En los últimos meses veo cómo son muchos los amigos que en nuestra provincia crean grupos de investigación y se adentran en el interior de edificios presuntamente encantados. Una de las pruebas a las que más se recurre para tratar de demostrar que el lugar está encantado es la grabación de psicofonías, pero... ¿sabemos qué son las psicofonías dentro del complejo mundo de la transcomunicación instrumental?
Las psicofonías son sonidos, frases, palabras, aparentemente inteligentes, grabadas en una grabadora (bien de audio o de vídeo) en formato analógico o digital, que bajo unas determinadas condiciones de seguridad no parecen haber sido ni creadas ni originadas por la voz humana. Son llamadas también como EVP, y constituyen uno de los misterios más enraizados en el mundo de lo paranormal.
Las voces grabadas pueden ser diversas y variadas, desde la voz de un niño hasta la de una persona de edad avanzada. Normalmente son voces de origen desconocido que responden a una pregunta realizada por el investigador, siendo así de un origen inteligente. Sin embargo, el que se registre un fenómeno de este tipo no significa que estemos ante un suceso de origen paranormal; sí ante un suceso de origen desconocido.
Las psicofonías son detectadas y escuchadas a posteriori de producirse, son inaudibles para el receptor.
Igualmente se han registrado sonidos de animales, ruidos de forma e intensidad muy diversa y también sonidos musicales. Sonidos de muchas características, en el caso de los que reproducen la voz humana con una característica muy especial: no tienen un perfil de sonido, o sonograma, que se corresponde con el humano...
La explicación para un fenómeno tan interesante puede ir desde el fenómeno paranormal, las voces de los seres fallecidos, hasta simples fenómenos de ventriloquia inconsciente, fraudes o interferencias. Igualmente se aboga por la fuerza de la mente o subconsciente de las personas.
PSICOIMÁGENES
Las psicoimágenes serían el fenómeno análogo a las psicofonías pero esta vez en lugar de bajo un soporte de audio utilizarían un soporte en vídeo, pudiéndose grabar los rostros y cuerpo de personas fallecidas en la pantalla de una televisión (sin señal de antena y bajo determinadas características). En algunas ocasiones, la psicoimagen va acompañada de audio por lo que pueden llegar a transmitir un mensaje inteligente.
Para realizar una psicoimagen, se debe disponer de una cámara de vídeo, un trípode y un televisor de cualquier tamaño. Se conecta la salida de vídeo a la entrada de línea de la videograbadora y la salida de ésta a la entrada del televisor. De esta forma, la imagen presentada en la pantalla es tomada por la cámara pasando por la grabadora, formando un circuito retroalimentado. Se produce entonces, una serie de contrastes, luces, sombras, formas nebulosas que pasan vertiginosamente en la pantalla del televisor; si movemos tanto el foco como el zoom de la cámara, obtendremos diferentes tipos de imágenes, hasta incluso el nivel de iluminación que exista en el ambiente cambiará considerablemente la forma de estas imágenes. El televisor deberá estar en blanco y negro (sacado todo el color).
Una vez obtenida una forma pareja con movimiento en la pantalla del televisor, se pone a grabar la videograbadora por un lapso de tiempo de aproximadamente 2 a 3 minutos. Se debe rebobinar la cinta y pasarla fotograma a fotograma, observando en forma detenida cada uno de estos fotogramas a fin de encontrar «algo raro».
HISTORIA DE LAS PSICOIMÁGENES. LAS IMÁGENES DEL MÁS ALLÁ
Practicar y lograr captar, dentro de la investigación paranormal, psicofonías o psicoimágenes, no es sencillo. La historia de las psicoimágenes nos lleva a la figura de Klaus Schrieber, que trabajaba como técnico de sistemas de seguridad contra incendios en la ciudad de Aachen. A mediados de los años ochenta, Schrieber experimentaba con la obtención de psicofonías, deseoso de captar las voces de sus seres queridos ya fallecidos. Había sufrido una larga cadena de pérdidas familiares: perdió a su mujer Gertrud, fallecida poco tiempo después de que nació su cuarta hija, Karen; a los 18 años, Karen falleció después de sufrir intensos dolores; y pocos años antes, su hermano Robert perdió la vida cuando contaba con 22 años en un accidente de moto.
También el sobrino de Schrieber, su cuñado, su madre y su segunda esposa. Esta cadena de desgracias motivó a Schrieber a buscar en las voces primero, y en imágenes más tarde, algo de consuelo para esta sucesión de desgracias. Schrieber había conseguido grabar algunas voces donde se le anunciaba la llegada de imágenes. Las voces le decían frases como «iremos a través del televisor» o «luego nos verá en la televisión». Fue en mayo de 1984 cuando Schrieber obtuvo una psicofonía que le invitaba a que encendiera el televisor. Desde ese momento comenzó a realizar una serie de experiencias utilizando el televisor y una cámara de vídeo con el objetivo de conseguir las imágenes de sus seres queridos en la pantalla de su TV.
Los primeros intentos de Schrieber no arrojaron ningún resultado positivo. En un principio filmó algunos de los lugares donde su madre acostumbraba a sentarse, utilizando diferentes métodos y velocidades, pero sin ningún resultado. A pesar que Schrieber no tenía conocimientos técnicos en electrónica, ni tampoco unas fundamentadas creencias esotéricas, estaba motivado por conseguir un contacto con sus familiares fallecidos, armado para ello de unas grandes dosis de paciencia y perseverancia.
Una psicofonía recibida por Schrieber le puso en la pista sobre la forma en que debía orientar los aparatos. Una voz le decía «canal vacío». El investigador alemán interpretó esta frase como que debía dirigir su cámara hacia el TV, colocando éste en el canal de la propia cámara, sin emisión. Schrieber apuntó la videocámara hacia la pantalla del televisor de modo que la propia imagen de la cámara se viese reflejada en la pantalla, tal como sucede con las imágenes de dos espejos paralelos. A partir de esta configuración, elaboró un sistema más complejo con el cual afirmaba obtener imágenes que él atribuía al «Más Allá».
Esta disposición de la cámara y el televisor –ajustados de modo que la imagen no se mantenga estable– produce un fenómeno conocido como realimentación, visualizándose en la pantalla una especie de nubes que se desplazan de forma anárquica formando figuras de todo tipo. Schrieber llamaba a este estado de inestabilidad de la imagen «campo vibratorio».
De entre las formas que surgieron en la pantalla, Klaus creyó reconocer la imagen de su hija Karen, lo cual le motivó aún más para seguir experimentando y perfeccionando su método. Schrieber estaba convencido de que su hija había sido quien le aconsejó a través de una psicofonía, que debía utilizar un vídeo en blanco y negro, porque «ellos» sólo pueden ser vistos en estos colores.
Debido a las características propias de la televisión, cada segundo de grabación está formado por veinticinco imágenes estáticas; por lo cual en sólo cinco minutos de filmación, debía revisar luego los 7.500 fotogramas que lo conformaban. Esta es una prueba de paciencia para el experimentador, que debe ocupar mucho más tiempo en el visionado que en la propia grabación.
A través de este sencillo sistema, Klaus Schrieber aseguró haber conseguido las imágenes de sus familiares fallecidos, otros rostros de personas que no ha podido identificar y hasta algunos personajes públicos ya muertos y popularmente conocidos. Entre sus imágenes más famosas, se encuentra la de la actriz Romy Schneider o la del rey Ludwick de Baviera. De todos modos, Schrieber perfeccionó aún más su método, para obtener imágenes de mayor calidad.
En los últimos años de su vida, Schrieber habría puesto a punto un sistema par obtener imágenes paranormales sin necesidad de la pantalla del televisor ni ningún otro dispositivo similar. Según su propio relato, se dejó guiar pos las directrices que aparentemente le dictaba desde el «Más Allá» su fallecida hija Karen. Así construyó un sistema que se basaba en los reflejos de luces en una superficie plana, utilizando diferentes tipos de fuentes de luz, incluso ultravioleta.
Schrieber construyó una pantalla en su laboratorio, donde se creaban imágenes paranormales producidas por las luces reflejadas, con un aspecto semejante a las que se formaban en la pantalla del televisor. El sistema constaba de potentes fuentes luminosas que incidían en una esfera espejada, de modo que los reflejos se mezclaban sobre la pantalla creando figuras reconocibles. Al igual que aconteció con los sistemas de vídeo, las imágenes que se formaban en la pantalla eran, en un principio, figuras fugaces que se observaban tan sólo breves instantes. Sobre la marcha, el sistema fue reforzado con potentes fuentes de luz muy puntuales, y las caras fueron ganando nitidez; aunque en ningún momento alcanzaron la calidad de las imágenes registradas en vídeo.
Con este, su último diseño, Klaus Schrieber pretendía demostrar que las imágenes que venía recibiendo desde hacía unos pocos años, no se trataban de ninguna manipulación técnica, y que igualmente podían conseguirse con métodos donde existiese una menor intervención humana. Y aunque el experimentador alemán carecía de conocimientos técnicos suficientes como para manipular una cinta de vídeo, las suspicacias siempre estuvieron presentes entre algunos parapsicólogos y –cómo no– entre los escépticos. Klaus Schrieber falleció el 7 de enero de 1988, víctima de un segundo infarto. Y como parece ser una constante, su voz apareció con posterioridad en numerosas cintas magnéticas de varios investigadores. Incluso el día mismo de su entierro, como si fuese un macabro anuncio sobre la inmortalidad del alma.
Tras este repaso del apasionante mundo de la transcomunicación instrumental ya estamos un poco más preparados para entender el fenómeno que nos atrevemos a captar, y usted... ¿se atreve?