Cuando el exceso de ruido afecta a la salud

Ansiedad. Médicos, vecinos y expertos jurídicos constatan que la exposición a altos niveles de decibelios provocan estrés y problemas de corazón

20 oct 2016 / 07:00 h - Actualizado: 20 oct 2016 / 11:16 h.
"Demasiado ruido"
  • Imagen tomada desde una vivienda del entorno de la plaza de la Alfalfa. / El Correo
    Imagen tomada desde una vivienda del entorno de la plaza de la Alfalfa. / El Correo
  • El tráfico es uno e los mayores focos de contaminación acústica en todas las ciudades, aunque socialmente está aceptado por la población. / Antonio Acedo
    El tráfico es uno e los mayores focos de contaminación acústica en todas las ciudades, aunque socialmente está aceptado por la población. / Antonio Acedo

El ruido es molesto. La Real Academia Española lo define en su primera acepción como «sonido inarticulado, por lo general desagradable». Lógicamente habrá a quienes no les moleste y pueden convivir con él. Hay gente para todo. Pero para la mayoría de los mortales, el ruido es incómodo y siempre que se puede uno intenta aislarse de él. No hay más que echar un ojo a la casa en la que viva uno y a buen seguro podrá ver cómo tiene unas ventanas que intentas aislar el ruido y habitualmente echará la persiana o cerrará la puerta para dormir sin ruido.

Sin embargo, no todas las personas que hagan estos simples gestos tienen asegurado un placentero descanso. El ruido externo tiene la culpa y proviene, fundamentalmente, de las actividades de ocio. Para intentar poner freno a esta situación y que las personas puedan descansar nació la asociación Juristas contra el ruido, de la que es miembro fundador Joaquín Herrera. Este experto, explica que a partir de seis decibelios por encima de lo recomendado ya aparecen serios daños contra la salud. «Para dormir lo máximo establecido en un dormitorio son 25 decibelios, si por alguna causa se llega a 31 ya empiezan los problemas», explica Herrera. Según explica, el ruido afecta directamente y provoca altos niveles de estrés, ansiedad, insomnio, angustias, problemas digestivos, empeoramiento de la diabetes y aumento de tensión en las personas que sufren del corazón, entre otros males. «También hay estudios de las universidades de Madrid y Zaragoza que precisan que cuando suben en las ciudades los niveles de ruido aumentan los ingresos hospitalarios. A este respecto, Herrera también aclara que hay ruidos que son «aceptados» mientras que otro no. «El problema está cuando es inarmónico, molesto e inesperado. Aunque el ruido que provoca el tráfico es molesto, psicológicamente es aceptable por la población porque todo el mundo entiende que es necesario. Lo que más molesta es el ruido dentro de la propia vivienda que provocan los bares, veladores, discotecas, etc».

Con esto, Herrera no se coloca contra los establecimientos de hostelería, sino que lamenta la pasividad municipal para poner coto a los niveles de ruido. Y lo hace con un ejemplo muy claro. «Cuando se declara una concreta Zona Acústicamente Saturada (ZAS) estamos dando el diagnóstico tras detectar un problema, pero no se aporta ninguna solución para arreglarlo. Únicamente se frena que siga aumentando el ruido pero no se trabaja para rebajarlo», critica el experto jurídico.

Por ello, insiste en la tesis que mantuvo «y que el tiempo le ha dado la razón» la que fuera concejal de Medio Ambiente con Alfredo Sánchez Monteseirín, Evangelina Naranjo, quien tuvo «muy buen criterio y sentido común» al reflejar en las ordenanzas que los locales de ocio con música «eran incompatibles». «Deben estar en edificios de oficinas», precisa Herrera del Rey.

Pérdida de audición

Las molestias que el ruido provoca en la salud también las corrobora el doctor Antonio Abrante, profesor de Otorrinolaringología de la Universidad de Sevilla y director del servicio de Otorrinolaringología del hospital Quirón Salud Sagrado Corazón, que recuerda que el ruido es el «cuarto contaminante medioambiental por detrás del aire, el agua y los residuos sólidos», y que ya desde la antigua Grecia a los artesanos que trabajaban con martillos «se les ubicaba fuera de la ciudad para evitar las molestias al resto de la población».

Sobre los niveles de ruidos a los que estamos expuestos, Abrante relata que en una biblioteca hay un sonido de ambiente de unos 30 decibelios, el hombre habla a unos 45-50 decibelios; en una zona de mucho tráfico se alcanzan los 80 mientras que un martillo neumático llega a los 100 decibelios. «Las lesiones llegan dependiendo la intensidad de la duración y la intensidad del ruido. Y el ruido no es más que un sonido desagradable. Y la lesión fundamental es la pérdida de audición en diferentes grados», precisa el galeno, que no olvida insistir en que hay que moderar el volumen de los auriculares a la hora de escuchar música. «Varias horas al día con un elevado volumen provocará daños en el oído a largo plazo, y hoy día la mayoría de los jóvenes escuchan la música durante mucho tiempo a elevado volumen».

Actualmente, en España hay dos millones de personas que presentan pérdidas de audición, mientras que en Andalucía «se estima que el cinco por ciento o seis por ciento de la población tiene un déficit auditivo». Para prevenir este mal, Abrante insiste en la necesidad de llevar protección en los oídos a la hora de realizar cualquier actividad en la que haya un alta contaminación acústica, ya sea profesional o de ocio. «Es muy importante llevarlas en muchas fábricas de carpintería, metalurgia, aeropuertos, etc. Igualmente aquellas actividades relacionadas con las armas de fuego ya sea tiro al plato, caza o entrenamientos de las fuerzas de seguridad», puntualizó el médico.

Lógicamente, además de la pérdida de audición, Abrante también insiste en que el ruido intenso y duradero que llega hasta los hogares fruto de una discoteca o de un botellón provoca daños en el estado de ánimo que, directamente, afectan a la salud. «No descansar por este tipo de ruido afecta al estado de ánimo y afectan al carácter de las personas en el trabajo, en su desarrollo social así como en sus relaciones familiares». El ruido crónico además, es la causa de muchos casos de «hipertensión y trastornos del ritmo cardiaco. Hay estudios que lo demuestran», apostilló.

Y una de las muchas personas que sufren este problema en la ciudad es Concha Langa, vecina de la calle Alonso El Sabio –en el entorno de la plaza de la Alfalfa–, y que asegura que se está planteando en cambiar de vivienda porque «es una auténtico infierno» vivir en esa zona actualmente. Según relata, la calle no tiene bares pero es dónde acuden decenas de jóvenes a orinar cada noche, lo cual hace que el olor sea «insoportable». «Lipasam la limpia sobre la una de la madrugada pero a las pocas horas vuelve a estar igual», lamenta esta profesora universitaria que, lógicamente, necesita descansar bien para poder rendir en su trabajo.

Aunque durante el mandato del anterior alcalde, Juan Ignacio Zoido, se controló la movida en la zona de la Alfalfa, con esta nueva corporación esta vecina critica que la situación a vuelto a descontrolarse de nuevo. «La otra noche llame a la Policía Local porque había pandillas cantando y gritando en la calle a pleno pulmón, algo que está prohibido por las ordenanzas municipales, y me dicen que a ver qué pueden hacer», denuncia Langa.

Esta indignada vecina de la Alfalfa, que vive con su hijo de ocho años, confiesa que para dormir utilizan en casa el sistema ruido blanco, que consiste en poner de fondo un ruido de baja intensidad –por ejemplo, una cascada de agua– que sirve para relajarte al tiempo que disminuye el ruido del exterior y así lograr el, justo, descanso.

Los vecinos de la ronda de la Doctora Oeste están desesperados. No pueden dormir por culpa del ruido que emana de la estación de contenedores de la Negrilla, un centro de transportes de Adif en el que continuamente hay movimento de trenes y contenedores. «Las molestias son continuas, hay ruido de todo tipo y mucha contaminación», lamenta Francisco Manuel Castilla, uno de los vecinos de un núcleo residencial de la ronda de la Doctora Oeste en el que asegura que la mayoría de las noches es muy difícil conciliar el sueño.

«Trabajan sin hora fija y ya sea por la mañana, por la tarde o de madrugada hay continuamente camiones entrando y saliendo», explica el vecino, que recuerda que además de los caciones, la maquinaria para mover las pesadas cargas también aumentan de forma considerable el nivel de decibelios. «Las grúas también provocan bastante ruido y los golpes de los contenedores os cuando se van apilando. En ocasiones alguna se cae o golpea más fuerte de lo normal y te despiertas en la cama de madrugada de un sobresalto, así la verdad es que no se puede descancar bien», lamenta el vecino.

Aunque no se han llgado a manifestar públicamente ni acudir formalmente al Ayuntamiento de Sevilla para que intentar solucionar su problema, sí estan comenzando a planteárselo en serio en su comunidad de vecinos. «De momento únicamente hemos hecho una recogida de firmas. Nos dijeron que se iba a hacer un boulevar en la zona pero nada, todo sigue igual. En mi comunidad de vecinos hay un total de 141 viviendas. Somos muchísimas las personas que no podemos descansar bien por este problema de ruido», concluyó Castilla.