Ocaña, el sol que sigue brillando tras su muerte

La editorial Dos Bigotes edita en el 40 aniversario del fallecimiento del artista un ensayo en el que distintas firmas abordan al personaje y a la persona desde su faceta de artista además de la de precursor de derechos y libertades

Ocaña, retratado por la fotógrafa Colita (Foto: Colita / Ayuntamiento de Cantillana)

Ocaña, retratado por la fotógrafa Colita (Foto: Colita / Ayuntamiento de Cantillana) / Francisco J. Domínguez

Francisco J. Domínguez

Hoy hace 40 años que Ocaña se fue vestido sol. Su legado y su memoria han permanecido vivos a lo largo de estas cuatro décadas. A las exposiciones sobre su obra, el centro de interpretación en su Cantillana natal, la placa en la casa donde nació o la calle que lo recuerda en Sevilla se une en este aniversario un libro, en el que se reúnen distintas firmas para hacer un nuevo acercamiento a una figura que, si bien se erigió como abanderado de la igualdad, sólo buscaba reivindicarse a sí mismo como artista.

‘Ocaña. El eterno brillo del sol de Cantillana’ es un compendio coral de nombres y colaboraciones que aporta distintas visiones para un nuevo estudio del artista, como persona y como personaje, para seguir poniendo en valor un legado y unos logros conseguidos a fuerza de querer ser libre y expresarse en libertad. Editado por Dos Bigotes, el libro ha visto la luz coincidiendo con el cuadragésimo aniversario de la muerte del artista a causa de las heridas provocadas al prenderse el disfraz de sol hecho de papel con el que participó en la cabalgata de la Juventud de su pueblo.

Un personaje muy complicado del que se ha escrito poco

Destacaba el historiador del arte Juan Ramón Barbancho – que participa en el libro con un ensayo – en la presentación del libro que sobre Ocaña “se habla mucho del personaje, pero se escribe muy poco. Es un personaje poco estudiado y muy complicado. Su riqueza es precisamente su complicación”. De ahí que esta obra pretenda un acercamiento a la persona y al artista combinando textos de un contenido más académico con otros más personales.

Esta nueva publicación está coordinada por Carlos Barea – quien también está detrás de ‘Flores para Lola’, que aborda la figura de Lola Flores en el centenario de su nacimiento como “una mirada queer y feminista sobre la Faraona”, según el subtítulo de la obra –. Se plantea como un homenaje en el aniversario de su muerte desde “el activismo y lo que representaba para las personas disidentes”, pero para reivindicarlo también como artista y “hablar de Ocaña como pintor”. Él mismo, como citaba Barea, se quejaba de que “está muy bien ser símbolo y referente, pero antes soy artista”.

Ocaña defendía su propia libertad y ser él mismo

Abundaba Barbancho en la puesta de largo de la obra que “Ocaña no defendía la libertad de los homosexuales, defendía su propia libertad y ser él mismo”. No era “un travesti sino un teatrero sin escenario”, que buscaba hacerse un hueco como artista, no como adalid de los derechos homosexuales, y que como artista global su escaparate no era el arte, “la exposición soy yo”, afirmaba. En este libro por tanto se reivindica al artista como pintor y perfomer“lo que mejor hace son las performances” – y sobre todo como creador del personaje. “La mejor obra de arte de José Pérez Ocaña fue crear a Ocaña”.

Pero el volumen no es un libro de arte, sino una recopilación de ensayos. Hay en ellos firmas que lo conocieron y lo trataron, como Ventura Pons – autor del documental ‘Ocaña, retrato intermitente’, que titula su aportación al libro ‘Una película catalana hablada en andaluz – y Nazario – cuya aportación titula ‘Ocaña: chou, exhibicionismo y cachondeo’ –. Igualmente se incluye una entrevista a su hermano mellizo Jesús, realizada por Álex Ander.

Autobiografía inédita y ‘sexilio’

Una autobiografía inédita, que relata desde su nacimiento en Cantillana a su llegada a Barcelona, abre el libro. Y lo cierra otro documento inédito, una carta autógrafa de Ocaña a su amigo Felipe de Paco, que si bien pueda parecer de contenido trivial, da muestra de la forma de relación de la disidencia en la época.

A través de las aportaciones de Roberta Marrero, Ernesto Artillo, Joan Galo o Pedro G. Romero, se abordan el contexto histórico, político y social en el que nace y se desarrolla la persona y su alter ego artístico. Las tradiciones y la cultura en su pueblo, tan ligadas a las fiestas marianas y de cuya expresión desbordante bebe; la represión, la mirada constreñida y los prejuicios que le impedían expresarse libremente se analizan como forjadores del concepto global de Ocaña.

Una cuestión definitoria en la vida y trayectoria del artista es la que aborda Luis Maura en el capítulo denominado ‘Irse para salvarse: Ocaña y el sexilio’. Este neologismo hace referencia al exilio provocado por la condición sexual, cuestión que afecta especialmente a las personas LGTBI en entornos rurales. Por eso, Ocaña encontró en Barcelona la vía de escape a una Cantillana que lo señalaba por su orientación sexual, pero a la que siempre volvía porque su personaje nació de su pueblo. “Si José Pérez Ocaña hubiera nacido en una gran ciudad no existiría Ocaña. Es un maricón de pueblo”, afirmó Barbancho en la presentación.

El historiador del arte también señaló que Ocaña “no llegó nunca a vivir de su pintura”, al tiempo que “su pintura no se ha revalorizado” ni hasta la fecha se ha hecho “un trabajo profundo” de esta. Esta obra, sin ser un estudio académico de su producción, sigue reivindicando su papel en las vanguardias artísticas y en las libertades. Un sol que la muerte del artista, hace 40 años, no consiguió eclipsar y que aún hoy resplandece y sigue de plena actualidad.

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