Partidos como el de ayer en el Nuevo Los Cármenes los perdía el Sevilla de Emery seguro no hace muchas semanas. No fue un partido muy distinto de aquellos en los que el sevillismo acababa con el gesto torcido. Lo hicieron diferente Carlos Bacca, sobre todo, y Kevin Gameiro, en la estela de esa inexplicable certeza de que las rachas tienden a expandirse, sea mala, o buena, como es el caso. Porque fue un equipo vulnerable por exceso el Sevilla en Granada, y esta vez no se podía apuntar a la falta del doble pivote defensivo, porque allí estaban MBia e Iborra. Es indudable que este Sevilla tiene pocos jugadores que defiendan bien, más allá de la estretegia o la disposición. Incluido los defensas. Tienen en mente más el juego que la destrucción, se imaginan con el balón antes que acosando y persiguiendo al contrario, corriendo hacia adelante en vez de pensar en la anticipación y la marca. Por esa vulnerabilidad, cuando a Emery se le ocurrió sacar del campo a Iborra por Gameiro, después de un penalti más que riguroso que llamaba a la desgracia, fue inevitable pensar que aquello acabaría mal. Pero no. Antes, con la entrada de Coke y Alberto Moreno el partido dejó de estar en la inercia del equipo de Alcaraz, que tuvo el partido en las botas de Piti en una jugada que ratifica esa tendencia a desajustarse de la defensa sevillista.
Pareció una jugada maradoniana pero más por demérito de los amarillos que del buen delantero nazarí, que falló realmente en lo más difícil, ponerla dentro. En eso el Sevilla tiene ventaja, como bien reflejó Alcaraz en la sala de prensa. Emery tiene dos delanteros que han costado más de 15 millones de euros y que, de momento, suman 12 goles en Liga, 7 el colombiano y 5 el francés, que ganó el partido en una jugada en la que el Sevilla invirtió solo tres toques pese a que el punto inicial fue la portería sevillista. De Beto a la testa de Bacca, prolongación y tiro de Gameiro a la red. Sencillo... si se tiene este tipo de jugadores. Tres toques y tres puntos. Nueve en tres partidos y el Sevilla que se asienta arriba, acechando ya los puestos europeos. Sigue a un punto de la Europa League y dista siete de la Champions, zona que marca el Athletic, su próximo rival en el Pizjuán. Si le vence (el Villarreal, quinto, juega en el Camp Nou) podría situarse a solo cuatro de la gran competición europea.
