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«A Almonte le gustaría una procesión como las de antes»

El ex santero de la ermita del Rocío recibió ayer una homenaje ante el Simpecado de Villamanrique. Un detalle del hermano mayor.

el 15 sep 2009 / 04:37 h.

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-¿Se esperaba el homenaje?

-No tenía ni idea. Ya he dicho que si lo llego a saber no vengo. Me he emocionado mucho.

-Pero se ha presentado hoy a la Virgen con Villamanrique.

-Es la primera vez que me presento ante la Virgen con una hermandad.

-¿Por qué Villamanrique?

-En especial porque Rocío, la madre del hermano mayor, almonteña como yo, es mi sobrina -hija de mi Tata Juana- y me invitó para la toma de posesión del niño, en el Corpus, y para el final del triduo, el domingo pasado. Entonces ya me sentaron en la presidencia y me preguntaron si quería ser hermano de Villamanrique. Así que, desde las 22.30 horas del domingo pasado, soy hermano. Y eso pese a que oficialmente parece que Almonte y Villamanrique estamos enfrentados, pero en realidad somos muy parecidos: dos pueblos vinculados al campo y muy rocieros.

-Ha sido santero 24 años...

-Desde el 26 de agosto de 1984 a las 8 horas hasta el 19 de de marzo de 2008 que salí de turno también a las 8 horas. Y además, en 1987 fui hermano mayor, el primero de la Matriz que siendo santero ha sido hermano mayor.

-¿Cómo se vive con la Virgen?

-Es muy fuerte. Cada día acompañas a la Virgen y te das cuenta de que tiene algo especial, que Dios quiere que lo tenga. Se nota en las oraciones, en los milagros... Me han llegado personas con un tumor cerebral que al final no han tenido que operarse y me traían los papeles para demostrármelo. Y, a pesar de todo, no te acabas de acostumbrar.

-¿Y ahora que no está con Ella todos los días?

-Ahora lo vivo magníficamente, como cualquier almonteño, que durante un tiempo fue santero pero que vuelve a sus orígenes. Y resulta fácil porque jamás se me ha subido a la cabeza.

-Un consejo para su sucesor.

-Mi sucesor es un individuo que ha tenido la suerte de estar mucho tiempo con los demás santeros y el sacristán. Se desvive desde la infancia por su Virgen. Llegará a ser un gran santero.

-¿Y algo en concreto para el salto de la reja?

-Se mitifica mucho el papel del santero en el salto de la reja. Y más que física, nuestra labor es psicológica, de intentar convencer de que hay que esperar a que llegue el Simpecado de Almonte. El salto de la reja es algo reciente. Hasta 1975, la iglesia se cerraba tras el rosario y se abría con las primera luces del día y la reja ya estaba abierta. Pero en 1975, a las 5 horas, un señor de unos 40 años, del que sé el nombre pero jamás lo he dicho para no darle protagonismo, convenció a unos 20 individuos para sacar a la Virgen. Nunca fue un hombre de la Virgen ni nos sentimos orgullosos de aquel hecho.

-Entonces, ¿le gustaría que volviera a ser como antes?

-Me gustaría mucho. Era más natural, más relajado porque todo el que quería llevarla, sabía que no iba a salir antes. Tenía tiempo para dormir un rato. A todos los almonteños le gustaba más. De noche no se le ve la cara a la Virgen. Cuando está verdaderamente bonita es cuando le da el sol en su rostro.

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