Sevilla, bajo una manta de calor

Asfixia. La Campiña es la comarca más afectada. Muchos vecinos optan por quedarse en casa, «porque no hay que salir ni para ir a urgencias»

13 jul 2017 / 22:11 h - Actualizado: 14 jul 2017 / 19:47 h.
"El tiempo","Calor de récord"
  • Sevilla, bajo una manta de calor
  • Quienes trabajan a pleno sol tienen que ingeniárselas para sobrevivir a la ola de calor. / M.R.
    Quienes trabajan a pleno sol tienen que ingeniárselas para sobrevivir a la ola de calor. / M.R.

Las sombras son un bien cotizado en Sevilla. Tanto en la capital, donde ayer pasaron las de Caín para resguardarse del sol, como en la provincia, sobre todo en la Sierra Sur y la Campiña, donde se vivió un verdadero infierno. El mercurio ascendió hasta los 45 grados –los termómetros externos siempre marcan más– durante la segunda ola de calor veraniego. Para sobrellevar las altas temperaturas, los vecinos lo tienen claro: resguardarse en casa y enfrentarse al sopor bajo el aire acondicionado.

En Morón de la Frontera, los jardines de la Carrera resguardan a aquellos aguerridos vecinos que se atreven a desafiar el termómetro. Manuel tiene 82 años y no le teme a esta subida. Ha sido toda su vida ganadero y reconoce que no le importa salir en este tiempo «porque trabajando he pasado más calor». Al igual que otro vecino jubilado que, ya dentro del parque y muy cerca de la fuente, conversa con otros amigos. Tiene la camisa con varios botones desabrochados y pronto se marchará para casa. Sin embargo, cuenta que ha trabajado en la construcción y «antes no se echaba jornada intensiva, así que imagínate», relata mientras explica que, en ocasiones, darse una ducha tampoco le refresca, puesto que «el agua sale hirviendo del depósito». Mientras, Juan Antonio va camino a casa para ponerse «debajo del aire, porque no se puede aguantar». Solo atiende los recados urgentes cuando tiene que salir en las calurosas mañanas y, por ello, decidió quedarse recluido el día antes.

Solo algún intrépido como él se atreve a caminar bajo el sol y porque sus comprar matutinas le hacen pisar esa zona del acerado. Por la Corredera, en Arahal, las granizadas refrescan a los arahalenses que proliferan en la zona. Unos metros más arriba, un vecino calma el bochorno con un refresco bien frío, cuyas últimas gotas toma su hijo. No hay conversación donde no se escuche la frase «vaya día de calor», y eso que aún no se había llegado el mediodía.

Los más jóvenes optan por marcharse a la piscina y pasar la tarde a remojo. En bicicleta –que valor–, se marchaban a las tres de la tardedos amigos para refrescarse bajo el agua. La gran cantidad de chalés con piscina hacen de oásis en la Campiña.

Muy atento a los pronósticos está Toni García, más conocido como Meteo Morón. En las redes sociales su pronóstico es seguido por cientos de moronenses. Aficionado a la meteorología desde hace años, lo llamaron en noviembre para colaborar enviando datos a la Aemet.

Sus predicciones son solicitadas por las cofradías de Morón e incluso de algunos municipios de la comarca. Sin embargo, aunque en Semana Santa sigue muy atento a la lluvia primaveral, ahora está centrado en la ola de calor que «en principio, estará hasta el sábado».

El domingo se rozarán los 40 grados y luego «las temperaturas volverán a los 35 y 36 grados». Está muy pendiente a los posibles récords, que en Morón se sitúan en 46,6 grados, aunque el pasado año se superó al máximo de septiembre con 45,5.

En su camino al trabajo es asaltado por los vecinos que quieren conocer «cuándo estaría la ola de calor». Mucha hidratación y paciencia son los consejos ante estos días calurosos de verano.

El tópico de Écija

Ya en Écija, están moscas ante los topicazos. Si hay algo que molesta al ecijano es que salgan en la prensa cada julio o agosto como ejemplo de altas temperaturas veraniegas. El ecijano (y la ecijana) considera que su ciudad tiene algo más que enseñar a los visitantes que el consabido calor por el que es conocida en toda España, ese que le ha valido a la bimilenaria Astigi el mote de sartén de Andalucía por el tórrido verano que, mal que pese a cualquier miembro del padrón astigitano, es emblema local.

Bien es verdad que la queja es con la boca chica y que quien más y quien menos suelta con algo de orgullo eso de «pá calor, Écija», y que incluso se han impreso y vendido a turistas camisetas con el lema. Y no falta cuando va mediando julio quien aprovecha las redes sociales para difundir fotos de termómetros marcando 40 grados y temblando por «qué nos espera en agosto». Pero no es menos cierto que en Écija calor, lo que se dice calor, no hace ni más ni menos que en otros enclaves de la Campiña cordobesa cuando llega la canícula.

«Es que a ver si se van a creer que aquí sacamos las sillas a la puerta de casa por la noche para no derretirnos», se queja Marco, que opina que «aquí con 45 grados lo pasamos igual de mal que en la capital con 44,5». Fernando abunda en la misma idea. «Estuve ayer [por el martes] en Granada y hacía más calor que en Écija», y tuerce el gesto cuando se le pregunta cómo se aguantan los más de 40 grados. «Aquí no se combate el calor. Se acepta. No se sale a la calle cuando aprieta», dice.

Y si tiene uno que salir lo hace a partir de las seis y media o las siete y exponiéndose a las consecuencias. «El miércoles tuve que salir a eso de las siete y el termómetro del coche marcada 52 grados», suda al recordarlo Miguel Ángel, que pregunta si es verdad que todavía va a subir más el mercurio. Realmente a esas temperaturas no se acostumbra uno, como vuelve a insistir Fernando.

Tampoco se acostumbran la mayoría de ecijanos a ver desfilar por el centro de la ciudad a casi todas las televisiones buscando la imagen que describa la tórrida alerta por calor que asola la ciudad a partir del mediodía. El vecino molesto con que su ciudad solo abra noticiarios por el calor se enfadará realmente si alguna de las televisiones le saca el asunto de la posibilidad de freír un huevo en el asfalto o sobre el capó de un coche.

Sobrellevar el calor en julio en Écija es cosa de aire acondicionado o ventilador y, si la factura eléctrica lo impide, abanico y botellita de agua, refrescos, «gazpachito muy fresquito y alguna que otra cerveza», es la receta más repetida. Y humor. Mucho sentido del humor.

«Yo pongo el horno y la calefacción para que al salir de casa me parezca que hace fresquito», se ríe Valle. «Aquí estamos acostumbrados a soportar la calor», asegura Javier Becerra, «usando el sentido común: no salir a la calle ni para ir a urgencias», bromea. Y es que salir a la calle con el mercurio en todo lo alto puede ser demencial a pesar de los toldos que se instalan en algunas calles del centro. La queja más repetida es que apenas hay sombra –la plaza mayor, El Salón, es una tórrida explanada– y apenas hay fuentes, algo inexplicable en la sartén de Andalucía.

Pero si hay que salir a trabajar la cosa cambia. En ese caso, la jornada intensiva es una cuestión capital. Trabajar más allá de las tres de la tarde es «insoportable, sobre todo si lo haces en naves que no están preparadas», suspira Eva, que apunta que, en este aspecto, el sector del mueble y la madera –uno de los punteros en Écija– es de los más afectados «puesto que trabajan con una maquinaria pesada y los motores desprenden mucho calor. Termina una como si hubiese ido a una sauna», se toma con humor Eva.