Para quienes tenemos la fortuna de disfrutar de período vacacional, la vuelta a la rutina sugiere la distancia respecto a vivencias anteriores, llevando a nuestros pensamientos reflexiones para el nuevo ciclo vital. Así, el regreso actúa como un filtro que depura ideas y sensaciones que han vivido con nosotros en vacaciones. Por eso subrayamos los momentos compartidos con los nuestros y con nuestras amistades, como tributo a la eclosión de vitalidad que adquiere más sentido en este tiempo.
Del mismo modo, conservamos en la memoria las noticias con las que hemos convivido: en este caso, accidentes y éxitos deportivos conforman parte de este universo. Pero, para los que nos interesamos por la vida pública, aparece, de manera insistente, la evidencia de un nuevo escenario. Miramos al exterior y lo que vemos nos habla de que las cosas han cambiado: la geopolítica se ha movido hasta un punto que obliga a preguntarnos por el papel de Europa en la garantía de la paz internacional. Y si miramos hacia el interior, vemos que el modelo de cambio de la Transición está pasando factura ideológica a la izquierda española. Y si seguimos descendiendo en la escala de análisis, dibujamos un mundo municipal en el que deslealtades e inteligencias tertulianas nos hablan de burbujas políticas a punto de estallar y que, sin duda, abrirán la puerta de nuevos escenarios de la vida pública local. Así que, al regreso, además de las pérdidas personales irreparables (Carlos, Conchi,?), tengo la sensación de que necesitamos, a la vez, la cordura y el atrevimiento de la inteligencia: aceptar que debemos pensar en nuevas ideas para conducir los asuntos públicos en esta tierra y combatir el revisionismo en que se ha escudado la derecha ante la historia reciente de España.
Director del Centro de Estudios Andaluces
