«Hay que tener fuerzas y mirar hacia adelante»

Superación. El cáncer que padeció Mariluz no le ha impedido retomar su vida derrochando ilusión y alegría

Manuel Pérez manpercor2 /
03 feb 2018 / 22:12 h - Actualizado: 04 feb 2018 / 12:16 h.
"Salud","Cáncer","Día mundial contra el cáncer"
  • Mariluz Ruiz trabaja como peluquera en Ordóñez Peluqueros, en la barriada de San Jerónimo. / Jesús Barrera
    Mariluz Ruiz trabaja como peluquera en Ordóñez Peluqueros, en la barriada de San Jerónimo. / Jesús Barrera

La noche iba cayendo en Sevilla. La jornada laboral tocaba su fin y la última clienta apuraba los minutos antes de irse de una peluquería de San Jerónimo. Mariluz Ruiz recogía sus utensilios y herramientas de trabajo. Tijeras, cepillos, peines, pinzas, horquillas... Todo lo iba colocando concienzudamente en su sitio. A pesar de la hora tardía y de la peonada, en su rostro solo lucía la sonrisa. Su mirada azulada no mostraba siquiera un ápice de cansancio. Sin embargo, tras esa fachada de alegría y fuerza se esconde una historia de superación.

No hace mucho, Mariluz logró vencer a esa maldita enfermedad llamada cáncer, aunque aún continúa en tratamiento. Fue en 2013 cuando se notó un pequeño bulto en el pecho. «Me hicieron la biopsia y me dijeron que era malo, que había que quitarlo», cuenta Mariluz, que tuvo que someterse a una mastectomía y le extirparon los ganglios axilares. Ella misma reconoce que se le «truncó» todo. Un año antes se casó con su marido, Francisco Torres, con quien planeaba formar una familia y tener hijos.

El día que le dijeron lo que tenía, Mariluz cuenta que se hartó de llorar. «Piensas que te puede pasar lo peor, que se viene una cosa muy fuerte», explica mientras recuerda aquellos días. «Lo pasas mal por ti y por tu familia, porque ves que ellos están mal también», narra con un nudo en la garganta. Ese mismo nudo que se le formó cuando supo que tenía cáncer y que tuvo que deshacer con la fuerza y el coraje que tanto caracterizan a Mariluz.

Quienes la conocen saben que Mariluz es un torrente de entusiasmo e ilusión. Quizá este marcado carácter suyo ha sido la clave para vencer al cáncer. Tanto es así que «nunca, nunca, nunca» quiso tirar la toalla. Ni siquiera lo pensó, aunque reconoce haber pasado por muchos bajones. «Mi marido se ha comido muchas cosas, porque estaba mal y me ponía a llorar», cuenta Mariluz. Pero ello no fue óbice para seguir «siempre adelante», un lema que ella ha llevado y lleva por bandera.

«Te haces veinte mil preguntas, pero tienes que afrontarlo y hay que salir». Desde el primer momento, Mariluz supo que la mejor manera de combatir el cáncer es con energía, positividad y determinación. «El ánimo lo es todo. El ánimo y la familia», puntualiza. Para Mariluz, disfrutar de una buena compañía es otro de los pilares fundamentales a la hora de afrontar esta larga enfermedad. «Nunca me vi sola, siempre tenía un montón de personas a mi alrededor. Eso me ha ayudado mucho», cuenta Mariluz mientras su rostro recupera una sonrisa ahogada por los malos recuerdos. La emoción que desprenden sus palabras denota un agradecimiento infinito a sus padres, sus hermanos y su marido, quienes pusieron su granito de arena para que Mariluz saliera de ese túnel que nunca se le oscureció.

Para salir de ese largo camino, lo más importante es «tener mucha fuerza», señala Mariluz con firmeza. «Tienes que decir que vas a salir, que no va a poder contigo», afirma con rotundidad, la misma con la que hizo frente al cáncer, una enfermedad que no logró encerrar a Mariluz en su casa. Ella prefirió coger sus mejores galas y ponerse su mejor sonrisa para salir de aquel atolladero. «Me apunté a la piscina y hacía veinte mil ejercicios. No paraba y había veces que no podía con mi cuerpo, pero yo tenía que ir a hacer mis ejercicios». El relato de Mariluz es la prueba inequívoca de su tesón y su forma de ser.

Sea como fuere, una enfermedad de este calibre ha trastocado muchas cosas en la vida de Mariluz. Ella misma admite que el cáncer le ha cambiado «la forma de pensar y de ver las cosas». Según Mariluz, «disfrutas más de las cosas» y asegura que ahora aprovecha más los momentos que le brinda la vida. «Cualquier momento que tengo libre lo aprovecho para quedar con mi familia y disfrutar de todo lo que pueda», asegura. Sabedora de todo lo que conlleva el cáncer, Mariluz afronta ahora una vida nueva que le permite valorar más a su familia y su trabajo, una de sus grandes preocupaciones durante la enfermedad. «No lo quería perder, porque era mi vida», señala con emoción porque, lejos de perderlo, se entrega día tras día a su oficio, como si nada hubiera pasado.

«Hay que tener fuerzas y mirar adelante. Lo de atrás ya está olvidado». Y es que aquello ya es historia. Hoy, Mariluz es una mujer nueva con ilusiones y sueños renovados, aunque tiene la espina clavada de no poder ser madre. No obstante, sabe que no hay mejor fórmula secreta que la esperanza. En su familia encontró un remanso de paz que le permitió continuar luchando y en su marido, un bastón que le ayudó a levantarse si algún día caía. Mariluz nunca supo cómo logró salir de aquella situación. «Me he quedado alucinada de cómo lo he afrontado. Miro hacia atrás y digo: es increíble las cosas que he aguantado». Cada día que pasa, Mariluz está más cerca de quedar totalmente libre de los resquicios del cáncer, pero todo es cuestión de fuerza de voluntad. Una fuerza de voluntad digna de los verdaderos atletas, porque Mariluz se enfrentó a una carrera de fondo y terminó ganándola para demostrar al mundo que la sonrisa es el arma más poderosa para afrontar las adversidades