La gran estación estuvo cerca de ir a la Buhaira

Los técnicos apuntaron a este enclave. Renfe quería seguir en Plaza de Armas, lo que habría impedido quitar las vías

30 abr 2016 / 21:49 h - Actualizado: 01 may 2016 / 14:45 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","San Pablo - Santa Justa","Movilidad"
  • Vista aérea de la estación de Santa Justa ya en una fase avanzada de su construcción, aunque con todo el entorno por urbanizar. / El Correo
    Vista aérea de la estación de Santa Justa ya en una fase avanzada de su construcción, aunque con todo el entorno por urbanizar. / El Correo
  • El esqueleto de las grandes bóvedas sobre los andenes. / El Correo
    El esqueleto de las grandes bóvedas sobre los andenes. / El Correo

El exalcalde Manuel del Valle lo tiene claro: «La Expo dejó varias herencias en Sevilla, pero sobre todo dos: una es la SE-30, la otra la operación con los suelos ferroviarios», una operación que permitió levantar Santa Justa, tirar el muro de Torneo y asomar la ciudad al río, eliminar pasos a nivel urbanos y puentes ferroviarios que hacían de tapón.

Aquello se conoció pomposamente como la remodelación de la red arterial ferroviaria, y fue fruto de un convenio que firmaron Gobierno central, Junta y Ayuntamiento en noviembre de 1987. Las cifras eran colosales, empezando por el coste calculado para aquel enorme proyecto, 112 millones de euros que se dispararon (un 50% nada menos) para superar los 168 millones. De paso, se liberaron casi 50 hectáreas de suelo edificable, que se repartieron Estado (60%), Junta (25%) y Ayuntamiento (15%).

Para darse cuenta de lo que supuso aquello, hay que remontarse a diez años antes de la Expo, a 1982, cuando la línea férrea que venía de Madrid se bifurcaba en dos, una en dirección a Plaza de Armas (para poner luego rumbo a Huelva) y otra hacia San Bernardo, camino de Cádiz y desde donde salía también el ramal hacia el Puerto, al que por cierto los trenes accedían marcha atrás. En 1985 se abrió otro ramal hacia las instalaciones portuarias, en este caso por el Muro de Defensa.

¿Qué trajo consigo aquel convenio de cara a aquella Sevilla de 1992? Pues básicamente sacar las vías del tren de la ciudad, ya que se acordó que buena parte del trazado (el que va de Santa Justa al Virgen del Rocío) fuese subterráneo, un trayecto de 2,2 kilómetros en el que afloró el nivel freático disparando el coste de los 25 millones presupuestados a 44. Además, se tiró el muro de Torneo y Sevilla por fin se asomó al Guadalquivir desde Plaza de Armas hasta San Jerónimo.

Pero lo de abandonar Plaza de Armas no fue una operación sencilla porque Renfe, inicialmente, quiso dejar ahí su estación central en Sevilla, «lo que habría mantenido la gran valla entre la ciudad y el río», en palabras de Del Valle. «Aquella pelea costó mucho trabajo, pero al final entendieron lo que suponía para Sevilla», pero entonces se abrió otro debate: Renfe quería irse ahora a Santa Justa pero los técnicos dijeron que era mejor la Buhaira para esa estación central. «Al final –reseña el exalcalde– se decidió Santa Justa porque allí había más espacio y estaba más en el centro de la ciudad, además de que el suelo era de Renfe y se podía hacer todo más rápido». «Se hizo lo más racional», apostilla.

Plaza de Armas, además de que obligaba a mantener las vías junto al río, era con sus cuatro vías «una caja de cerillas para lo que necesitaba la ciudad». Del Valle se acuerda aquí del papel del Gobierno de Felipe González, «que se comportó dando facilidades e incluso atando en corto a empresas públicas» como la propia Renfe, con mucha fuerza.

«La gente no es muy consciente de lo que fue todo aquello porque no tiene memoria histórica, no se acuerda cómo era la calle Torneo. Aquella ciudad era un caos, un mal sueño», que incluso le provocaba a Del Valle pesadillas con la angustia de que no se acababan las obras. «Todo aquello me costó una hernia de disco, en 1991 dejé de ser alcalde y salí directamente del Ayuntamiento al quirófano».