El jazz enamoró a San Valentín, más Jam en Platea Plaza de Armas

A la gloria y memoria de chick corea (1941-2021). La entreplanta de la antigua estación de Córdoba registró con el Jazz un nuevo lleno. Disfrutaron músicos, cantantes y el respetable con el mejor espectáculo. Pasen y lean

El jazz enamoró a San Valentín, más Jam en Platea Plaza de Armas / Juan-Carlos Arias

Juan-Carlos Arias

Federico García Lorca escribió que los EEUU sólo dieron al mundo ‘los rascacielos, el jazz y los cocktails'. El Día de San Valentín, el que dicen de los enamorados para que se venda más, hizo felices a los aficionados sevillanos al Jazz. El bendito aporte norteamericano al ojo lorquiano plasmó una memorable Jam Session. En el mismo lugar donde antaño fluían -y añoramos- vapores, ruidos y olores del Correo, el Expreso, el Ferrobús, coches-cama, a viajeros con prisa o aquel Talgo que parecía la última vanguardia de la industria patria.

El improvisado festival era empeño de la Asociación Sevillana de Jazz (ASSEJAZZ). A este colectivo le costó poco llenar las mesas de aficionados por su oferta. Se llenó de arte, fusión y buena música. Las flechas de San Valentín hicieron infinita diana. Ya lo anticipaba el irrepetible guitarrista mexicano Carlos Santana cuando incidía que ‘el rock es una piscina, el jazz un océano’.

Este periódico decano sevillano ya reseñó dos Jams de ASSEJAZZ en el Platea (Odeón-Imperdible). Es el escenario dominical para músicos o vocalistas desenfadados, abiertos, creativos.... Ejecutan y cantan bajo una imponente cubierta de remaches y madera con crisoles multicolores. La antigua estación de tren impresiona aún a cualquiera.

La Gerente de Platea, Marina Rodríguez, y su equipo de sala no sólo estaban pendientes de atender a la clientela en las mesas con sumo oficio. También, controlaban que se cumplieran las medidas para que el espectáculo fuera seguro, con la debida distancia social, entre mesas y que la concurrencia llevara mascarillas. Hasta los músicos que no usaban sus pulmones para soplar instrumentos llevaban ese tapabocas que imperativamente debemos llevar todos en los espacios públicos y cerrados. No hay excusa, pues, para no ir a conciertos, teatro, cines, museos, galerías y apoyar la cultura y el arte en tiempos difíciles.

El Jazz pleno, total

Entre las 13 y 16 horas del Día de los Enamorados se sucedieron en las tablas del Platea numerosos artistas. La formación inicial la integraban Manolo Pereira (Guitarra), Dolf Steiners (batería) y Juan Miguel Martín (Bajo). El bajista fue el que más tiempo tocó, no paró durante toda la descarga musical. Compartieron a Martín todas las formaciones que actuaron. Su virtuosismo le ayuda a interpretar en las cuerdas lo que la música requiere. La vocalista alemana Lovis G, con un dominio perfecto del español e inglés, elevó la temperatura. Su registro tímbrico es amplio, su habilidad para imitar con su voz cualquier instrumento de viento es de nota. Lovis ofició de maestra de ceremonias. Se la veía en su salsa.

La simpática Lovis cantó standards, sóla y junto a la turca Aysu Cogur, para emocionar al personal. Stardust y Heavenfueron algunos ejemplos. La versión de My Funny Valentine de Chet Baker en honor al Santo del Amor arrancó más aplausos. Las dos cantantes maridaban la elegancia de Diana Krall y la fuerza de Ella Fitzgerald. Y toda esa percepción sucedía en la Sevilla de la pandemia. Una tercera vocalista, la gaditana Merche Corisco, hizo patria con You don’t what love is. Otro guiño a un San Valentín a cuyo pedestal giró gran parte del talento y la valía femenina.

Ante el poderío vocal de un sexo nada débil, y que excusen al cronista las feministas más acérrimas, apareció en el escenario y blandiendo botella de cerveza, Manuel Patrick. Su voz, según el cantante, se repetía en castings que buscaban talento. Su interpretación del Fly me to the moon lo acercaba al mejor Sinatra posible. Un pedido de bis sobre The Way you look tonight remató la faena. A Patrick, indudablemente, el futuro le depara gloria. También que la voz en Jazz no distingue sexos. Sólo hay música.

La formación inicial en la Jam Session se fue incrementando. Aparecieron Javier Ortí yel belga Warre Van Der Putte con sus respectivos saxos para enriquecer el escenario con maestría. El malagueño Nacho Löring repetía con una trompeta inspirada; demostró al piano también que es polivalente. Samuel Rigal, bailarín cubano, se movía al son de una música que se elevaba a la espaciosa cubierta de la antigua estación ferroviaria.

Manuel Morillo, flauta travesera en ristre, acusaba un particular estado de gracia aportando creatividad al viento. En el escenario o desde una mesa desprendía del instrumento las mejores notas. La magia estaba, poco a poco, poseyendo el oficioso homenaje del Jazz sevillano más cosmopolita al amor. Vaya, a San Valentín. Lo mejor estaba por venir. Lo anunciaba en la batería Luisongo (Luis Landa), un percusionista que no le tiene miedo a ningún reto. Tocaba con determinación y ganas de hacerlo bien.

St. Thomas, el clímax

Sonny Rollings, que visitó Sevilla en 2009, creó desde su saxo un clásico del Jazz. Una canción folklórica de Bahamas basó su homenaje a la isla caribeña de Saint Thomas, hoy parte de EEUU. El archipiélago de las Vírgenes está pegado a Puerto Rico y es un puerto franco frecuentado por cruceros. Allí los días invitan a la playa, al Ron y sentir la vida con intensidad. El inolvidable trompetista Ángel de Jesús, boricua y ex militar de EEUU, repetía en sus noches sevillanas el tema de Rollings. Su perfeccionismo no desmereció las melodías del clásico. St. Thomas fue elegida para colmatar la Jam por los músicos presentes en el Platea.

El contagio caribeño de los músicos fue inmediato. El mismo que tuvo Stan Getz cuando en Río se prendó de la bossa nova brasileña. O Dizzy Gillespie impactado con la Cuba de Chano Pozo que le heredó Arturo Sandoval. Los músicos que versionaban el clásico de Rollings estaban eufóricos, conjuntados, cómplices. Sin excepción iban desgranando desde sus instrumentos las partituras de Rollings. Todo ocurría a los pocos días de faltar en el mundo Chick Corea, un pianista plus que musicó y maridó al Maestro Rodrigo con el jazz, el flamenco y trasmitió su amor por la España musical de Paco de Lucía. Descansen, los tres últimos, en paz. Su legado es una joya para las presentes y futuras generaciones.

La Jam Session, tras los acordes del St. Thomas, dio mucho más de sí. Los músicos citados se alternaban por el escenario sin bajar el nivel. Hasta el final del espectáculo. Platea no cerraba sesión. Seguía con monólogos. El público de las Jams dominicales de Assejazz-Platea entiende y detecta ese duende que constata entre músicos y vocalistas. La conexión público-artistas no precisa intermediarios. Flota en el ambiente. Hay karma.

El Jazz se liga a la noche, al humo del tabaco, al trago largo y la bohemia del músico que nos trasmite la leyenda fílmico-literaria. Pero el jazz matinal, dominguero, creativo, cercano y natural que se percibe en Platea -con el padrinazgo de Assejazz- rompe esos tópicos en beneficio de regalar al aficionado algo original. Es decir, escapar de rutinas, huir -si cabe- de días complejos que esperan en la semana. George Gershwin lo insinúa: ‘En cierto modo la vida es como el Jazz: es mejor cuando improvisas’.

En el Platea del Jazzhablamos con personas que se les ve entregados a la causa. La ubicua Gracia Gata fotografía -para la web de Assejazz y su particular disfrute- los mejores momentos del espectáculo. Refleja la quintaesencia del buen rollito que hay en Platea cuando el Jazz reina allí.

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Chema Garteiz, ingeniero vasco afincado en Sevilla y Laura Mondéjar, pianista y profesora universitaria, confesaron al cronista que esta Jam fue genial. Era su primera vez. Quien suscribe está conforme, lo corrobora. Salimos encantados y se invita a renovar apoyo al arte. Esperamos próximas Jams con fusión, más español, flamenco, Caribe.... Assejazz ya presentó al mundo, el pasado verano de 2019, Sevillahabana Ensemble del maestro Guillermo Trujiz. Ese es el camino.

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