una vez más puesto que los españoles ya hemos tenido que soportar espectáculos lamentables preñados de pitadas, insultos y menosprecio por los símbolos que representan lo que es España.

La politización de este partido es una falta de respeto a los aficionados sevillistas que quieren asistir a un espectáculo deportivo y no a un mitin reivindicativo, quieren que se juegue un partido de fútbol importantísimo para ellos y para su club; a los aficionados de todo el país que entienden que el deporte debería estar a salvo de estos movimientos políticos; a los españoles que siguen sin entender la condena a la que les tiene sometidos una minoría.

Esperemos que el partido se dispute con total normalidad y que el deporte sea el gran vencedor. Otra cosa sería un gran fracaso de todos.