El mar como única puerta de entrada

Inmigración ilegal. El número de personas rescatadas por Salvamento Marítimo este 2017 ya supera el acumulado de todo 2016, más de 6.000

15 jul 2017 / 21:17 h - Actualizado: 16 jul 2017 / 08:25 h.
"Inmigración","Antonio Sanz"
  • Dos inmigrantes celebran su llegada al puerto de Almería tras ser rescatados por Salvamento Marítimo cuando intentaban alcanzar España a través del mar de Alborán. / Carlos Barba (Efe)
    Dos inmigrantes celebran su llegada al puerto de Almería tras ser rescatados por Salvamento Marítimo cuando intentaban alcanzar España a través del mar de Alborán. / Carlos Barba (Efe)
  • El delegado del Gobierno en Andalucía con un miembro de Salvamento. / E. C.
    El delegado del Gobierno en Andalucía con un miembro de Salvamento. / E. C.
  • Una voluntaria de Cruz Roja atiende arropa a dos personas tras ser rescatadas. / Paquet (Efe)
    Una voluntaria de Cruz Roja atiende arropa a dos personas tras ser rescatadas. / Paquet (Efe)
  • Una fila de hombres en el puerto, tras ser rescatados. / J. Ragel (Efe)
    Una fila de hombres en el puerto, tras ser rescatados. / J. Ragel (Efe)

6.614. Es el número de sueños que han desembarcado en las costas andaluzas en lo que va de año, hasta el pasado día 13, según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno en Andalucía. La cifra ya no es válida, porque a diario son varios los avisos que recibe Salvamento Marítimo de las embarcaciones repletas de ciudadanos subsaharianos, y también magrebíes, «que se están jugando la vida por alcanzar un futuro mejor», coinciden en señalar todos aquellos organismos que a diario trabajan por salvarles del naufragio.

El último rescate en costas andaluzas se producía este sábado cuando 66 personas, entre ellos cinco mujeres y dos hombres, fueron rescatadas de dos pateras en el mar de Alborán por una embarcación de Salvamento Marítimo, que ya fue alertado de otra patera que partía de la costa de Bouyafar (Marruecos). Antes, el viernes, arribaron otros 82 inmigrantes en similares circunstancias. Todo ello se engloba en la operación Índalo, en la que participa la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex).

Pero el momento más duro vivido este año fue a principios de mes, cuando 49 de esas almas perdían la vida cuando intentaban alcanzar las costas andaluzas. La han catalogado como la mayor catástrofe inmigrante que ha vivido España. De los 52 inmigrantes que viajaban en aquella patera, tan sólo tres se salvaron, uno de ellos todavía menor de edad.

Así, la cifra va engrosando a diario, hasta el punto de que en junio (últimos datos completos) se contabilizaba un incremento del 300 por ciento en la llegada de inmigrantes, con respecto al mismo mes de 2016. Unos datos que las organizaciones no recordaban desde hacía una década, cuando en las Islas Canarias hubo una oleada de 33.000 personas que huían por la crisis de los cayucos.

Hablar de razones por este aumento es complicado, porque cada cuál conoce sus motivos. Sin embargo, desde la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía señalan a los fallos que están presentando los acuerdos bilaterales. Según Ana Rosado, miembro de esta organización, el Gobierno de Marruecos, principalmente, está dejando de cumplir sus compromisos adquiridos en materia de control de inmigración ilegal en sus fronteras «como medida de presión a los países europeos por su falta de apoyo en las reivindicaciones del Rif y por no reconocer su soberanía sobre el Sáhara en los acuerdos comerciales».

A pesar de ello, las organizaciones españolas y el Gobierno central siguen cumpliendo con sus compromisos con los derechos humanos. En ello juega un papel fundamental Salvamento Marítimo, que en las costas andaluzas tiene repartidos cuatro centros de coordinación (en Almería, Algeciras, Cádiz y Tarifa). El primer contacto de los inmigrantes tras «jugarse la vida en el mar» es con los miembros de Salvamento Marítimo, un cuerpo dependiente del Ministerio de Fomento que, con ayuda de la Guardia Civil, Vigilancia Aduanera, la Armada y Cruz Roja, trabajan para que el viaje emprendido por los inmigrantes llegue a puerto y sin pérdidas de vidas que lamentar.

En la mayoría de casos son los propios inmigrantes quienes, desde la patera, avisan a Salvamento de su salida. No sólo uno, «sino todos», explica el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz. Aunque también dan aviso buques mercantes u organizaciones no gubernamentales que trabajan en la otra orilla del Mediterráneo, «que ejercen una labor fundamental y son un complemento importante a los servicios del Estado», señala Sanz.

Las condiciones del trayecto son pésimas. La mayoría de los personas que se lanzan al mar embarcan en balsas «que dan pena», pinchadas o cuyo motor no funciona, además de navegar hacinados. De ahí que el rescate sea «crucial», pero también «el momento más crítico», señala el jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Almería, Miguel Zea, centro que hasta junio de este año ha rescatado a más de 3.300 inmigrantes. Después de un trayecto en el que saben que se están jugando la vida, en el que el sueño de alcanzar la costa española se puede convertir en una pesadilla, por la que han pagado entre 1.500 y 2.500 euros, «se ponen nerviosos» y al saberse a salvo de la mano de Salvamento Marítimo, quieren subir a la embarcación de rescate «sin orden, lo que puede producir el vuelco de la balsa en la que viajan», relata Zea.

A pesar de la angustia vivida, alcanzaron su objetivo. Y al cántico de «boza, boza» («victoria, victoria») se abrazan a los miembros de Salvamento Marítimo. «El rictus de preocupación y ansiedad se les cambia; es un momento muy emotivo», comenta.

Sólo queda llegar a puerto, donde esperan los voluntarios de Cruz Roja España, la institución encargada de ofrecerles la primera atención humanitaria. En el momento en que Salvamento tiene conocimiento de una patera, lanzan el aviso a Cruz Roja para que acudan al puerto donde serán desembarcados los inmigrantes, explica la responsable autonómica de Salud, Socorro y Emergencias de Cruz Roja España en Andalucía, Mª Carmen Sánchez.

En el puerto, los voluntarios realizan un triaje rápido a aquellas personas que llegan heridas por quemaduras o cortes, contracturadas por la posición en la que llevan horas e incluso días o enfermas, «aunque habitualmente vienen en buen estado de salud», aclara Sánchez. También les ofrecen algo de abrigo e higiene íntima, un cambio de ropa, porque llegan mojados, y algo de comer.

Los voluntarios de Cruz Roja también están formados para identificar posibles vínculos de trata de personas; porque, como recuerda el delegado del Gobierno, en muchas ocasiones se embarcan controlados por mafias y les obligan a actuar en redes de prostitución», además de haber tenido que pagar un elevado precio. Asimismo, los voluntarios tienen aptitudes suficientes para atenderlas a nivel psicológico en el caso de que hayan vivido una situación traumática. En Andalucía hay en torno a un millar de voluntarios de la organización vinculados a este proyecto, «gracias a los cuales se pueden atender los avisos», recalca Sánchez, quien apunta que momentos en los que trabajaban simultáneamente varios grupos con voluntarios.

Tras recibir esa primera atención, es la Policía Nacional la que se encarga de los inmigrantes. En ese momento son trasladados a los centros de acogida temporal de inmigrantes (CATI), donde deben permanecer un máximo de 72 horas, mientras las fuerzas de seguridad corroboran que no tienen antecedentes, explica el delegado del Gobierno en Andalucía.

En el caso de que sean menores o mujeres, se les trasladará a los centros de Cruz Roja. Mientras, el resto, irá a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), que en los últimos meses están en tela de juicio por no poder atender la masiva llegada de inmigrantes. Sanz asegura que «no están desbordados» y que episodios como el de Motril, donde la Policía liberó a 200 inmigrantes por falta de espacio, «son puntuales». No obstante, recuerda que el Gobierno va a construir nuevos CIE: uno en Algeciras, de 20.000 metros cuadrados «para dar mayor cobertura social», y otro en la zona oriental de Andalucía.