Cantillana vive un momento de especial relevancia gracias a los hallazgos arqueológicos. Al ya conocido como mosaico de la Casa de los Delfines se suman los resultados de las últimas prospecciones. Los restos exhumados confirman la hipótesis de que todo el conjunto hasta ahora excavado forma parte de un complejo termal de grandes dimensiones y riqueza decorativa.
Los nuevos hallazgos se han ido sucediendo durante la última de las excavaciones en el subsuelo del edificio de la Oficina Comarcal Agraria (OCA), que se ubica en el que fuera antiguo pósito de grano. Era conocido que sus cimientos se sustentaban sobre bóvedas. La investigación, centrada en una zona concreta del edificio – que ha seguido en uso administrativo, mientras simultáneamente se estudia el traslado de estas oficinas.
En las primeras catas, en la misma cota que el anterior mosaico apareció un nuevo mosaico. Un pavimento a base de piezas de barro en tonos rojizos, procedente de ánforas, con la técnica opus figlinum. Para tener un mayor campo de actuación y contextualizar este hallazgo, las bóvedas fueron eliminadas. “Se quedaban como elemento accesorio, no formaban parte de la estructura sustentante del edificio. Eran simplemente un sobreelevado del suelo para evitar humedades cuando el edificio fue almacén de grano. Al ser prescindibles, y por seguridad, se desmontaron”, explica el arqueólogo responsable de la excavación, José Antonio Valiente.
Al agrandar la zona de actuación ha aparecido asociado al pavimento un muro de opus reticulatum, recubierto con decoración de estuco, “posiblemente imitando mármoles”. En esta misma estancia se ha podido excavar una piscina, cuyos restos muestran que estuvo forrada de mármol blanco tanto en el exterior como en el interior. Y circundándola, un rebosadero de opus sectile con mármoles de distintos tonos. A pesar de estar en gran parte destruida por un pozo basurero islámico, y con las preceptivas cautelas, puede afirmarse que “nos encontramos ante un sistema termal de gran envergadura”, y esta estancia, “en la que hay lo que parece ser parte de la conducción de una tubería, estaría posiblemente dedicada al agua caliente”.
Con estos nuevos restos el yacimiento “va cogiendo forma”. Cobra sentido, por ejemplo, la decoración del mosaico ya exhumado y puesto en valor. “Podemos afirmar que es un impluvium de unas termas, las hipótesis ya se corroboran. No encajaba que tuviera motivos marinos, no cuadraba en una casa donde los motivos decorativos estaban más relacionados con el uso”.
Del mismo modo, la falta de cerámica romana era una incógnita que además hacía difícil la datación. “No hay cerámica de uso doméstico porque son unos baños públicos, aquí no hace falta una vajilla”. Encaja ahora esa ausencia en este rompecabezas para que todo empiece a concordar.
Ese mosaico de gran calidad se combina con este suelo más barato, “de batalla, pero más amable para el uso, para evitar resbalar en un lugar con agua, menos frío que el mármol en una estancia cálida. Es una solución más práctica que estética. Mientras que las partes fundamentales, las piscinas, los estucos, si están más costeados”. Como en el de la Casa de los Delfines, estos restos presentan un grado de conservación excelente.
El conjunto muestra también una sociedad opulenta: “el evergetismo – el altruismo de las personas destacadas con la comunidad, aportando de forma desinteresada parte de su riqueza para beneficio común – donde funciona y se ve muy patente es en edificios de este tipo”.
Tomando como centro el mosaico de la Casa de los Delfines y poniendo en relación estos restos y las estructuras halladas en las calles Iglesia y Cristo de la Misericordia, aparece un edificio de termas con dimensiones suntuosas. Es imposible aún determinar qué estancias contendría más allá de las distintas piscinas, saunas y vestuarios, pues no hay dos termas iguales (las hay con palestra o gimnasio, biblioteca, taberna). A falta de un estudio más amplio, se ve un paralelismo entre estas y las termas menores de Itálica, tanto en la estructura y dimensiones como en las técnicas constructivas.
Así mismo, su ubicación, bordeando el barranco que cae hacia la confluencia del Guadalquivir y el Viar, junto al puerto, refuerzan también la naturaleza del yacimiento. “Son muy habituales en el mundo romano las termas portuarias, que era el lugar donde estaba todo el movimiento”, y donde además se hacía vida social. La importancia de Naeva, con un puerto “duro”, reafirma el cariz del complejo termal en esta ubicación ahora estudiada.
Continúa ahora un trabajo de estudio, análisis e investigación para desentrañar lo que estos restos guardan. Pero la excavación por el momento queda en suspenso. Al estar el edificio en uso y haberse completado la excavación en la zona cedida, las labores arqueológicas quedan en este punto en suspenso. A buen seguro el pueblo no va a permitir caigan en el olvido. La población se ha sensibilizado con el patrimonio, quiere protegerlo y conservarlo. “Hay una concienciación social, la gente ha conquistado estos espacios como suyos y les ha dado carácter. Esto no va a quedar aquí, tiene que haber una apuesta política para llevar a término estas excavaciones”. Y poder escribir así esta página del esplendoroso pasado de Cantillana.