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Dentro de poco ya no habrá nadie tras el objetivo

El auge de los teléfonos móviles ha golpeado a un sector que lucha por sobrevivir intentando inocular la afición y renovando antiguas tecnologías

02 feb 2018 / 18:01 h - Actualizado: 05 feb 2018 / 17:31 h.
"Cultura","Empresas","Fotografía","A través del objetivo"
  • La formación en fotografía es hoy uno de los pilares fundamentales. / M. Gómez
    La formación en fotografía es hoy uno de los pilares fundamentales. / M. Gómez
  • Las cámaras réflex y el regreso de las instantáneas mantienen hoy el mercado. / M. G.
    Las cámaras réflex y el regreso de las instantáneas mantienen hoy el mercado. / M. G.

Nunca en su historia la fotografía ha vivido un momento de mayor popularidad y, al mismo tiempo, una situación más inestable para el sector profesional que la sostiene. El declive de las ventas de cámaras fotográficas es un hecho más que contrastado. En el año 2016 se produjo un descenso del 36% en los envíos de cámaras por parte de los grandes fabricantes con respecto a 2015. El veloz desarrollo de los equipos fotográficos que montan los teléfonos móviles inteligentes actuales está comiéndose, a pasos agigantados, la cuota de mercado de las cámaras tradicionales.

Otro asunto es el deterioro de las profesiones vinculadas con la fotografía. No es que no haya empleo; es más bien que el sector se ha atomizado y las perspectivas de estabilidad y de beneficios son exiguas en la mayoría de los casos. «Hasta hace diez años el fotógrafo era un profesional respetado al que se le presuponía una elevada competencia técnica y una experiencia contrastada; hoy día muchos son los que prueban suerte y pocos los que prosperan. Es un horizonte profesional minado de becarios y de personalidades arrasadas por una competencia y una cobertura profesional mínima», aduce el sociólogo Javier Madero.

Si los fotoperiodistas sobreviven amparados en unos medios de comunicación que cada vez les otorgan un peso menor en las estructuras internas de las redacciones, no lo tienen (o, más bien, no lo han tenido) mucho mejor los empresarios que tuvieron negocios vinculados a la fotografía. Foto Supra cerró en octubre de 2016 la tienda que durante 24 años tuvo sus puertas abiertas en la calle Sierpes. «La impresión en sí ha dejado de tener relevancia y, básicamente, la gente sube fotos a Facebook o Instagram y colecciona ‘Me gusta’ sin necesidad de tenerlas en formato físico», explica Alfredo Provost Menéndez, quien fuera último responsable de un negocio extinto.

La irrupción de la era digital que trajo el cambio de siglo invirtió la tendencia y el sector tuvo que adaptarse con nuevos servicios complementarios. Auténticos intentos por sobrevivir, brazadas en el agua de quien se sabía ahogado. «Fue cuando comenzamos a personalizar fotos en objetos, a convertir formatos audiovisuales, a intentar otras cosas, lo que se nos ocurriera. Todo el mundo empezaba a tener una cámara digital y los profesionales dejaban de imprimir», reconoce Alfredo, que señala el inicio del declive en 2008, cuando con los teléfonos móviles y las redes sociales «la gente comenzó a revelar mucho menos y a guardar los álbumes de viaje o de celebraciones familiares en los ordenadores».

Solo sobreviven los más fuertes. Y en ese podio no están, desde luego, las pequeñas tiendas de barrio que durante décadas revelaron las vacaciones de los vecinos de los bloques circundantes. Los más poderosos son hoy Amazon y las plataformas de venta on-line. «Una competencia absolutamente desleal, que tributa. y poquísimo, en Luxemburgo. Es una batalla desesperante que ya la han perdido los más modestos», reconoce Carlos Romero, director comercial de Martín Iglesias, una de las (pocas) tiendas de referencia para los fotógrafos y los aficionados a nivel nacional y que tiene su sede en el centro de Sevilla. «Es imposible competir con quien no juega limpio y más difícil todavía es explicarle a un comprador que los 100 euros de diferencia que va a pagar con respecto al negocio virtual permiten el sostenimiento de puestos de trabajo y mantiene la vida económica del país», dice.

Pero la realizad se empeña en ser tozuda. Hay miles de personas que hacen noche en la calle para adquirir un costoso teléfono móvil de última gama el mismo día en el que este se pone a la venta. «Antes había miles de tiendas de fotografía, hoy nos estamos extinguiendo», asegura. «Llegamos a tener franquicias en Andalucía y en Extremadura. Con casi 50 tiendas abiertas, de ellas hoy solo tenemos dos», lamenta.

No obstante, aunque para pocos, hay algunas esperanzas que mantienen a flote a los sobrevivientes. «El mercado se está saturando tanto de lo digital que estamos volviendo atrás. Muchas personas se aficionan a la fotografía a través de los terminales móviles y más pronto que tarde se dan cuenta de que necesitan ir a más. Es entonces cuando dan el paso a la cámara réflex. «Uno de los productos estrella que vendemos es una réflex de 390 euros con altas prestaciones. Luego para los más apasionados encontramos modelos que van de los 800 a los 5.000 euros», detalla. También ponen en marcha talleres y seminarios para conectar al público, y al curioso, con el mundo de la fotografía. Ahora tienen en marcha la sexta edición de Turifoto-Photoquivir, el mayor encuentro de fotógrafos aficionados de Europa. Y, mientras, los adolescentes han redescubierto las viejas Polaroid instantáneas, que también han regresado. Por ahora, que nadie funda (todavía) a negro.