La Cara Oculta - Relato (III)
Propuesta de narrativa breve de InLimbo ediciones
So Blonde
Os traigo una nueva entrega dedicada a relatos, pero esta vez es monotemática al tratarse de cuentos publicados por una única editorial: InLimbo.
De lo mejorcito en cuentos que he encontrado en mi deambular.
Cargamos, nos ponemos los protectores auditivos, visualizamos el blanco, y al tema.
InlimboEdiciones
La presentación de este sello albaceteño me echó un poco para atrás porque utilizan aquello de «alta literatura», y yo creo que la altura sólo importa en los tacones y si vas a hacer pasarela (en foto a las modelos no se les pide altura). Tras haber tenido el placer de degustar algunas de las delicatessen que ofrece en su catálogo de narrativa, sigo pensando que la expresión es poco afortunada. Lo que dan es literatura de calidad premium, con acabados de lujo: tapicería de cuero y remates en metales nobles.
InLimbo es cremita, canela en rama, azúcar glass, PIB colombiano sin cortar.
Te puede gustar o no su propuesta, pero lo que es innegable es que tiene mucho nivel. No me refiero ya a su catálogo, hablo de las firmas que lo integran (quienes pueden ser más o menos conocidas, gozar de diversa suerte en el caos que se supone el campo de batalla de las letras), pero es imposible no encontrar a algún nombre hospedado en este sello ante el que no se tenga que admitir que sabe disparar.
Alberto Chimal, Alicia Sánchez Martinez, Ana Llurba, Ana Mártinez Castillo, Ana Morán Infesta, Ángela Álvarez Sáez, Ángeles Álvarez, David Roas, Gemma Solsona Asensio, José Ferreras, Maria Zaragoza, Miguel Antonio Chávez, Nerea Pallares, Pablo Brescia, Sara Prida Vega, Silvia Sánchez Muñoz, Vicente Velasco Montoya, Solange Rodríguez Pappe, cualquier juntaletras podría sentirse afortunado de tener a alguno de ellos compartiendo trinchera.
Voces en el castellano de ambos lados del Atlántico, sin discriminación de origen, pero resaltando las peculiaridades que enriquecen nuestro idioma. En colección de narrativa y de poesía (de esa moderna sin métrica ni rima que a mí no me dice nada). Todo bajo la, ya antigua, premisa de las Vaguardias de cualquier época de romper con lo establecido; de adentrarse en lo experimental, pero con un toque insólito, descarnado, no exento de morbo.
Tras las bambalinas: Manuela Arcas Castillo, Ana María Castillo, Rosa Aguilera García y Valentín Carcelén, que ofrecen tomos en los que se nota el mimo, humildes en su presentación de tapa blanda y papel de batalla. Maqueta correcta pero sin excesos, paginaciones cortas que aguantan bien el enlomado en goma PUR, solapas para exigir un lugar en biblioteca física y el arte de Pilar Lozano para envolverlo todo.
Pilar Lozano, alias @plasticocruel, unifica las diversas colecciones con sus amenazadoras y evocadoras imágenes. Realiza foto composiciones que atraen por lo estético pero que hacen meditar sobre el mensaje que incluye. Es tétrica, surrealista, con toques infantiles en sus naturalezas muertas, bodegones de lo cotidiano y cuerpo sin censuras morales o estéticas.
Esto es lo que traen los nenes y nenas de InLimbo, y, ahora, tres ejemplos:
Blancogramas, de Gemma Solsona Asensio Páginas: 144. PVP: 15€
Escribe Sonsola con guantes de dama, largos y de encaje, de aquellos que podían adornarse incluso con anillos. Escamotea un poco la riqueza del léxico en estructuras gramaticales de raíz poética que, por eso mismo, piden más vocabulario para dejar de ser simplemente buenas y pasar a ser brillantes. Pero mirad esta de «La dama de los guantes blancos» , es tan buena que se la robaría: «Y al hablar, sus ojos se achinaban hasta convertirse en dos balas de plata». (¡Aing!).
Abusa de algunos estilemas hasta que la conjunción adversativa «mas» ya empalaga y el ojo te pide una frase iniciada con «pero» como el comer. Pero si me meto en estas chorradas de filóloga ya podréis comprender que es porque estos textos tienen un gran nivel. Qué gusto ver una enumeración de oraciones separadas por punto y coma (pobre punto y coma).
Son algo ñoños (que diría una cursi) sin dejar de ser inquietantes. Es como si debajo de esos guantes largos de tafetán se escondieran uñas afiladas y nudillos encallecidos. Creo que está sensación me la transmite la preponderancia de narradores femeninos en primera persona, muy jóvenes en apariencia y con una maldad que se esconde tras la simple malicia parapetada en la curiosidad y la inconsciencia. Pero esto no quita que las niñas de Solsona sean una cabronas de tomo y lomo.
Todo el recopilatorio es tramposo porque te entra con colores blancos y rosas, de golosina de nube, que, poco a poco, se tornan burdeos sangre, pardo entraña o negro de podredumbre. Se logra una tensión narrativa muy rica en la que la lectora se pregunta en qué momento comenzó a ponerse tan inquietante esto, y que esperas que termine bien cuando ya sabe que bien, lo que se dice bien, no te vas a quedar tras la lectura.
Hay altibajos en las composiciones. «Cucarachas blancas» me ha dejado con ganas de más, de saber que hay allí fuera, cómo pasó lo que pasó y cómo hostias se construye una pseudoreligión en torno a Mary Poppins. Creo que es un gran capítulo cero de novela.
La criatura de «El ángel de plumas sucias» casi me obliga a querer dibujarla, y el patetismo y la agonía que transmite es conmovedor.
Creo que el más logrado y mejor cerrado es «Adorada Cat», con varios elementos de manual de escritura que, si bien podrían haber estado mejor aprovechados, cumplen a la perfección en una historia que quizás se hace demasiado predecible por la temática común de los relatos. La moraleja es que no hay que fiarse de las pelirrojas, nenas y nenes, eso lo he dicho yo siempre.
Capítulo aparte merece la revisión del argumento clásico que encierra «Blancapiedad» que por sí sólo ya justifica una edición. Es muy bueno.
Un conjunto elegante, apto para ser declamado, y sorprendente. Con prólogo de David Roas y nota inicial de la autora.
Índice de relatos.
«Plumas sucias».
«El caimán blanco».
«Cucarachas blancas».
«Adorada Cat».
«La dama de los guantes blancos».
«Blancapiedad».
«La alcoba blanca».
Los ritos mudos, de Nerea Pallares. Páginas: 107. PVP: 13€
Abre este volumen un muy interesante prólogo de Valeria Correra Fiz, que se aleja de la usual excusatio non petita o del panegírico a una aspirante a cadáver para casi amagar con un ensayo propio, tanto por forma como por referentes incluidos (que casi conforman una documentación completa).
Luego llega Pallares (monísima ella) a pelo, sin presentación y con cita de Pizarnik. En la biografía de solapa se afirma que es de Lugo, pero queda creíble cuando su prosa vosea y utiliza castellano de los Andes y eso a mí me gusta.
Estructura los relatos en cuatro bloques: Separación, Sacrificio, Adoración y Redención. Es sutil, muy íntima, tanto que llega incluso a despreciar el grafismo de guiones o saltos de página como si estos pudieran robar la atención de frases con vocación de versos que esconden en una palabra el mensaje o tema de todo el escrito. Son textos eufónicos que albergan argumentos, no fallidos, pero sí demasiado insinuados y abiertos a la interpretación. Esto no es malo, es literatura pura jugando con los recursos y figuras propias de este oficio, pero en esa pureza del arte se aloja también su debilidad en unos tiempos en que el ojo adapta de forma automática a imágenes sin fijarse en las palabras.
Pallares no redacta, escribe , casi diría que compone y que no llega a enfangarse en métrica por simple pragmatismo. Me gusta esta esteta pero lo que se nos cuenta queda demasiado oculto y eso resta efectividad a la narración. Es una lectura que exige aplicación porque todo queda insinuado. Todo tan aséptico como el matadero de «La Espera», tan poco explícito como lo que ocurre en el baño de «Los días salados». Incluso la orgía pandemónium de «La mascarada» es de cartón piedra. Y entiendo la metáfora de muchas de estas historias cortas, por eso me permito una a razón de «Todavía estamos buscando»: Pallares folla con condón, muy bonito, refinado y seguro, sí, pero que le resta gracia orgánica al asunto.
Quizás por ser el más accesible «No recuerdas la noche» me ha gustado con su castigo helénico onírico; y el lazo de «#Nora» está muy bien cerrado y puede sorprender a un lector menos bregado que servidora.
Todo muy pulcro, pero no me ha llegado. Quiero leer a Pallares en algo más largo, más pendiente de la trama que de las figuras estilísticas , a ver si así se desmelena un poco, que puede molar mucho.
Entonces cierra el volumen «Tarta de cumpleaños» con sus elipsis y su porno emocional y, mientras te secas una lagrimilla dices: «Joder, con la morena esta, lo buena que es».
Índice de relatos:
«Los días salados».
«La ciudad cardinal».
«La espera».
«La mascarada».
«Todavía estamos buscando».
«No recuerdas la noche».
«#Nora».
«Fä».
«La madre araña».
«Tarta para cumpleaños».
De un mundo raro, Solange Rodríguez Pappe. Páginas: 172. PVP: 16€
Es Rodríguez Pappe bailonga de salsa y de argumentos. Escribe como lo hacen en Ecuador, y esto es importante porque utiliza muy bien los diálogos y ahí se reflejan usos y modos reales del hablar de las gentes.
Este recopilatorio incluye su ya comentado y loado (por mí) «Compañeros de viaje», que se hace mejor con cada lectura.
Me ha gustado mucho «Noche de difuntos», en el que los prejuicios de ibera te obligan a encarar la lectura como si te fueran a contar algo de folclore de por acullá, y terminas inventando el término «Terrorífico mágico», porque aún no sabes cómo ha conseguido hacer un relato de zombies original en un género tan trillado.
«Una poética» logra que cualquiera que se dedique a escribir, y a los saraos derivados, se sienta identificado con el narrador en primera persona. Aunque lo más importante es que también toca la sensibilidad de aquellos que pierden el tiempo en la observación de las sombras para luego coser con letras lo que han encontrado allí.
«La madre» me parece una clase magistral de ritmo, acompasando la tensión narrativa a los meses de embarazo. En «Una nueva especie» se nos enseña a los torpes a utilizar el punto de vista subjetivo de forma que parezca fácil.
Es de los tres títulos, citados en este artículo, el que más se acerca al terror y el que considero más compensado entre forma e historia. Creo también que es muy versátil y variado en relación a la tipología del miedo. Quiero decir que veo representación de muy distintos infragéneros, que van desde el ya citado de ‘muertos vivientes’, hasta el gótico, el weird, lo victoriano, incluso la SciFi blandita.
Un tomito para releer con calma y disfrutar de su entrada suave al paladar y el golpe duro al estómago que rebota directamente al cerebro. Con prólogo de Giovanna Rivero.
Índice de relatos:
«Una poética».
«Noche de difuntos».
«Compañeros de viaje».
«Las dramáticas imágenes».
«La profundidad de los armarios».
«Una luz inolvidable».
«Una nueva especie».
«La madre»
«La noche del hombre salvaje».
«El mar espera entre las astas de los ciervos»
«Autodiagnóstico»
«Calamidad doméstica».
«El mundo estará ahí fuera».
Hasta el próximo viernes me tenéis en soblonde@hotmail.com o haciendo el tonto por RRSS. Besos de carmín.
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