Muere José María Castillo, el cura al que el Papa perdonó por teléfono

Defensor del sacerdocio de las mujeres y de una religión más pegada al pueblo, se va a los 94 años el jesuita granadino al que vetó Juan Pablo II y que redimió Francisco

Obituario: Fallece el cura al que el Papa perdonó por teléfono

Obituario: Fallece el cura al que el Papa perdonó por teléfono / Álvaro Romero

Álvaro Romero

Acaba de morir, a los 94 años, José María Castillo Sánchez, más conocido en sus círculos íntimos como Pepe Castillo, el cura, teólogo, escritor y docente nacido en el pueblo granadino de Puebla de Don Fadrique y que ha supuesto en el último medio siglo la principal voz crítica contra la Iglesia de la que él jamás se apartó. Considerado como uno de los pensadores más reputados, lúcidos y controvertidos de la Iglesia Católica en el tránsito del siglo XX al XXI, quien lo apartó de las clases en la Universidad de Granada en 1980 fue el papa Juan Pablo II, hoy santo, por sus críticas a la Santa Sede. El veto papal se extendió durante tres décadas, hasta que un número oculto sonó en el teléfono de la casa de Granada donde se alojaba en 2018 y uno de los hijos de la señora descolgó. “Soy el Papa y quiero hablar con el padre José María Castillo”. Con esa presentación no podía ser el mismo papa. Era Francisco. El chico corrió por el pasillo para darle el recado al cura, tal y como relató él mismo al periódico granadino Ideal hace algunos años. El nuevo Papa le dijo que rezara por él “porque lo necesito”. Y luego siguieron conversando, en persona, en la capilla de Santa Marta del Vaticano. Lo que le dijo el papa Francisco, desde luego, venía a neutralizar el ostracismo al que lo había condenado su predecesor: “Le agradezco lo que usted está escribiendo y publicando. Le ruego que no deje de escribir y publicar porque le hace mucho bien a la gente”.

Nacido en 1929, Castillo ingresó en la Compañía de Jesús con 17 años, pero determinados problemas de salud le obligaron a abandonarla e ingresar en el Seminario de Guadix, donde ejerció de sacerdote. Ya con 26 años y licenciado en Teología, volvió a los jesuitas, hasta que se salió voluntariamente, en 2007, “por higiene mental”. Fue en los años del Concilio Vaticano II, a mediados de los 60, cuando Castillo inició su docencia universitaria en la Universidad de Granada, y desde allí alcanzó celebridad internacional con libros como ¿Hacia dónde va el clero? (1971) o La alternativa cristiana (1978), entre otros. Cura de los pobres, y habitual en América Latina por aquellos años, los cambios de la misma época que llevaron a la Iglesia hacia posturas más conservadoras –con la elección primero de Ángel Suquía y después de Antonio María Rouco como presidentes de la Conferencia Episcopal Española- le hicieron chocar con Roma, si bien después del veto papal que le retiró la venia docendi en la Facultad de Teología de Granada, fue llamado habitualmente a la Universidad Gregoriana de Roma y al a Pontificia Comillas de Madrid como profesor invitado e incluso, anualmente, impartía cursos en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, en El Salvador, y en diversas instituciones del cristianismo latinoamericano por el perfil de teólogo de la liberación que iba cultivando, sobre todo en Ecuador, Paraguay y Argentina.

Con los años, se dedicó a coordinar e impartir cursos, seminarios y conferencias por Europa y América Latina, al margen de proseguir con aquellos Cuadernos de teología popular que lograron una enorme difusión, hasta que la jerarquía episcopal los prohibió.

Castillo, por otro lado, fue uno de los fundadores de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, de la que fue vicepresidente y que celebró su primer congreso en 1981. De aquellos años datan sus libros de espiritualidad, sobre el seguimiento del proyecto de Jesús hombre, la oración y el discernimiento cristiano. Su obsesión era seguir las directrices del Vaticano II en el seno de una Iglesia que parecía caminar en sentido contrario. El padre Castillo ha desarrollado una intensa reflexión sobre toda aquella teología del concilio en libros como Los pobres y la teología. ¿Qué queda de la teología de la liberación?, de 1997. Su interés ha ido evolucionando hacia la humanidad de Dios y de Jesús y hacia la laicidad del evangelio. Gran difusión han tenido últimamente, entre quienes lo consideraban un faro y referente dentro de la Iglesia, sus Comentarios al evangelio diario, publicados para los tres ciclos litúrgicos. El último de ellos, de 2021, se titula La religión de Jesús.

Contra el celibato

José María Castillo ha considerado siempre que las religiones constituyen un fenómeno tan interesante desde el punto de vista histórico y cultural que las tradicionales clases de religión deberían sustituirse por clases de historia de las religiones. Asimismo, ha defendido la ordenación de personas casadas y de mujeres en una Iglesia con tanta crisis de vocaciones pastorales. Por otro lado, quien ha reivindicado una mayor participación de los creyentes en el gobierno de la Iglesia siempre consideró que se debería terminar con la ley del celibato eclesiástico que prohíbe a los curas casarse. En este sentido, Castillo ha defendido la liberación de la mujer, de otras formas de sexualidad e incluso el divorcio, y ha criticado que hayan sido los obispos quienes han creado una fractura en el seno de la Iglesia desde que se han puesto de parte de un sector de la Iglesia y han marginado a otros. El teólogo granadino ha defendido siempre un imprescindible diálogo interreligioso y ha considerado la conveniencia de replantear lo divino y trascendente en lo humano. Precisamente en su libro La humanidad de Dios (2012) expone sus principales reflexiones sobre la persona humana de Jesús de Nazaret.

El Ayuntamiento de su pueblo natal lo nombró Hijo Predilecto en 2010. En 2011 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada, siendo el único teólogo español que ha recibido tal distinción en una universidad pública española en este último siglo. Hoy será enterrado en el cementerio granadino de San José. Ya descansa en paz.