El Niño de Dios se llama Curro Correa. Y no ha nacido una, sino 14 veces a lo largo de la tarde de ayer viernes, Nochebuena anticipada en Alcalá del Río. Dios nace en la Plaza del Calvario, con el pueblo inmerso en la escenificación de Sucedió en Belén, representación itinerante por las calles históricas de la localidad, que se celebra hasta mañana.

También se llama Rafael. Y Adrián, Manuel, Soledad, Claudia, Paola y Claudia Soledad. Actores debutantes en esta realista escenificación, que se turnan en el papel de Mesías para cumplir con las largas horas de actuación, en los tres días de esta actividad con la que la hermandad de la Soledad conmemora el nacimiento del Señor.

Las entradas se han vendido por cientos de forma anticipada. Por ello, la expectación es máxima y desde primeras horas de la tarde se formaron colas en la entrada a este gran teatro al aire libre.

El acceso se realiza desde la Plaza de Marina Pineda, mientras se espera degustando dulces y chocolates. Y justo cuando se atraviesa la portada, un narrador invita a un viaje de ilusión al pasado de la historia y de la fe. El bullicioso mercado inicia la narración. Telas, especias, frutas o cerámica se ofrecen a cambio de dinares. Aunque hay visitantes que pretenden llevarse algún recuerdo material de este Belén a cambio de euros. El jolgorio da paso a la silenciosa casa de María en el Alcázar, donde la muchacha se embelesa con las vistas de la Vega. Allí, mientras cose, un Gabriel de señera dicción sevillana le anuncia que es la elegida de Dios. Justo ahí comienza la historia, que se vive con emoción contenida hasta que el Señor nace –alcalareño y soleano– en el Calvario. Pero antes de llegar a ese final, una hermosa narración tiene lugar por las calles de una efímera ciudad de ensueño erigida sobre la arquitectura actual.

Residencias de ancianos, colegios, viajes municipales o las internas de la prisión sevillana de mujeres, con sus pequeños, son algunos de los colectivos que con mayor celeridad reservaron sus entradas. Porque esta actividad «regala felicidad e ilusión. En los tiempos que corren siempre reconforta llenarse de ellas», cuentan. La historia es de sobra conocida. Pero a pesar de ello no deja de sorprender ver esta gran puesta en escena.

Diez años avalan el tesón de la hermandad y sus hermanos en levantar un Belén de cifras y proporciones desmesuradas durante tres jornadas. Con más de 460 actores y figurantes; 67 representaciones (pases cada 20 minutos y cada 15 en las horas centrales de cada día) a los que, como es habitual, habrá que añadir las que se sumen fuera de horario para atender la demanda; y más de 10.000 visitantes en su última edición. Cifra que en vista de la demanda quedará sobrepasada, comentan desde la organización.

Espectadores llegados desde todos los rincones de la provincia se dejan llevar en una narración que no deja indiferente. Por la alegría que santa Isabel desprende cuando su prima María la visita. Por la moderna caligrafía del funcionario romano, que empadrona en su censo a más de una Soledad. Por las alegres voces del numeroso grupo de hebreas que, en la puerta de su jaima y con panderetas en mano, cantan y danzan por el nacimiento del Señor. Porque reirán con la guasa de Herodes y su corte, que reciben entre mofas a los Reyes Magos y su séquito, que siguen a la estrella que se ha posado sobre la torre mudéjar ilipense. O porque harán brillar la ilusión con los nervios de los pequeños al ver a los Magos de Oriente, a los que dan sus cartas y prometen que han sido buenos en este año. Este, concretamente, es uno de los momentos más esperados por los visitantes más jóvenes. Tal es así que, para no frenar la representación, cuenta con seis Reyes Magos, lo que permite que Sus Majestades atiendan a los niños y a la vez –haciendo uso de su magia– puedan llegar hasta el portal para adorar al Señor recién nacido y ofrecerle sus presentes. Y allí, con el canto del Aleluya, Dios se hará niño –y niña– para completar la obra.

Entre todo ello, carpinterías, teterías, puestos de venta variada e incluso una escuela donde enseñan con dedicación los diez mandamientos, van plagando el recorrido de vida y autenticidad. Entre candelas, braseros de cisco e improvisadas cocinas portátiles que prácticamente repiten un único menú: migas, chacinas y muchos dulces típicos de la tierra. De la tierra alcalareña, no de la judía, pues este Belén se asimila con las tradiciones locales para mostrarlas en él. Como hacen también los romanos, que visten de Armaos soleanos, luciendo parte de los antiguos atuendos con los que esta centuria procesionaba tras el Santo Entierro en la estación de penitencia de la hermandad en los siglos pasados.

Alcalá se hace Belén, y hasta mañana estará disponible la venta de entradas en taquilla para poder disfrutar de esta escenificación. Oportunidad inmejorable de vivir un anticipo de la Navidad y llenarse de fe y de ilusión a través de la ternura de un pequeño bebé hecho Dios.