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Aguilar y Tendero mostraron su forma y su fondo

Por su entrega y la calidad de sus formas, los novilleros Mario Aguilar y Miguel Tendero han agradado esta tarde en su actuación en la Maestranza a pesar de ciertas irregularidades en sus trasteos. Ante el mejor novillo de Villamarta, Salvador Barberán estuvo más pendiente de la compostura que del fondo de sus trasteos, en los que les faltó apostar más. Foto: Juanma Rodríguez.

el 15 sep 2009 / 06:06 h.

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Por su entrega y la calidad de sus formas, los novilleros Mario Aguilar y Miguel Tendero han agradado esta tarde en su actuación en la Maestranza a pesar de ciertas irregularidades en sus trasteos. Ante el mejor novillo de Villamarta, Salvador Barberán estuvo más pendiente de la compostura que del fondo de sus trasteos, en los que les faltó apostar más.

FICHA:

Se han lidiado seis novillos de Villamarta, muy desigualmente presentados. Todos resultaron mansos, rajados y abantos. Primero, segundo y tercero, pese a su escaso fondo desarrollaron nobleza en la muleta. El cuarto tuvo una gran clase y calidad por el pitón izquierdo. El grandullón quinto terminó acobardado y el sexto resultó inválido.

Salvador Barberán, silencio y silencio tras aviso.

Mario Aguilar, ovación y silencio tras aviso.

Miguel Tendero, ovación y silencio.

La plaza registró media entrada en tarde progresivamente ventosa. Al término del festejo, la empresa comunicó que el novillero mexicano Mario Aguilar ocupará el puesto libre en la novillada del próximo domingo, última del abono.

CRÓNICA:

Desigualmente presentado y con un común fondo de mansedumbre, ésta vez el encierro de Villamarta sí brindó posibilidades para que fluyera el toreo. Lástima que el mejor ejemplar del encierro, que a pesar de su tamaño desarrolló gran clase por el pitón izquierdo, fue a parar a manos de Salvador Barberán que a pesar de haber sido premiado con esta generosa repetición en el ruedo maestrante ya había enseñado en su actuación anterior que la capacidad de su toreo no acompaña al cuidado y a la compostura que pone en las formas.

Y así, Barberán fue incapaz de acoplarse a las bondades de ese cuarto, que mostró su excepcional clase por el pitón izquierdo en un pase por alto en los inicios de la faena. A pesar de que el propio novillero se apercibió de ello, nunca fue capaz de cogerle el aire, desistiendo finalmente del empeño para despenarlo de un sablazo infamante. Antes, había dejado algunos apuntes de su retórica caligrafía en varios lances sueltos a la verónica y en el compuesto inicio de faena por ayudados. Con el primero de la tarde, que se dejó a medias y resultó dócil y tardo, le faltó dar el paso de verdad y apostar del todo.

El mexicano Mario Aguilar cayó de pie en su presentación en la Maestranza. El primero de su lote, largo como un tren, huyó hasta de su sombra en los primeros compases de su lidia. Aguilar ya mostró sus intenciones en un prolongado quite por tafalleras en el que no movió un músculo y que también sirvió para comprobar que el novillo podía servir. Firme en el inicio de la faena, rompió la tarde en una gran serie sobre el lado derecho en la que hubo entrega, compostura, temple y acople, además de un trazo rotundo que tuvo su continuidad en otra serie posterior. Por el lado izquierdo instrumentó naturales deslizantes que estuvieron rematados por un sensacional pase de pecho antes de que el trasteo, con el novillo más agotado, cayera en un gran bajón ambiental y en ciertas desigualdades para ser concluido con las siempre prescindibles bernardinas mientras el novillo se rajaba definitivamente.

Ésa fue la tarjeta de presentación del mexicano, al que no le importó la poquísima clase y el mal estilo del grandullón novillo que hizo quinto para prolongar una faena en el que se dio un serio arrimón entre la impaciencia del público. Aguilar es solvente, se entrega de verdad y tiene ganas de ser torero. Hay que estar pendiente de él. Por lo pronto, ya se ha ganado la repetición en la Maestranza.

También mostró sus cualidades el novillero albaceteño Miguel Tendero, que como sus compañeros se las vio en primer lugar con un novillo abanto y mansurrón al que supo templar en la lidia. Con la muleta, brillaron las formas del albaceteño, sí, pero también la sincera capacidad con la que supo extraer del noble novillo, pecando a veces de encimista, varias series empacadas y rotundas, interpretadas con un ligero codilleo que abarcaron toda la embestida del utrero de Villamarta. Los muletazos resultaron hondos, y brillantísimos los pases de pecho. Lástima que la faena no siguiera el mismo vuelo después de echarse la muleta a la mano izquierda, pitón por el que persistió sin que ya el eco fuera el mismo. Con el sexto, que debió ser devuelto por inválido a pesar de que nunca hizo cosas feas, sólo le quedó justificarse con buena voluntad.

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