Las piernas rotas de tanto bailar

La caseta de la prensa sirvió de lugar de encuentro –con beso– para Pedro Sánchez y Susana Díaz. La excusa: Matilde Coral recogía un premio

17 abr 2018 / 20:27 h - Actualizado: 18 abr 2018 / 11:38 h.
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  • Encuentro entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. / Manuel Gómez
    Encuentro entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. / Manuel Gómez
  • Matilde Coral, Manu Sánchez y Mercedes Vega, de Danza Mobile, con los Claveles de la Prensa / Manuel Gómez
    Matilde Coral, Manu Sánchez y Mercedes Vega, de Danza Mobile, con los Claveles de la Prensa / Manuel Gómez
  • Beltrán Pérez saluda en la caseta de la SER a Pedro Sánchez, flanqueados por Yélamo y Gómez de Célis. / Pons
    Beltrán Pérez saluda en la caseta de la SER a Pedro Sánchez, flanqueados por Yélamo y Gómez de Célis. / Pons
  • La consejera de Justicia, Rosa Aguilar; la de Igualdad, María José Sánchez Rubio; Manu Sánchez; María Jesús Montero; la consejera de Educación, Sonia Gaya; y la de Salud, Marina Álvarez. / Manuel Gómez
    La consejera de Justicia, Rosa Aguilar; la de Igualdad, María José Sánchez Rubio; Manu Sánchez; María Jesús Montero; la consejera de Educación, Sonia Gaya; y la de Salud, Marina Álvarez. / Manuel Gómez
  • Matilde Coral conversa con Susana Díaz. / Manu Gómez
    Matilde Coral conversa con Susana Díaz. / Manu Gómez

Solo una vez en la vida se puede escuchar a una artista del baile flamenco que lo ha sido todo en la danza andaluza tragarse el orgullo y con una pena que dicta las palabras desde lo más hondo –en su caso, vaya que si hondo– para proclamar, en público, que ha tenido que dejar la danza «porque tengo las piernas partidas por demasiados sitios. Duele tanto renunciar a bailar como deshacerse de un hijo».

Con este lamento por la edad (va a cumplir 83 años) y las palizas para entretener a señoritos juerga tras juerga recogió Matilde Coral uno de los tres premios Claveles de la Prensa, que entrega todos los años la Asociación de la Prensa de Sevilla (APS) y que este 2018 compartió la bailaora y maestra de bailaores con el colectivo de discapacitados Danza Mobile y con el monologuista Manu Sánchez.

Coral, con un temple que hizo enmudecer a la caseta y, contó cómo amamantaba a su hija entre actuación y actuación en el Aeroclub ante «señoritos», hace casi 60 años. «No podía respirar. Tenía el estómago pegado a la espalda [por el hambre]».

Logró parar un murmullo cotilla imposible de callar por el encuentro y beso posado, minutos antes, entre la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en una caseta atestada de consejeros de la Junta (si no estuvo el gobierno autónomo en pleno faltó poco, incluidos altos cargos) y del séquito de sanchistas, empezando por su hombre de confianza, el sevillano Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.

La bailaora, una artista que ha ganado todos los premios, ayer no pudo bailar más que sentada. En eso se le acercó emocionalmente –más allá del parecido casual de los lunares de sus trajes flamencos– la presidenta de una Junta de Andalucía que hoy también tiene desmoronadas por la edad sus murallas –roza 40 años de gobierno, y el rozamiento, lo saben en todos los oficios, desgasta–, y también se le acercó un partido con las piernas rotas de tanto mandar y con grietas más serias que el forzado Que se besen que brama por lo bajinis la audiencia para confirmar la distancia entre los dos líderes. Se suma el espectáculo de ver la víspera en el banquillo al expresidente casieterno Manuel Chaves, por los ERE. Díaz concedió antes de salir selfis. Sánchez igualmente, cada uno por su lado, antes de encaminarse como postre sorpresa a la lona de la UGT, donde no estaba previsto que apareciera hasta hoy.

El presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla, Rafael Rodríguez, no solo pidió «aprovechando que hay políticos» que se conserve el legado de baile de Coral. También tuvo unas palabras de apoyo a los bomberos sevillanos de la ONG Proem Aid, que juzgarán en Grecia el 7 de mayo por rescatar refugiados del mar. Y para tres periodistas: José Manuel de la Linde y Antonio Cattoni, multados mientras retransmitían un traslado cofrade; y para Valentín García, que ha hecho público cómo se enfrenta al cáncer.

Antes del encuentro con Díaz, Pedro Sánchez se había tomado un aperitivo, con copa de vino incluída, en la caseta de la Cadena Ser. El cónclave era muy sanchista. Su cicerone hace dos años –y lugarteniente orgánico– Alfonso Rodríguez Gómez de Celis y una pléyade de políticos de la esfera de los municipios sevillanos. En esa mesa, entre caña de lomo, jamón y queso, también estaba la voz más autorizada de la sanidad pública, el doctor Guillermo Antiñolo. Pero solo fue una mera coincidencia, ya que es un abonado a esta radiofónica esquina entre José Luis Vázquez y Pascual Márquez.

No fue tan casual la llegada fugaz del candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla. Beltrán Pérez, quien iba camino de la recepción de la Policía Local y, ¡voilá!, ahí estaba hablando amistosamente con Sánchez sobre asuntos tan banales –o no tanto– como si el sevillano iba al gimnasio a muscularse o si el madrileño le había cogido el gusto al Real. Al final, la gracia estaba en la foto, que hurgaba un poco en la herida histórica de la rosa y el puño, como la que ya protagonizó, hace ya dos ferias –cómo pasa el tiempo–, la podemita Teresa Rodríguez precisamente con Sánchez. Todo dentro de la compleja red de amigos y enemigos, fuera y dentro de partido, de la que tampoco escapa Pérez. Fue pasar cinco minutos de la marcha del delfín de Javier Arenas para que pasara por allí, como si tal cosa, el alcalde de Tomares –y zoidista confeso–, José Luis Sanz. La obligación en la Feria es estar a gusto. Pero la política, tantas veces artificio, casi nunca espera a después de los fuegos.